Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

viernes, 28 de noviembre de 2025

Desnuda junto al mar, de Beatriz Giovanna Ramírez (Reseña nº 1128)

 


Beatriz Giovanna Ramírez
Desnuda junto al mar
Abril, 2019

Un lujoso poemario para presentarnos a la autora en lo más íntimo de la poesía, la erótica escrita por una mujer. Es un breve libro, de una veintena de poemas divididos en dos partes, donde destacan el deseo de gozar, de vivir y, ¿por qué no? la necesidad de sentirse feliz.

Prologado por Rosario Valcárcel, es una liberación de la autora, que nos muestra los secretos de más privados de la mujer.

Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Hay un cielo lleno de estrellas
y una estrella que titila de emoción
en el centro, justo en el centro.
Hay una selva que guarda la flor más exótica.
Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Hay un espejismo en tus ojos claros,
un oasis eterno en el que quiero morir.
Hay un corazón que palpita
y se escucha en los tejados.
Hay un árbol de vida que me habla
de manzanas y serpientes.
Hay un deseo que se mueve y da señales de vida.
Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Soy la iglesia rosa que espera el monje.

Francisco Javier Illán Vivas

 

martes, 25 de noviembre de 2025

El combate, de M.D. Álvarez

 


Algo que ninguno de sus amigos creería estaba a punto de suceder.

Sería vencido en el campo de batalla de forma innominosa, para escarnio de todos los presentes. Aquel enemigo era aterradoramente superior.

A pesar de todo, él no retrocedería jamás, aunque le costara la vida. Su grupo de amigos no reaccionó a tiempo; solo la única chica del grupo se percató de que algo raro estaba ocurriendo en aquel campo de batalla. Él estaba recibiendo una paliza de cuidado y parecía no defenderse. En uno de aquellos devastadores puñetazos, fue lanzado al interior del bosque que había a su izquierda. Ella aprovechó y se internó en dicho bosque; tenía que ayudar a su compañero antes de que aquella mala bestia lo aplastara.

Lo halló empotrado en una gran secuoya; parecía muerto. Apoyó su oreja contra su pecho y percibió un leve latido.

Al notar una tenue presión sobre su pecho, despertó y, al verla, no supo si había muerto o seguía vivo. Levantó cuidadosamente su mano y la posó cautelosamente sobre la cabeza de ella, que, sorprendida, le preguntó:

—¿Qué te ocurre? ¿Por qué no luchas?

—He tratado de encontrar su punto débil, pero no lo he encontrado —dijo con voz quebradiza—. ¿Y el resto? ¿Dónde está? —preguntó, sorprendido de verla a ella sola.

—No lo sé, últimamente se han comportado como si el combate no fuera con ellos y me preocupa.

—Creo que yo he tenido la culpa de su desánimo —dijo él mientras aquella mole desgajaba los árboles tratando de encontrarlo—. Debes irte —dijo él, saliendo del hueco de aquella secuoya—.

—No te voy a dejar si te enfrentas solo a esa mole; te hará ciscos —refirió ella, nerviosa.

—Todavía me queda un as en la manga —dijo él con una leve sonrisa.

—Prométeme que no te vas a dejar matar —refirió con tristeza ella antes de abandonar el bosque.

—Te lo prometo —respondió él. En su mirada había algo más que determinación; había una furia visceral que despertó al licántropo que llevaba en su interior.

La aterradora criatura que avanzaba hacia él no sabía que lo que le esperaba era una bestia sanguinaria con sed de sangre. Su musculatura, otrora destrozada, se había cuadruplicado; su piel se resquebrajaba, saliendo con una ira inconmensurable. Cuando el licántropo estuvo libre, lanzó un aullido desgarrador. Eso debió de ser suficiente como para que aquella mala bestia se diera la vuelta y huyera, pero era irracional y creía que era inexpugnable. ¡Qué equivocado estaba!

En cuanto llegó al claro, tan solo vio a un extraño ser que lo miraba con desdén y desprecio. Aquello lo cabreó de veras y atacó sin más. No tengo palabras para transcribir la salvaje pelea donde aquel mastodonte fue despedazado sin contemplaciones por el joven que había sido vapuleado hasta hacía 5 minutos.

Continuará…

M. D. Álvarez

viernes, 21 de noviembre de 2025

Mitos en verso, de Guillermina Sánchez Oró (Reseña nº 1127)

 


 

Guillermina Sánchez Oró
Mitos en verso
Ediciones Letra Azul, 2024

Con el subtítulo de Caminamos con nuestros antepasados, es una obra que el lector va a comprobar cómo destaca por la habilidad de su autora para transformar narraciones míticas en poesía, y no en cualquier poesía, sino en sonetos, una de las fórmulas más logradas de la poesía.

He tenido la oportunidad de asistir a varios encuentros poéticos donde ella y su marido, Alberto Pinazo, nos han recitado y luego narrado las aventuras de estos mitos que están enraizados en nuestra cultura, que no olvidemos, es la judeo-cristiana, pero también la greco-romana, por mucho que los actuales reformistas quieran que sea o musulmana o escandinava, que tanto monta.

Hay en este libro una riqueza mítica que hace imprescindible su lectura, su relectura, tanto en recitales como en colegios, y algo así apunta el autor del prólogo, el ínclito Victorino Polo García, catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana en su prólogo.

Las ilustraciones y la portada son de la propia autora, polifacética ella en la creación artística y literaria.

Francisco Javier Illán Vivas

martes, 18 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (3 de 8)


 


John, despierta, ¿me oyes? Despierta. La oía de fondo; me encontraba en la misma cabina, pero había menguado o yo había crecido. Me sentía pesado, pero abrí los ojos lentamente. La vi sonreír y abrir la cabina. Me cogí al borde de la cabina y me alcé. Me sentía repleto y lleno de vitalidad. Miré mi brazo, esperando no hallarlo, pero estaba ahí. No me percaté de que los demás miraban hacia arriba, incluso los dos gigantes que la franqueaban. Incluso Angus me miraba con asombro.

—¿Cuánto llevo dormido? —pregunté.
—Ocho días —respondió, preocupada. Al principio, el suero no surtía efecto; al cuarto día, el suero comenzó a modificar tu metabolismo y regenerar tu brazo.
—¿Puedes aproximarte? —preguntó ella, situada a una gran distancia.
Suavemente avanzó, controlando su cuerpo. En tan solo dos zancadas, estaba situada al lado de ella, que se hallaba subida en una plataforma de 6 metros.
—John, he de hacerte un par de pruebas motoras. Sígueme.
La plataforma se desplazó silenciosamente hacia una gigantesca puerta. Las puertas se abrieron, dejando ver un gigantesco artefacto que le recordaba a una estación de entrenamiento de árbol, pero a tamaño descomunal.
—¿Crees que puedes realizar un par de serie de 5+1?
Me situé frente a aquella estación de entrenamiento y comencé a golpear con una serie de golpes cada vez más y más rápido. Cuando me di cuenta, había reducido a añicos la estación de entrenamiento.
Me giré y la vi; tenía cara de asombro. Mi fuerza era pasmosa; ahora debía comprobar si mi inteligencia había sido mermada o si había aumentado mi coeficiente intelectual.
Las alarmas saltaron; el techo se estaba derrumbando sobre ella. No me lo pensé dos veces: agarré a Angus y a ella y los puse a salvo. Después, con una velocidad de vértigo, me situé entre los pilares que sujetaban la bóveda y extendí los brazos, enderezando las dos columnas.
La oí decir: —Lo has hecho extraordinariamente bien, John. Has calculado el lugar más seguro y nos has dejado a salvo, y acto seguido has enderezado las columnas base que sujetan la bóveda y minimizado los daños. El suero no te ha mermado la inteligencia; es más, creo que sigues siendo el más inteligente de todos.
—¿Y por qué me parece que he sido tu cobaya? —pregunté, acercándome.
—No era mi intención; necesitamos a los mejores y tú eres el mejor.
—¿El mejor para qué? —dije, visiblemente enfadado.
—Hemos recibido un ultimátum de un ente extraterrestre. Enviamos todo lo que teníamos contra él y los borró de un plumazo.
Continuará…

domingo, 16 de noviembre de 2025

Seremos mariposas en el infinito, de Claudia Albaladejo (Reseña nº 1126)

 


Claudia Albaladejo
Seremos mariposas en el infinito
Postdata Ediciones, 2023

Este pequeño libro de la pinatarense Claudia Albaladejo contiene una bella colección de poemas, de frases que podrían ser aforismos o greguerías, en tono poético, pensamientos que la autora comparte con el desconocido lector.

Ciento noventa y cinco, numeradas, para hablarnos del dolor, pero también de un renacer, de una resurrección en forma de mariposa, dejando paso después a los poemas donde desarrolla toda su creatividad.

La autora pretende compartir con todos aquellos "que alguna vez nos hemos sentido como huracanes y también para aquellos a los que arrasó un huracán", los que provocan el dolor, los que lo sufren.

Leerlo me ha llevado varias semanas, pero por un simple motivo: lo he ido disfrutando poco a poco, a breves sorbos.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 11 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (2 de 8)

 


Ya en la cabina de inmersión me lo seguía pensando pero ya no había vuelto a tras además ella me ataba a su pasado aquel pasado tumultuosa y tórrido la quería y no podía defraudarla la vía estaba puesta.
La vi acercarse a la cabina con el rostro sombrío notarás una sensación de pesadez tranquilo es normal.
De pronto, me di cuenta de que me estaban durmiendo. Aún la oía hablarme: «Es mejor que estés dormido; el dolor sería atroz y ya has sufrido más que nadie».
Aún así, me seguía resistiendo, debatiéndome entre la consciencia y la inconsciencia, hasta que me sumí en un perturbador sueño profundo donde seguía oyéndola hablarme para mantenerme tranquilo. No supe cuánto tiempo estuve en aquel estado, pero de pronto algo cruzó mi mente: un estallido de dolor salvaje recorría todo mi cuerpo, incluso mi brazo izquierdo, que perdí en la última batalla. El dolor me atenazaba, retorciéndome de forma brutal.
Entonces, la oí llamarme: «John, John, tranquilo, no luches».
No estaba en mi naturaleza dejarme vencer, pero dejé de resistirme; algo en su voz me calmó.
Ella fue la única que salió indemne del atentado. Sé que me buscó, pero yo había caído en un estado de negatividad. Tiempo atrás, quise quitarme de en medio, pero algo me retenía aquí; los lazos que me unían con ella eran mucho más fuertes que el diamante.
Por eso, cuando Angus me invitó al OCE, ni me lo pensé; sabía que el único sitio donde la encontraría sería ahí.
La oía cantar «Spending My Time» de Roxette; era nuestra canción. Aquello me sumió en un placentero sueño.

Continuará...

M. D. Álvarez 

viernes, 7 de noviembre de 2025

Paisajes y lecturas, de Pedro Diego Gil López y Jesús A. Salmerón Giménez (Reseña nº 1125)

 


Pedro Diego Gil López, Jesús A. Salmerón Giménez
Paisajes y lecturas
Editorial Almadenes, 2024

Una joven editorial, un amigo de años y uno que lo será a partir de ahora, se reúnen bajo la égida de Rosa Campos Gómez que es, además, la autora de las ilustraciones de la portada.

Me hice con este ejemplar en la Feria del Libro de Cieza, aquel nefasto día del apagón nacional, y hace pocas horas que le he puesto el punto y final a la lectura. Un libro a dos manos que, por cierto, veo que cada vez se publican así libros, de dos o más autores.

En efecto, este volumen reúne dos libros : los paisajes que caminaremos junto a Pedro Diego Gil, que nos lleva a los parajes más bellos de Cieza y alrededores, muchos de los cuales he tenido la oportunidad de caminar con amigos de la localidad haciendo senderismo o, simplemente, por el placer de ir a visitarlos.

Y el segundo, las lecturas, él nos lleva más a a sus inicios como escritor, a los lugares que le inspiraron, que conformaron su creatividad literaria, muy influenciada por todos ellos, además de sus lecturas.

Por tanto el lector encontrará lugares cercanos, historias, paisajes que han ido cambiando con el tiempo, y lo que ha influido todo ello en quienes viven allí, en Cieza, bajo la vigilancia permanente de La Atalaya.

Francisco Javier Illán Vivas

miércoles, 5 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (1 de 8)


 

 

En aquel edificio de seis plantas se encontraba la base secreta de la organización de combate exoespacial más conocida como OCE, a la que me habían invitado a visitar. La recepcionista, al verlo entrar, lo miró de hito en hito, preguntándose: «¿Y este de dónde se ha caído?».

—El señor Angus Tyron me está esperando.
La cara de ella cambió; ahora estaba pálida. Se dio cuenta de que debía ser alguien importante, pues tenía la tarjeta de presentación del director general.

—Si espera aquí, por favor, voy a avisarle. Perdón, ¿a quién tengo que anunciar?

—John Sanders —le dije con una sonrisa encantadora.

—John, qué alegría que aceptaras la invitación —dijo aquel armario ropero que sonreía de oreja a oreja.

—Hombre, Angus, tanto me has insistido que he tenido que pasar a visitarte —dije, esquivando el férreo abrazo que pretendía darme.

—Vaya, veo que sigues siendo muy tuyo con las muestras de cariño.

—No, es que tus abrazos son demasiado férreos.

—Ok, ok, me disculpo —y tendió la mano.a modo de disculpa

Su mano estrujó la mía, pero levemente. Ven por aquí, quiero que veas los laboratorios y en lo que estamos trabajando. Nos dirigíamos al ascensor, que curiosamente tenía más pisos subterráneos que los seis superiores.

—Quieto, que te unas a nuestra organización, John. Tú serías una de las mejores bazas y, además, creo que ya conoces a alguno de los otros miembros del equipo, dijo visiblemente satisfecho.Al abrirse las puertas del ascensor, la luz me deslumbró; tuve que adaptar mi vista. Cuando lo logré, la vi allí, junto a dos gigantes.

Ella lo reconoció enseguida y echó a correr en su dirección.

—Creí que habías muerto —comenzó a decir cuando se fijó en la articulación de mi codo izquierdo. —¿Por qué no nos dijo nada, Angus? —dijo, airada.

—Lo siento, doctora Angie, no hay nadie más cualificado para probar el suero.

—Un momento, ¿de qué suero estáis hablando? —pregunté incrédulo ante lo que estaba oyendo.

—¿No le ha dicho nada? Es usted incorregible —terció ella con el rostro sombrío.

Ella me llevó a parte y me explicó que habían descubierto un suero regenerador y modulador de cuerpos. Pero que no había sido probado en humanos de pura cepa. Aquellos dos gigantes eran subhumanos y el suero había cuadruplicado su tamaño, pero no así su inteligencia.

—¿Y pretendes que me someta a este ensayo?— Pregunté visiblemente preocupado ante el cariz que estaba tomando la situación.

—No sabía lo de tu situación; te perdimos cuando el anterior cuartel general fue destruido —quiso calmarme—. Este suero podría devolverte tu brazo.

—Y también podría privarme de mi humanidad —tercí yo con cara de pocos amigos.

—Lo sé, y créeme, estamos desesperados —arguyó con aquella mirada capaz de desarmar al más pintado.

Me separé de ella pensando que, si me necesitaban, estaba dispuesto a arriesgarme.

Continuará… 

M. D. Álvarez 

sábado, 1 de noviembre de 2025

Hojarasca, de Ginés Aniorte (Reseña nº 1124)


 

 

Ginés Aniorte
Hojarasca
La Fea Burguesía, mayo 2025

Un libro hecho de retales, nos explica el autor, poemas que fueron dejados aparte, porque en aquel momento en que los escribió o que fue recopilando para sus libros de poesía anteriores, no les encontró cabida.

Leídos años después (es una recopilación de todos esos poemas de los últimos 20 años) se da cuenta de que son parte de lo que él es, de lo que le define y ha tenido el acierto de reunirlos en esta edición de mayo del presente año.

Divididos en cuatro partes: Aquellos, los de entonces; Del tiempo y sus afanes; Ave Fénix e Inventarios.

Con esta edición nos dice que "libero, pues, estos poemas seguramente recluidos sin razón, esperando que cada cual inicie la andadura que los lectores le consientan".

Creo que es una oportunidad muy interesante para conocer esta parte de la creación poética de Aniorte que permanecía oculta en el "fondo" de su ordenador.

Francisco Javier Illán Vivas