Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 13 de septiembre de 2025

Traficantes de sueños, de Harold Robbins (Reseña nº 1118)


 

Harold Robbins
Traficantes de sueños
Círculo de Lectores, 1968

Harold Robbins ha sido siempre uno de los autores predilectos para mí, desde que leí Avenida del parque 79, creo que he leído casi todo lo que publicó y se tradujo en España. Pero me faltaba esta obra que encontré en el Mercadillo solidario de Navidad que desde hace doce años se celebra en Molina de Segura, en el Paseo Rosales.

Es una edición ya casi histórica, un libro que tiene 57 años de vida. ¡Por la de manos que habrá pasado antes de llegar a mi! Y por las que pasará cuando lo deje libre para que otros lo disfruten.

La historia la conocéis de sobra, desconocidos lectores, pues llegaron a rodar una serie de dos capítulos sobre la novela, otra cosa que parece difícil encontrar, y mira que la he buscado por las diferentes plataformas.

Nos narra un mundo joven, donde todo es posible: el nacimiento de Hollywood, el mundo de los sueños, desde un bajo donde todos los negocios que se montaban fracasaban, hasta que se instaló un cine. 

Johnny Edge es el protagonista y tiene un sueño febril: el éxito. Y desde ese principio en el cine nos irá contando, con la característica de su buena pluma, como fue creciendo desde 1908 a 1938.

Hay que leerlo, sin dudarlo ni un instante.

Francisco Javier Illán Vivas 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

El totem. 2da parte, de M.D: Álvarez

 


El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. El lobo, aún jadeando por la carrera, se tumbó junto a ellos, su pelaje brillando bajo la luz cálida del atardecer. Ella se sentó a su lado, acariciando suavemente su lomo, mientras él los observaba en silencio, como si por primera vez viera con claridad lo que siempre había estado frente a él.

—Siempre estás ahí —murmuró él, más para sí que para ella—. Incluso cuando yo no lo estoy.

Ella no respondió. No hacía falta. Su mirada lo decía todo: paciencia, cariño, y una firme determinación de permanecer. El lobo levantó la cabeza y la apoyó en su regazo, como si también entendiera que aquel momento era más que un simple juego.

Él se inclinó hacia ella, con una sonrisa que no necesitaba palabras.

—¿Sabes? Creo que he estado buscando respuestas en lugares equivocados —dijo, con una sinceridad que la hizo contener el aliento—. Y tú... tú siempre has sido la única constante.

Ella sintió que su corazón latía con fuerza, no por la emoción del juego, sino por la certeza de que, finalmente, él comenzaba a entender.

—Entonces deja de buscar —respondió ella, acariciándole la mejilla—. Porque ya lo has encontrado.

El lobo ladró suavemente, como si aprobara la declaración. Y mientras el sol se ocultaba tras las colinas, los tres permanecieron juntos, sabiendo que el verdadero tesoro no era algo que se pudiera encontrar, sino alguien que nunca se había ido.

M. D. Álvarez

viernes, 5 de septiembre de 2025

Espejismos inquietantes y otros relatos, de Manuel Tamayo Jover (Reseña nº 1083 bis) (1117)

 




Manuel Tamayo Jover
Espejismos inquietantes y otros relatos 
Amazon, febrero de 2025

Reproduzco la reseña que publicamos en su momento (el 28 de septiembre de 2024, hace casi un año), por una obra artesana de Manuel Tamayo, que por fin ha visto publicada para disfrute de cualquier lector en cualquier parte del mundo. Edición revisada y con algunos relatos nuevos añadidos:

Conocí a Manuel Tamayo en el Club de lectura que coordina y dirige Antonio Lois en el Centro Social de Mayores de Aljucer, el pasado 27 de febrero 2024 de este año, cuando me invitaron a participar. Estuvo muy activo y después hablamos sobre Versos envenenados, sobre relatos, sobre muchas cosas, una sobremesa muy interesante que dice mucho y bien del trabajo de Antonio Lois en ese Centro social y en otras muchas actividades que realiza a través de la asociación Murcia Literae.

Después nos hemos visto un par de ocasiones, para charlar sobre la obra, el relato breve, la posibilidad de publicar y otros muchos temas alrededor de la creación literaria, y en la última, me regaló el ejemplar que nos ocupa, posiblemente una obra de arte única, pues él lo maqueta, lo encuaderna, lo cose,... artesanía pura.

Once relatos componen el volumen, presentados a diferentes concursos en diferentes fechas, y seleccionados por el autor pues o fueron finalistas o ganaron tales concursos, en esta faceta, Manuel Tamayo ha demostrado que sus relatos, realistas y cercanos, aunque alguno un poco fantástico, han gozado del favor de los diferentes jurados.

Él mismo nos dice en el prólogo que los relatos han sido escritos entre 2009 y 2023, lo que representa una extensa muestra de su creación en el relato y cuento, aunque el que da título al volumen podría ser considerado casi una novela corta.

Relatos para disfrutar lentamente y donde el lector creerá algunas veces que le están narrando una historia tan cercana, que puede haberla vivido cualquier familiar.

Francisco Javier Illán Vivas

miércoles, 3 de septiembre de 2025

El totem, de M.D. Álvarez

 


Le costó mucho darse cuenta de que el único tesoro que tenía que importarle lo tenía al lado. Ni todas las pesquisas ni todas las indagaciones le darían una respuesta tan aplastante como la que le habían dicho por activa y por pasiva sus amigos. que no hay mejor tesoro que el que tienes al lado. 

Ella era paciente; sabía que al cabo del tiempo se daría cuenta de que siempre estaba a su lado, tanto en las duras como en las maduras. Nunca lo dejaría, ni ante el peligro y mucho menos en tiempos de paz.

Mientras el lobo corría, ella no podía evitar sentir un ligero pellizco de celos. El lobo parecía ser el centro del universo de él, y aunque lo entendía, anhelaba ser la única que capturara su atención. Decidió que era momento de mostrarle que ella también podía ser parte de su mundo salvaje.

Con un salto ágil, se unió al juego, imitando los movimientos del lobo. Se lanzó al suelo y rodó, riendo mientras atrapaba la pelota antes que él. Su risa resonó en el aire y, por un momento, la conexión entre los tres se volvió palpable. Él la miró con sorpresa y admiración.

—No sabía que podías ser tan rápida —dijo, dejando entrever una chispa de interés en su mirada.

Ella sonrió, sintiendo que había logrado captar su atención. Era el primer paso para demostrarle que no solo era su compañera en las misiones, sino también en la aventura del día a día. Con cada ladrido y cada risa compartida, se acercaban más a ese vínculo que ambos deseaban explorar.

Continuará...

M. D. Álvarez

viernes, 29 de agosto de 2025

Vé-Vérsame, de Guillermo Molina (Reseña nº 1116)

 


Guillermo Molina
Vé-Vérsame (Versos de un poeta tartamudo)
2024

Un poemario que empieza ya en el título señalando la condición de su autor, y que lo primero que nos cuenta, ya en la página 3 que es tar-ta-mu-do, nos debe orientar sobre la dificultad, no de escribir, sino de recitar, de leer, de narrarnos sus poemas, sus escritos.

Pero yo he tenido la suerte de acompañar a Guillermo en varias presentaciones y recitales, y he conocido su voluntad férrea para superar cualquier problema, al igual que su poesía, que en este poemario lo encuentro más intimista, más personal, mostrándonos su mundo y cuanto le rodea.

Vé-Vérsame es un canto a la superación que difícilmente dejará indiferente al lector, pues él se nos presenta sin máscara, como él, e incluso como se define: poeta por necesidad.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 26 de agosto de 2025

La promesa de Elle, de M.D. Álvarez

 


—¿Inteligencia mejorada? Venga ya, si solo le he hecho una pregunta y se ha colgado con el cable del ratón. A ver si la siguiente es más eficaz resolviendo una simple pregunta. Protestó él, mientras le traía una nueva sintética, mostrando su enfado con la tan cacareada inteligencia mejorada.

Aquí tienes al último modelo; después de ella no tenemos más que mostrarte, recalcó el técnico.

Se acercó y observó las facciones delicadas y perfectas, aquellos ojos grises y su cabello caoba. Lo descolocado era casi idéntico a su antigua colaboradora.

—¿Qué sentido tiene la vida? —le susurró al oído.

La sintética se ruborizó levemente y lo miró con ternura. Sus ojos se clavaron en los suyos y dijo: —El color de tus ojos da sentido a mi vida.

Él quedó pensativo; aquello mismo le había susurrado su fallecida amiga.

—Buena respuesta —refirió él, mirándola a los ojos de un verde intenso como los de ella. —¡Me vale! —exclamó a los técnicos. —Te llamaré Elle —dijo, saliendo seguido de ella.

La sintética sonrió, y él sintió una mezcla de nostalgia y esperanza. Mientras se alejaba con ella, pensó en las posibilidades de esta nueva colaboración. Quizás, después de todo, la inteligencia mejorada no era solo una promesa vacía, sino una oportunidad para encontrar consuelo y nuevas respuestas en su vida.

M. D. Álvarez 

sábado, 23 de agosto de 2025

La libertad de la poesía, de Santiago Montobbio (Reseña nº 1115)

 


 

Santiago Montobbio
La libertad de la poesía
Onix Editor, abril 2025

¡Cuánta poesía, cuánta libertad! Nos entrega Santiago Montobbio en cada nueva obra que saca al mercado y que tenemos la suerte de leer.

Sus obras son, además, monumentales. 722 páginas para conocer su producción poética entre el 19 de julio de 2021 y el 18 de octubre de 2022. Tremendo, ¿no?

Ya os he hablado anteriormente de otras obras suyas, creo que Santiago es el poeta al que más he leído últimamente y, casi sin lugar a dudas, al que más he comentado en esta sección de libros, en estos Acantilados no tan abruptos.

Aquí tenemos el poema, los poemas, en toda su libertad, plena, además, tomando conciencia de ellos mismos, como si lo supiesen, como si viviesen en sí mismos y conociesen el momento de salir a la luz pública.

La hispanista brasileña Esther Abreu cita tres aspectos de la obra: madre, libros y naturaleza; y yo, que he tenido la suerte de conocer a Santiago en persona y charlar con él sobre su obra y su vida, añadiría también libertad y gratitud. Libertad para dar a su poesía todo lo que ella le demande; gratitud por los dones que la vida nos da cada día que amanece.

He estado dos largas semanas disfrutando de esta obra y sé que vosotros, desconocidos lectores de estos Acantilados de papel, disfrutaréis si os acercáis a conocer o reconocer, a Santiago Montobbio.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 19 de agosto de 2025

A tu regreso, te mató, de M.D. Álvarez


 

—¿Qué coño va a estar bien? Solo a vosotros se os ocurre decirle que he caído. Bufó rabioso al grupo de soldados rasos que habían comunicado su caída a su dulce amor sin antes comprobarlo.


—Ahora me toca a mí presentarme ante ella y, sabe Dios, que se lo tomará por la tremenda y tendré que ser yo quien la calme.

—Pero eso se te da muy bien, dijo Stuard riendo socarronamente y haciendo gestos obscenos que llevaron a la hilaridad del grupo de soldados.

Aquello lo puso furioso, pero Stuard tenía razón; él sabía cómo calmarla.

—Esta visto, que sois incorregibles, y no os parto la cara de milagro, siseó airado..

—Tú eres el más cabrón de todos, Stuard, créeme que no se me olvida que fuiste el primero en abrir la boca. Cuando volvamos al campamento, te voy a dar una paliza que no la olvidarás ni en mil años —gruñó, con una amenaza que solo la risa de los demás soldados conseguía aplacar.

Se puso en pie, sacudiéndose el polvo del pantalón, y se pasó una mano por el pelo, alborotado. Sabía que su furia no tenía mucho sentido, que la culpa era suya por haber desaparecido sin dejar rastro durante días, y que la preocupación de ella era más que justificada.

—¿Y ahora qué? —preguntó Stuard, esta vez más serio.

—Ahora, me toca a mí ir a verla y, con un poco de suerte, no me matará a mí antes de que pueda calmarla —respondió, con una sonrisa ladeada.

Sabía que lo que le esperaba no iba a ser fácil, pero la idea de volver a verla y de tenerla en sus brazos de nuevo, le hacía olvidar por completo la ira que había sentido hacia sus compañeros. La amaba y eso era lo único que importaba.

—¡Buena suerte, Sargento! —gritaron al unísono, a modo de despedida.

Él se giró y les dedicó un gesto obsceno, riéndose en el proceso. Sabía que, a pesar de sus bromas, eran una buena compañía y que los quería como a su propia familia. Y lo mismo podía decir de ella.

Emprendió la marcha hacia el campamento, dispuesto a enfrentar la situación con la valentía que lo caracterizaba. Sabía que, al final, todo iba a salir bien. O al menos, eso esperaba.

M. D. Álvarez

viernes, 15 de agosto de 2025

El largo adiós, de Raymond Chandler (Reseña nº 1114)

 


Raymond Chandler
El largo adiós
RBA, 2017

Recomendaba Haruki Murakami leer El largo adiós, una novela que él considera de las mejores escritas de la literatura universal. Una novela que es catalogada como policiaca, como novela negra, y que sale así de la etiqueta para ser una lectura recomendada entre todas los millones que se pueden encontrar.

He leído al propio Murakami, por supuesto, pero me faltaba poder leer a Chandler en esta novela, ya conocía El sueño eterno y Adiós muñeca, lecturas de mi infancia junto a Julio Verne, a Emilio Salgari, Alejandro Dumas, a...

El largo adiós es la sexta novela de la serie dedicada a Philippe Marlowe, su detective insignia.

¿Cuál es el argumento? Tal vez lo conozcáis por películas que se han hecho a lo largo de la historia. Pero gira en torno a la amistad, extraña amistad, entre Terry Lennox y el detective, pues le conoce apenas en una desagradable escena y termina llevándole en su coche al aeropuerto de Tijuana y, eso, le convierte en cómplice del asesinato de la mujer del primero y graves problemas con la justicia, la especial policía estadounidense, que da con sus huesos en la cárcel, por mantener la amistad con quien consideran responsable del asesinato.

Hay otra historia alrededor, la del escritor Wade y sus problemas mentales, hasta llevarnos a un final inesperado en tierras de México que, si no conocéis, no os voy a descubrir.

Hablé con mi amigo Pedro González Núñez, un escritor al que admiro y también os recomiendo, y le dije que en mi próxima obra quería emular (si queréis conocer el sinónimo de emular al que me refiero, escuchar a Javier María en este vídeo) a Raymond Chandler, como homenaje a tan enorme escritor, capaz de contarnos todas sus historias en primera persona, excelente en esa faceta. No sé si lo habré conseguido, seguro que no, pero ha merecido la pena leer El largo adiós.

Me guardo esta novela en mi biblioteca personal, junto a Drácula, El valle de los Mamuts, Cien años de soledad...   

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 12 de agosto de 2025

Nuestra tierra, nuestro amor, de M.D. Álvarez

 


Susurrándole su canción favorita al oído, mientras la acariciaba, sintió que su corazón se expandía con cada palabra; conseguía que ella se entregara. Susurraba suavemente: "Esta tierra es tu tierra y esta tierra es mi tierra...", deslizando con dulzura sus dedos.

Su voz era capaz de transportarla a los grandes territorios donde su pasión daba rienda suelta.

Ella se giró y lo besó con sus dulces labios virginales. Lo miró a sus profundos ojos azules y dijo: "Te quiero, mi amor. Eres capaz de llevarme a las grandes planicies." Haces que mi corazón se acelere con tu acaramelada voz.

M. D. Álvarez 

viernes, 8 de agosto de 2025

Angelina, de Ginés Aniorte (Reseña nº 1113)

 


Ginés Aniorte
Angelina
Renacimiento, 2022

Una larga carta a su hermana fallecida, después de tantos años, es lo que el autor nos propone en esta coqueta edición de Renacimiento, publicada en 2022.

Ginés Aniorte nos sorprende a lo largo de las páginas, y nos irá contando, en la pluma o el bolígrafo del  emisor de tan larga epístola, sucesos y acontecimientos que muchos de los lectores reconocerán por haber vivido o escuchado situaciones que hace años eran comunes, como el caso de la familia que cede, dona, da a una hija a un matrimonio familiar que no puede tener descendencia.

Y es ahí donde comienzan los problemas de dos familias que, aparentemente, hasta ese momento mantenían una buena relación.

Pero la carta no llegará a su destino, ya que la destinataria falleció y es el autor de la misma quien la escribe, buscando una redención, una explicación, de lo ocurrido hasta la muerte de un ser para el muy querido, su hermana.

Tú lector tendrás que leer la carta, que sigue buscando destinatario, para conocer las miserias que todos escondemos a lo largo de la vida.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 5 de agosto de 2025

No tan negro, de M.D. Álvarez

 


Jugó a dibujar figuras de humo con el humo de aquella toledada de humo rojo. Era un diablo juerguista y se entretenía armando el caos con las figuras que hacía surgir de su boca.


Unas veces, monstruos aberrantes surgían del humo de sus fauces y otras, como en aquella ocasión, un lisísimo unicornio.

Al ver su creación, la desdibujó con un golpe de sus alas negras. ¿De dónde habrá salido ese unicornio?, se dijo pensativo. Quizás su corazón no fuera tan negro como decía y, de vez en cuando, lo traicionaba creando criaturas adorables

M. D. Álvarez 

viernes, 1 de agosto de 2025

Trazos, de Antonia Medina Real (Reseña nº 1112)


 

Antonia Medina Real
Trazos
Abril 2024

Treinta y cinco poemas, divididos en 6 partes, que ella llama Pinceladas, porque considera que escribir es como pintar un lienzo, y en este libro, de dimensiones no formales, es también un lienzo de su propia vida, de su experiencia, escrito en poesía, libre, sin ponerse trabas alguna a su forma de expresar lo que siente o ha sentido en ese momento.

Como escritor he tenido la suerte de compartir agradables momentos con Antonia Medina, nacida en Cieza y residente en una pedanía de la capital de la Región de Murcia, y esta obra me ha permitido conocerla un poco más, sobre todo tras la lectura de esa parte que ella titula Primeras pinceladas: Auto-retrato. 

Es, además, la parte más extensa del poemario, posiblemente porque ha querido que el lector la conozca antes de adentrarse en otras pinceladas que pueden ser más fugaces, menos personales, aún teniendo en cuenta la intensidad de cada una de ellas.

Vivencias, recuerdos, sueños, así es como ella lo siente y como lo escribe.

Francisco Javier Illán Vivas

 

martes, 29 de julio de 2025

El licántropo regius, de M.D. Álvarez

 


Su sombra sobrevolaba el campo de tréboles. Su velocidad felina lo impulsaba a una velocidad de vértigo, pero en aquella ocasión tenía que sobrepasar sus límites, ya que si llegaba tarde, estarían todos muertos y no podía permitir que ninguno de ellos muriera por llegar tarde. Entre los allí reunidos se encontraba la bella Angie, por la que sentía verdadera devoción.

Vislumbró al grupo rodeado de fieras aterradoras que lanzaban dentelladas al aire.

Con un portentoso salto, se introdujo en el cerco, dejando a las bestias sorprendidas momentáneamente. Sacó la bolsa con el kit de insulina y se lo inyectó a Angie, que abrió los ojos y lo vio sonreír.

—Ahora, vosotros —rugió furioso al grupo de fieras que no parecieron reconocer a un alfa cabreado.

Con un portentoso aullido, sintió cómo el animal que llevaba en su interior comenzaba a manifestarse. Sus huesos crujieron y su piel se tensó hasta resquebrajarse, saliendo un licántropo regius de color dorado. Las fieras se dieron cuenta tarde de que no tenían nada que hacer contra Marcus, que se lanzó en tromba contra las fieras. 

Su equipo asistió anonadado ante el salvajismo con el que se defendía contra las ondas de fieras. Entre gruñidos y alaridos, Marcus fue despedazando a todas las fieras que le hacían frente. 

Cuando tan solo quedaban un centenar, retrocedieron por puro terror. Marcus estaba rugiendo de forma brutal y miraba desafiante cuando, de pronto, sintió el cálido tacto de la nívea mano de Angie, que susurró:

—Ya está, mi vida, les ha quedado claro que aquí mandas tú.

Él se volvió y la miró con aquellos intensos ojos azules. Dijo con una voz profunda y gutural: —Siento haber tardado tanto.

M. D. Álvarez 

viernes, 25 de julio de 2025

Cómo hemos cambiado, de María Dolores Vicente Serrano (Reseña nº 1111)

 


María Dolores Vicente Serrano
Cómo hemos cambiado
Ayuntamiento de Molina de Segura, 2008

El presente libro de recuerdos lleva por subtítulo historias para el recuerdo Molina de Segura (1880-1980), que ya nos hace una idea de lo que la autora nos va a narrar y que el Ayuntamiento ha acertado al ir recogiendo estos recuerdos que se van perdiendo.

Ya hace años que se habló de ir entrevistando a los ancianos del lugar, para que dejaran sus memorias de nuestra localidad antes de que pasaran al otro plano de la existencia, y no sé si eso se desarrolló finalmente o quedó en nada, como cientos de cosas.

Pero estos recuerdos son bellísimos leerlos y conocerlos, que la autora nos hable desde la lejanía, no ya hoy, sino dentro de diez años, de cincuenta, de cien, y tengamos la memoria escrita de cómo fuimos y lo que somos.

Tuve la suerte de hacerme con un ejemplar en el Mercadillo solidario de Navidad que los voluntarios de Cáritas instalan desde hace doce años en el Paseo Rosales, y con el que vengo colaborando desde hace también unos cuanto años, y su lectura me ha dado muy buenos momentos.

Gracias a Loles por dejarnos sus recuerdos de cómo hemos cambiado.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 22 de julio de 2025

Jungla de amor, de M.D. Álvarez


 

 

En aquella jungla plagada de bichos y con una humedad sofocante, que empapaba como si lloviera a mares, se guardaba un aterrador secreto. La criatura amada por la bella Selene vagaba aullando de pasión por su húmedo vergel, hasta que su amada se dignó a aparecer en el cielo para bañar su dorada piel con sus rayos de luz plateada, haciendo que sugiriera a su amado licántropo.

El hermoso hombre lobo aullaba de placer al ver descender a la bella Selene, que con níveos brazos lo abrazaba mientras besaba con dulzura su peludo y musculado torso.

La luz de Selene no solo iluminaba la oscuridad de la jungla, sino que también transformaba al licántropo, suavizando la ferocidad de sus ojos dorados y revelando la profunda ternura que guardaba para su amada. Sus aullidos, antes de anhelo y melancolía, se volvieron ahora susurros roncos de devoción.

Mientras los efluvios de la selva se hacían más intensos con la noche, ellos se entregaban a su ritual. Selene, etérea y luminosa, se fundía con la forma lobuna de su amante, sus cuerpos entrelazándose bajo el dosel espeso de las hojas. 

La piel plateada de ella contrastaba con el pelaje oscuro y espeso de él, una unión de lo celestial y lo salvaje. En ese abrazo, el secreto aterrador de la jungla parecía desvanecerse, reemplazado por la magia de su amor, un amor tan antiguo como la luna misma y tan primario como el latido del corazón de la bestia.

M. D. Álvarez

jueves, 17 de julio de 2025

La reliquia olvidada, de Alberto Vicente Fernández (Reseña nº 1110)

 


Alberto Vicente Fernández
La reliquia olvidada
Malbec Ediciones, 2023  

Últimamente me agradan las tramas que unen la fantasía propia de la novela (toda novela es fantástica, ya que nace de algo que no existe) y las cosas cotidianas y, en el caso que nos ocupa, historia, fantasía y realidad.

Y la realidad son las calles de Molina de Segura, para mi un acierto. Algún día podremos organizar la ruta de La reliquia olvidada. Pero hay también intriga, por supuesto, y una pizca de aventura, que el autor, al que tengo el placer de conocer y coincidir muchas veces con él, ha sabido mezclar para disfrute de los lectores.

Él es originario de Molina de Segura y, aunque trabaja en los cielos, preferentemente en los de San Javier y el Mar Menor, ha querido llevar a sus personajes por lugares que conoce bien, mientras nos presenta una sociedad secreta y la búsqueda de una reliquia olvidada, de ahí el título. Y todo ello aderezado, como os decía al principio, con fantasía, era la pieza que faltaba a la trama: hay que salvar a la humanidad (si es que merece la pena que sea salvada- esto es cosecha mía-) de un conflicto entre mundos. No hay que tener miedo a los demonios o diablos, sino a algo más poderoso y terrible, como en la obra de Tolkien, cuando Gandalf descubre que se ha liberado a un Balrog, para que os hagáis una idea, desconocidos lectores de estos Acantilados de papel.

Así que os invito a leerla. Esta novela es independiente de la anterior que Alberto publicó, El renacer de la bestia, pero el destino ha hecho que algo de relación tengan una con otra.

Francisco Javier Illán Vivas

 

martes, 15 de julio de 2025

Dolor profundo, de M.D. Álvarez


 

Dibujó un pequeño ataúd y se metió dentro; era el último gesto de inocencia que le quedaba después de haber visto las cosas más atroces de las que podía ser capaz la raza humana. 

Ella ya no estaba con él y, sin ella, la vida no valía la pena. No les permitiría verlo llorar. No se merecían el perdón y, mucho menos, el suyo.

Dentro de su pequeño ataúd cerró los ojos y se dejó llevar por el dulce amor de su añorada esposa que lo esperaba al otro lado, tras el arcoíris.

M. D. Álvarez 

martes, 8 de julio de 2025

Es la hora, de M.D. Álvarez


 

Dibujó un pequeño ataúd y se metió dentro. Aquello había sido un encargo curioso; el cliente le había dado unas pautas y, en cuanto lo dibujó, aquel pequeño ataúd se materializó con bolutas y grabados. La curiosidad de ese diablillo engañador lo azuzó. Una vez dentro, la tapa se cerró, sumiéndolo en una asfixiante oscuridad.

—¿Estás cómodo? —oyó una voz quebradiza.

Él, pálido, gritó y gritó, pero la voz dijo: —"Es tu hora, ahora no te quejes".

Comenzó a oír rasguños, quejidos y, de pronto, nada; ni un susurro. La tapa se abrió con un chirrido; se encontraba entre la tierra y el cielo, estaba en el purgatorio.

M. D. Álvarez 

viernes, 4 de julio de 2025

Dame un segundo..., de Antonio Bernal Torres (Reseña nº 1109)

 


Antonio Bernal Torres
Dame un segundo...
Murcia, 

El título ya lleva el mensaje explícito, estamos ante el segundo poemario, la segunda obra, del maestro en educación musical Antonio Bernal, con el que últimamente estoy teniendo la suerte de coincidir en múltiples eventos a lo largo de la geografía murciana.

En este segundo poemario, el primero llevó por título Recuerdos encontrados y recuerdos que serán..., son la vida, el mar y el amor, sea cual sea el orden en el que desees ordenarlos, los que nos piden un segundo, para disfrutarlos, para contemplarlos, para dejar a un lado el móvil y perderse en ellos, o encontrarse, que también puede ser el camino que nos lleve.

El autor se nos presenta en su aspecto más clásico de la poesía, con rimas y métrica en la mayoría de los poemas que contiene el libro.

Un poemario para darte, darnos, un segundo.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 1 de julio de 2025

El ataúd barroco, de M.D: Álvarez

 


Dibujó un pequeño ataúd y se metió dentro. Sus trazos finos y austeros habían diseñado un ataúd de líneas barrocas con grabados, cruces y demás parafernalia ocultista. El interior era de un color rojo sangre; lo incomodó un poco, él lo hubiera preferido de satén blanco, pero el color daba lo mismo. 

Lo que no le dio igual fue que, al cabo de media hora, una preciosa y pálida jovencita vino a despertarlo, dándole un susto de muerte al mostrar sus colmillos, de los que colgaban sendas gotas de sangre.

"Tranquilo, a ti aún no te he mordido", dijo, ladeando delicadamente su cabeza.

M. D. Álvarez

viernes, 27 de junio de 2025

70 momentos, ... un instante, de Mª Carmen Briz Marín (Reseña nº 1108)

 


 

Mª Carmen Briz Marín
70 momentos, ...un instante
Azur Grupo Editorial, junio 2022

"Solo vemos aquello que miramos y elegidos aquellos que queremos ver", nos dice la autora en le prólogo de este libro que recoge dos de sus aficiones: fotografía y escritura.

Puede que ambas cosas sean efímeras, lo que miramos y lo que queremos ver. Visto y no visto. Pero Mª Carmen, a la que tuve el placer de conocer en una Feria del Libro en Los Garres, ha querido recoger esos momentos para que permanezcan, fijándolos sobre el papel, en imagen, y en literatura, y ya sabéis, lo escrito, escrito está.

Con la fotografía ella quiere expresarnos lo que su retina ve y con el relato plasmar el sentimiento que le produce. Y nos muestra paisajes, fuentes, un reloj, un bodegón, aves volando sobre montañas, todo momentos que desea compartir con nosotros y dejarlos en nuestras manos.

Los relatos son breves, precisos, casi tanto como cada fotografía. 

El instante es para ella.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 24 de junio de 2025

El guardián de los dioses, de M.D. Álvarez

 


 

Su edad era símbolo de madurez; siempre lo habían considerado una cabra loca, pero al cumplir 28 años, algo cambió en su interior. Dejó de comportarse como un picaflor y buscó sentar la cabeza. Siempre quise entrar en el exclusivo club 48, el restaurante más exclusivo del hemisferio norte. Allí, la flor y nata de los nuevos ricos se pavoneaban con sus adquisiciones, pero él no era un nuevo rico; era un apuesto heredero de la mayor fortuna. Aunque su forma de vida era displicente y derrochadora, al entrar en el gran salón se quedó sin aire. Una escultural y arrebatadora joven pelirroja y de ojos verdes se le acercó con un cigarrillo entre los dedos y preguntó:

—¿Tienes fuego? preguntó la joven. 

—Lo siento, no fumo —respondió, dudando.  

Ella lo observó y pareció aprobar su respuesta.

—Bueno, pues no importa; además, tengo que dejar este vicio o terminaré por matarme.

La orquesta comenzaba a interpretar "Nothing’s Gonna Change My Love for You" y le pidió salir a baimar.

Era un hábil bailarín desde pequeño; su familia lo había educado como un joven ilustre..

El ritmo de la música fluía a través del salón, envolviendo a los bailarines en una sinfonía de emociones. El protagonista, con cada paso, sentía como si estuviera desenterrando una parte de sí mismo que había estado enterrada bajo años de desenfreno y lujos. La joven pelirroja, con su gracia natural y su sonrisa tímida, parecía entender algo de esto, algo que él apenas podía verbalizar.

—¿Te gustaría ir a un lugar más tranquilo? —susurró ella, sus ojos verdes brillando bajo la luz tenue del restaurante.

—Sí, con mucho gusto —respondió él, sin dudarlo.

Salieron del club lleno de gente y se dirigieron a una terraza privada, donde la vista sobre la ciudad se abría como un lienzo estrellado. La atmósfera se había vuelto más íntima, más personal.

—¿Por qué decidiste dejar de fumar? —preguntó él, curioso.

—Es una larga historia —dijo ella, mirando hacia la distancia—. —Pero creo que es mejor para mí. Y para los que amo.—¿Y qué hay de ti? —ella lo miró, y por un momento, él sintió como si pudiera ver hasta el fondo de su alma—. —¿Qué te ha llevado a buscar algo más?

—He pasado mucho tiempo viviendo para la apariencia —admitió—. —Pero ahora, creo que estoy listo para vivir para mí mismo. Para lo que realmente quiero.

La joven pelirroja sonrió, y por un instante, el protagonista sintió como si todo lo que había buscado en años se había condensado en ese pequeño gesto.

—Quizás hay algo más en este mundo que el lujo y la fama —dijo ella, su voz llena de una esperanza que le devolvió la energía.

—Quizás sí —respondió él, sintiendo una nueva brisa de posibilidades en su vida—. Todavía no me has dicho tu nombre —dijo él..

—Soy Angie O'Brien —respondió ella con aquella arrebatadora sonrisa—, ¿y tú?

—Soy Marcus Warner —respondió, besando la mano que ella le ofrecía—. ¿Te puedo llamar para quedar?

—Si es para pedirme una cita —preguntó ella, visiblemente feliz.

—Si no te parece mal.

—Claro que no, Marcus. Eres un hombre apuesto y caballeroso; me harías muy feliz.

—Entonces mañana paso a recogerte —respondió con una suave sonrisa.

Angie no pudo pegar ojo; él parecía un hombre muy formal y educado.

La esperó delante de las oficinas donde ella trabajaba. En cuanto la vio aparecer por la puerta, se acercó con una hermosa Juliet Rose de un precioso color melocotón. "Una hermosa rosa para la rosa más hermosa", dijo galantemente. Ella se ruborizó.

—Te voy a enseñar un lugar que estoy seguro te va a encantar —dijo Marcus. La acompañó a su vehículo de alta gama y preguntó: —¿Confías en mí?

—Si, dijo dubitativa; al fin y al cabo, lo había conocido la noche anterior, pero sentía que era un hombre cabal.

El trayecto fue de una hora y cuarenta y cinco minutos. Marcus condujo con pericia por senderos casi intransitables. Cuando finalmente se detuvo, estaban al pie de una gran loma de agrestes cascotes.

Él había traído un par de notas de monte y le ofreció una a ella, que rápidamente se calzó. —Vamos, dijo Marcus, emprendiendo la caminata.

Ella lo siguió hasta una oquedad que parecía haber sido tallada. Lo vio desaparecer y volver al percibir que ella se había quedado parada.

Ella lo siguió; al atravesar la grieta, sintió que el aire la golpeaba en el rostro. Estaba todo en penumbra, no distinguía casi nada, solo sombras. De pronto, una tenue luz que avanzaba hacia ella. Aquella luz se iba haciendo más intensa, mostrando objetos, muebles y utensilios que había en aquella habitación.

Marcus traía una linterna que le ofreció a Angie. Sus ojos azules estaban acostumbrados a la penumbra y se movía como pez en el agua dentro de aquella oscuridad.

Angie preguntó: —¿Y tú cómo descubriste este lugar?  

De pronto, Marcus accionó el interruptor y se iluminó una titánica caverna donde se hallaban objetos de todo tipo: lanzas, lámparas, cofres cuajados de joyas, utensilios varios, muebles de todo tipo, e incluso tronos. Hasta donde su vista alcanzaba, había objetos sin orden ni concierto, aunque lo que más la sorprendió fue el material del que estaban hechos. Todos y cada uno de aquellos objetos eran de oro macizo.

Marcus le condujo por aquel laberinto de elementos hasta un gigantesco trono sobre el que reposaba un magno cetro.

—¿A que no sabes a quién perteneció ese cetro? —preguntó con una sonrisa enigmática.

—Pues no tengo ni idea —respondió Angie, sorprendida.

—Es el cetro de Atenas. Se pierde la pista de este cetro cuando Teseo falleció a manos de Licómenes. Se supone que Licómenes lo robó, pero Hermes, el dios más astuto, se hizo con él y lo llevó al Olimpo, donde se lo entregó a su padre, Zeus —dijo Marcus.

Ella, sorprendida de sus conocimientos sobre historia antigua, se acercó al escabel que había frente al gran trono y se subió para poder sentarse en aquel descomunal trono.

—Marcus, la observaba con atención. ¿Qué se siente? —preguntó con cautela.

—Un hormigueo y una sensación de poder indescriptible —respondió Angie—, pero no me has dicho cómo has encontrado esta descomunal cueva.

He de serte sincero: la descubrí cuando todavía era un niño. Era como si algo me llamara y tirara de mí hacia la colina rocosa que alberga esta cíclope gruta. Tendría 15 años cuando encontré la oquedad por la que accedimos. Seguí la voz que me llamaba hasta ese trono donde tú te has sentado. La voz era dulce y sensual. Le pregunté qué quería. La voz me dijo que necesitaba un guardián. Le dije que tan solo era un niño, pero me prometió volver cuando tuviera 18 años. Así lo hice y me mostró la sabiduría de antaño, los poderes olvidados por los hombres. Le pregunté su nombre y me respondió: —Soy la divina hija de Zeus y Metis. Atenea es mi nombre. Tú eres el heredero al trono de Teseo. Ahí tienes el cetro con el que te entronizarán, anunció la diosa ojigarza. 

—Yo no deseo ser rey, tan solo anhelo vivir en paz y armonía, conocer a una hermosa mujer y ser padre, respondí. 

Entonces, se nuestro guardián, joven Marcus Warner, refirió a la diosa Atenea.

—Puedes mostrarte ante mí, noble diosa, pregunté.

Un fulgor abrasador comenzó a manifestarse: una diosa guerrera vestida con una túnica larga hasta los pies. Sobre su magna cabeza, un casco refulgente grabado con motivos florales, y su escudo grabado sobre la égida, la cabeza de la Gorgona Medusa y una lanza.

Marcus la observó con devoción. "Cuando cumpliera los dieciocho años, me convertiré en el guardián de esta gruta", dijo.

Angie lo miró entusiasmada; su nuevo amigo le había mostrado su lugar secreto y le dijo: —Marcus, muchas gracias por mostrarme este maravilloso enclave.

—No hay de qué, solo te voy a pedir algo: no puedes contárselo a nadie bajo pena de ser fulminada por la diosa de la guerra.

—Te doy mi palabra, no se lo diré a nadie, respondió Angie mientras bajaba del gran trono..

Marcus la guió por el camino hacia la salida del laberinto. Una vez en la entrada, la oscuridad volvió a cubrir la titánica cueva. Una vez fuera, volvieron al vehículo y regresaron a la ciudad. Marcus la invitó a cenar en el selecto restaurante del 48, donde disfrutaron de una deliciosa cena, rieron y charlaron de lo mundano y lo divino. Cuando terminaron de cenar, la acompañó a su casa; la dejó en la puerta, como buen caballero. La luna estaba esplendorosa. Marcus abría una nueva etapa en su vida. Angie era la elegida para compartir su vida. Se encaminó hacia su vehículo; la noche había refrescado, despejando los miedos de Marcus. Había elegido bien y Atenea la aprobaba. Montó en su vehículo y se perdió entre las callejuelas oscuras de la ciudad; los dioses estaban con él, su nuevo guardián de la gruta sagrada donde los antiguos héroes dejaron sus tesoros y dones otorgados por todos los dioses.

Fin

M. D. Álvarez

domingo, 22 de junio de 2025

Antes de que anochezca, de Jesús A. Escudero (Reseña nº 1107)

 


Jesús A. Escudero
Antes de que anochezca
2024

Veintisiete relatos, o vivencias, incluye este libro del pinatarense Jesús A. Escudero, quien hasta el anterior libro firmaba como Jesús Gómez, un hombre de sobra conocido en la localidad y entre los pescadores, ya que fue Presidente de ellos durante unos años.

La importancia de este libro de relatos es que están basados en recuerdos personales y en otros que le contaron, de ahí que estas tradiciones, estos recuerdos nunca se pierdan, y mejor dejarlos por escrito antes de que anochezca, si he adivinado el sentido del título del volumen. 

Libro que cerró el ciclo del Club de Lectura del Hogar del Pensionista de San Pedro del Pinatar, y donde el autor nos narró alguno de los relatos y nos contó historias que algunos de los presentes conocían, no en vano, pueden ser recuerdos de tiempos que ya no regresarán a este castigado Mar Menor.

Está dividido en dos partes, Reflexiones y Confesiones, tras una introducción del autor donde nos habla de sus recuerdos.

En ellos el Molino tiene tanta vigencia e importancia como Ramón, como Jacinto, como Epifanio, Gervasio y otros que ya no están entre nosotros, y la fauna del mar, muy presente en la vida del autor. Es un libro de relatos para disfrutar de uno o dos cada día, en estas fechas estivales en las que ya nos encontramos aplastados por el inclemente sol de temperaturas cercanas a los 40 grados.

Francisco Javier Illán Vivas