Reparó en
ella nada más entrar en el bar. Ocupaba un lugar al final de la
barra, sentada en el alto taburete, mostrando generosamente sus
largas piernas cruzadas.
Se sentó
algo apartado pero en un lugar desde el que podía observarla. Era
hermosa como pocas y parecía ausente, con la mirada clavada en el
frente y el semblante serio. La elegante copa de bordes escarchados,
que contenía un líquido de vistoso color, permanecía intacta ante
ella.
Siguió
observándola durante largos minutos, en los que apuró un whisky con
hielo, mientras se preguntaba quién sería aquella mujer, qué hacía
allí y, sobre todo, cuál sería la causa de la tristeza que
mostraba su hermoso rostro.
Mientras
se tomaba la segunda copa, llegó a la conclusión de que ella estaba
esperando a alguien, un hombre con toda seguridad, al que envidió
sinceramente; una mujer como ella era un exquisito regalo para
cualquiera.
“Si
continuaba retrasándose -se dijo-, los habituales ligones
comenzarían a pulular alrededor de ella como moscas sobre la miel, y
ni su triste semblante o el invisible cartel de “no molesten”
que su actitud delataba, serían suficientes para detenerles”.
Con el
tercer whisky se decidió a acercarse a ella. No soportaba verla
allí, sola, desvalida, abandonada por aquel desconsiderado, fuera
quien fuese. Una mujer como ella no se merecía ese trato.
Caminó
algo tambaleante hasta llegar a su lado, sintiendo una opresión en
el pecho y un sudor frío extendiéndose por todo su cuerpo. Tanta
belleza le aceleraba los latidos del corazón, pensó entusiasmado.
-Has
tardado en llegar –dijo ella como en un susurro.
-¿Me
esperabas a mí? –le preguntó asombrado. No podía creer en su
suerte.
-Sí. Hoy
te esperaba a ti –respondió con enigmática sonrisa.
Él sintió
un fuerte dolor en el brazo izquierdo y dejó caer el vaso que
sujetaba. La miró con una muda pregunta en sus aterrados ojos
mientras se desplomaba.
-¿Quién
eres? –demandó con su último aliento de vida.
El bello
rostro de ella se transformó en horrible máscara sepulcral y, con
siniestra carcajada, respondió:
-La
Muerte.
Fuensanta Vidal. Cartagena, 1956. Licenciada en Historia. Ha publicado
varios relatos, novelas cortas y poemas en libros colectivos y
revistas, obteniendo también algún premio. Sus obras más conocidas
son las novelas románticas publicadas bajo el seudónimo de Amber
Lake: Estrategias del destino, El escolta, Atrapada en el engaño,
Buscando a la esposa perfecta.
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