AQUÍ ESTOY
Aquí estoy, borracha
entre poesías
que voy apilando de la
noche al día.
Sin el maquillaje
profano, desnuda,
como una hoja seca que el
viento va dejando
de esquina en esquina.
Aquí estoy, releyendo
aquellos mensajes
que el alba sonriente
siempre me traía.
Tragándome las lágrimas y
bebiéndome
el acíbar copa a copa,
sin importarme la noche ni el día.
Aquí estoy, sin sentirme
y sin oírte,
sin esperar que los
sueños me acunen,
ni que el tiempo esté
paralizado y sin eco,
entre los muros de una
soledad,
que me muere.
Aquí creo estar, pero no
estoy esperándote,
aunque te sigo amando con
locura
con la piel hecha jirones
de color púrpura.
Con el alma desmayada por
tu silencio
que es mi sepultura.
De: Atardeceres de fuego- Brumas
de dicha y soledad
SUBLIME CEREMONIA
Del lecho hicimos nuestro
altar
y en la sublime ceremonia
bebimos hasta
emborracharnos
con el néctar más puro
de las rosas.
Los mares se desbordaron
por nuestra piel
que ardiente y sudorosa
se mecían como el viento
sacude las hojas.
El hambre la saciamos
con el pan que la pasión
dora
en el horno incandescente
de la lujuria más sonora.
En el horizonte de los
quejidos
nuestras pieles se
sonrojan
resbalándonos tras las
sábanas
caímos en la mullida alfombra.
¡Allí nos esperaban las
dos copas!
De tanto trepar por la
empinada cuesta
nuestros cuerpos se
abandonan
hacia el precipicio de la
noche
que nos abre de par en
par...
Las puertas de la autora.
Los fuegos se calmaron
con el laúd y la estrofa
en nuestras bocas
y un trozo del cielo
apareció…
para asistir a nuestra
sublime ceremonia.
De: Atardeceres de fuego- Brumas
de dicha y soledad
ESTOY TRISTE
Estoy triste…
Muy triste esta noche recordando a mi madre.
Mis lágrimas se desploman
y no tienen consuelo de nadie.
Pido cuentas a Dios esta noche
en un padre nuestro quejoso y sin aire,
en las horas dormidas de este amanecer
que me tiene cual presa en la cárcel.
Ya no tengo su aroma ¡Dios mío!
ni su voz que me dice que calle,
ni sus besos tan dulces de azúcar,
ni su mirada suave que me calme.
No despiertan susurros maternos
solo la ventisca de un otoño infiel
que aquella madrugada
segó su vida para arrasarme.
Solo el dolor me acompaña
y la brisa fría de este amanecer
me cala los huesos, me hiela la sangre
entumecida no puedo levantarme.
Ni una estrella se asoma en los cielos.
Ni un cencerro berrea en la calle.
Ni su tibio regazo acunándome
con el brillo de sus ojos al besarme.
Estoy triste… muy triste esta noche,
nadie viene a consolarme.
Ni el pobre mendigo que veo asentado
en el banco cada noche, tras de mis cristales.
Ni las campanas esta noche
quieren dar las horas,
permanecen mudas para que mis musas,
no se asusten y me dejen… más sola.
El misterio de la muerte se asoma
sin que nadie pueda descifrarle.
Solo la desolación me acompaña.
En esta noche interminable.
Ni el saber que está en los Cielos me calma.
Ni que vino a por ella: la Santa Madre.
Ni que allí ya no tenga dolores.
Ni que esté con mi padre.
Estoy triste… muy triste esta noche.
¡Madre!
Encarna Recio Blanco, nació un 13 de agosto en Campo Lugar, Cáceres.
Diplomada en Farmacología, pronto encaminó sus pasos hacia la comunicación y la
poesía. Ha colaborado en diferentes medios de comunicación de la Región de
Murcia.
En 2005 comienza a colaborar en Onda Radio, dirigiendo y presentando
“La Noche Recia”, que se emitió hasta 2011, un programa dedicado a la
solidaridad, la actualidad y la poesía.
Ha publicado “Para ti, poemas”,
1988; y “Atardeceres de fuego- Brumas de
dicha y soledad”, 2014, conjuntamente con Juan Tomás Frutos.
Su relato “Renacer en la Universidad”, fue accésit de la Universidad de
Murcia en 2013. Antena de Plata Radio 2013 por la Asociación de Profesionales
de Radio y Televisión.