Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

martes, 16 de diciembre de 2025

El corazón de una hadriel. 2da parte, de M.D. Álvarez

 


Su torpeza estuvo a punto de costarle un disgusto hasta que la bella Hadriel se apiadó de él. Se lo llevó a parte y le dijo: «Eres encantador y tienes unos prontos irresistibles, pero tienes que calmarte si no quieres que te expulsen del grupo.»

Iris no sabe cómo comportarse cuando estás tú presente; siento como si mi cuerpo se revolucionara, me hirviera la sangre y me comportara de forma bobalicona, acertó a decir, muerto de vergüenza.

«Oh, mi lindo Ares, eres encantador hasta cuando no lo sabes», refirió Iris, rozando con sus dedos el rostro de Ares.

Él enseguida se puso tenso; el leve roce hizo que sintiera un arrebato, pero logró contenerse.

«Sabes, esta noche te voy a enseñar algo que te ayudará a comportarte como un caballero.»

Ares la miró con cautela; a ella era a la que más temía, pero aceptó.

Continuará…

M. D. Álvarez

jueves, 11 de diciembre de 2025

No es para dormir la noche, de Antonio Cano Lax (Reseña nº 1130)

 


Antonio Cano Lax
No es para dormir la noche
Ediciones Oblicuas, 2017

Breve poemario de Antonio Cano Lax, compañero de nuestros tiempos laborales, y descubierto poeta hace unos años, aún no había tenido la oportunidad de leerle y hemos venido coincidiendo, afortunadamente, en diversos encuentros de autores en pedanías y barrios de Murcia capital.

Es, además, como dice la contraportada, un poemario de "versos locos y encabalgados para patrullar la ciudad", pues se empeña el autor en que la noche no es para dormir. ¿Qué me dices, amigo?

Los poemas no tienen título, así no hará falta presentarlos, pero en ellos Murcia, las calles, el Mediterráneo, están muy presentes en ese viaje nocturno.

Para patrullar la ciudad nací
en su alma milenaria
de aspecto sideral
en la densidad lúgubre
de los viejos edificios
en la vacuidad
de nuevas construcciones
que elevan al cielo 
la inclemencia rota
de sus estructuras de hierro
crecí bajo una luna
con cara de tortilla de patatas
un poco achicharrada
es el Mediterráneo mi heredad
por él vinieron las culturas
que impronta en mí marcaron
fundaron las ciudades
por las que hoy puedo caminar
patrullar en el vientre del universo
es mi destino para esto fui elegido.


No es tan loca su poesía. Leedlo.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 9 de diciembre de 2025

El corazón de una hadriel, de M.D. Álvarez

 




Tenía una mente privilegiada; su CI era de los más altos y era un autodidacta. Creció en una región aislada de uno de los planetas exteriores. Con tan solo 15 años, su familia lo mandó a la academia interplanetaria para pulir su agresividad.

No necesitaba mucho para estallar y llevarse por delante a todo bicho viviente.

En la academia, se juntó con un grupo variopinto de seres inadaptados que lo tomaron como líder por su inteligencia, dotes de mando y capacidad de sacrificio. Uno de aquellos integrantes era una hermosa hadriel de ojos verdes que lo miraba con fervor.

Él no era ajeno a los anhelos de la bella hadriel, pero era inexperto en el arte del amor, lo que lo volvía loco. No sabía cómo hablar con ella; el resto del grupo no sabía dónde meterse. Cada vez que ellos dos coincidían, había momentos tensos e incómodos.

Continuará…
 
M.D. Álvarez 

viernes, 5 de diciembre de 2025

La vida secreta de Junio Sanz, de Susi Rosa Egea (Reseña nº 1129)

 


Susi Rosa Egea
La vida secreta de Junio Sanz
Círculo Rojo, junio 2025

He tenido la suerte de conocer a la autora en diferentes pequeñas ferias que vamos organizando de la mano de Escritores Solidarios, autores que van por libre y, aunque han querido ponernos zancadillas desde las altas esferas que organizan eventos cobrando, nosotros seguimos adelante. Ella, Susi Rosa Egea, vive en Molina de Segura, pero es de Villajoyosa, y la ciudad se refleja en su obra, así como Elche y otras localidades.

La protagonista es una mujer que un día se da cuenta de que no lleva la vida que quiere, que está cansada de su trabajo, pero lo más importante, que está dejándose a ella misma, y todo empieza por la charla con una compañera, su confidente, y la compra de ropa íntima en un establecimiento especializado.

A partir de ese momento nacerá Junio Sanz, conocerá a Papaito a través de las redes sociales y un mundo interminable se abrirá ante su pantalla.

Por cierto, Susi Rosa puede dar master class de esos respecto a su conocimiento, que despliega a lo largo de la novela, de los lugares propicios para enseñar sin ser vista, conforme iba avanzando en la lectura, me sorprendía como lector lo que esconde la pantalla de un móvil o de un ordenador.

La lectura es amena, una edición agradable a la vista para una novela que fue finalista del Premio Planeta 2024, y eso dice mucho en su favor. Porque las verdaderas novelas de ese premio son las que se quedan finalistas, ¿qué os voy a contar que no sepáis, desconocidos lectores de estos Acantilados de Papel?

Francisco Javier Illán Vivas

 

martes, 2 de diciembre de 2025

El combate. 2da parte, de M.D. Álvarez





El aullido del licántropo no solo rompió el silencio del bosque, sino que pareció desgarrar la misma tela de la realidad. Era un grito primigenio, la voz de un depredador que acababa de nacer y que, al mismo tiempo, había existido desde el inicio de los tiempos.

La criatura, la «mala bestia» que había estado destrozando el bosque, se detuvo en seco. Sus ojos pequeños e inyectados en sangre, que hasta hacía poco solo reflejaban una estúpida y ciega superioridad, ahora mostraban un atisbo de confusión, un error de cálculo que le costaría caro. Había olido debilidad, no la monstruosa potencia que irradiaba el ser que tenía delante.
El joven, ahora transformado, ya no era el muchacho golpeado e inofensivo que ella había encontrado. Medía más de dos metros, y cada centímetro de su musculatura era tensión pura, poder desatado. Su pelaje, oscuro como la noche y salpicado de sangre —parte suya, parte de los restos de su dolorosa transformación—, se erizaba como púas. Sus manos habían mutado en zarpas con garras que parecían hojas de obsidiana, y sus ojos, dos ascuas doradas, miraban a la mole con un desprecio aún más intenso.


El mastodonte rugió, intentando recuperar la iniciativa, esa sensación de ser el ser más fuerte en el campo de batalla. Cargó con la misma fuerza bruta que había utilizado para lanzar al joven a la secuoya, pero esta vez, el resultado fue catastrófico para él.
El licántropo no se movió; simplemente esperó. Cuando el puño del gigante estaba a centímetros de impactar, el licántropo inclinó ligeramente el cuerpo, dejando que el golpe pasara raspando su hombro. El viento que generó el puñetazo desordenó su pelaje, pero no lo hizo retroceder ni un ápice.


En ese ínfimo espacio de tiempo, el licántropo desató una ráfaga de ataques que desafió la velocidad y la física. No era una pelea; era una ejecución.

Primer ataque: Las garras derechas dibujaron un tajo profundo y diagonal a través del pecho blindado del monstruo. La sangre oscura brotó como una fuente.

Con un movimiento de látigo, el licántropo giró y su garra izquierda cortó los tendones de la corva de la pierna de apoyo del monstruo. La mole, que nunca había sentido el dolor de ese modo, gritó y se desplomó sobre una rodilla.

El licántropo saltó sobre el hombro del gigante y, antes de que este pudiera reaccionar, hundió ambas zarpas en la base del cuello de la bestia, buscando la yugular con precisión despiadada.

El coloso convulsionó, intentando agarrar al ser que lo estaba desmembrando, pero sus movimientos eran lentos y torpes en comparación. El joven licántropo se impulsó con un potente salto hacia atrás, aterrizando en el claro donde había estado la batalla inicial.

El mastodonte se quedó allí, arrodillado. Intentó ponerse de pie, pero la vida ya se escurría de su cuerpo por las heridas letales. Finalmente, se desplomó hacia adelante, su inmenso cuerpo golpeando el suelo y levantando una nube de polvo y hojas. Había terminado. Vencido, no de forma innominosa, sino de forma brutal y final.

La chica, justo en el límite del bosque, se cubrió la boca con ambas manos, no por miedo al monstruo caído, sino por la figura imponente de su amigo. Él se giró hacia donde ella estaba, su mirada dorada aún ardiendo.

El licántropo levantó la cabeza y lanzó un último aullido, esta vez no de rabia, sino de victoria, una afirmación de su existencia recién liberada.

El resto del grupo, que había permanecido paralizado por la incredulidad y la indiferencia, finalmente se acercó, pero se detuvieron en seco al ver la escena: el monstruo masacrado y el licántropo cubierto de sangre, temblando por la adrenalina del combate.

El licántropo comenzó a encogerse, el proceso de reversión era tan doloroso y violento como la transformación. Su piel se curó, el pelaje desapareció y la musculatura disminuyó, volviendo al joven maltrecho, aunque ahora con una nueva cicatriz en la moral.

Ella corrió hacia él mientras el resto del grupo se quedaba atrás, asustados y confusos. Él estaba de nuevo tirado en el suelo, agotado, su ropa hecha jirones. Ella lo abrazó.

—No me has dejado solo. Has cumplido tu promesa —susurró ella, aliviada y aterrada a la vez.

Él levantó la mano y volvió a tocar suavemente la cabeza de ella. Su voz, ahora humana, era un hilo de sonido:

—El licántropo no me dejaría morir… no cuando hay amigos que proteger…
Miró por encima del hombro de la chica hacia sus compañeros, que seguían manteniendo la distancia. Luego miró a su compañera.

—Pero tenemos que hablar de ellos. Y de este… as en la manga

M. D. Álvarez

viernes, 28 de noviembre de 2025

Desnuda junto al mar, de Beatriz Giovanna Ramírez (Reseña nº 1128)

 


Beatriz Giovanna Ramírez
Desnuda junto al mar
Abril, 2019

Un lujoso poemario para presentarnos a la autora en lo más íntimo de la poesía, la erótica escrita por una mujer. Es un breve libro, de una veintena de poemas divididos en dos partes, donde destacan el deseo de gozar, de vivir y, ¿por qué no? la necesidad de sentirse feliz.

Prologado por Rosario Valcárcel, es una liberación de la autora, que nos muestra los secretos de más privados de la mujer.

Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Hay un cielo lleno de estrellas
y una estrella que titila de emoción
en el centro, justo en el centro.
Hay una selva que guarda la flor más exótica.
Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Hay un espejismo en tus ojos claros,
un oasis eterno en el que quiero morir.
Hay un corazón que palpita
y se escucha en los tejados.
Hay un árbol de vida que me habla
de manzanas y serpientes.
Hay un deseo que se mueve y da señales de vida.
Si digo orgasmo ¿tendré uno?
Soy la iglesia rosa que espera el monje.

Francisco Javier Illán Vivas

 

martes, 25 de noviembre de 2025

El combate, de M.D. Álvarez

 


Algo que ninguno de sus amigos creería estaba a punto de suceder.

Sería vencido en el campo de batalla de forma innominosa, para escarnio de todos los presentes. Aquel enemigo era aterradoramente superior.

A pesar de todo, él no retrocedería jamás, aunque le costara la vida. Su grupo de amigos no reaccionó a tiempo; solo la única chica del grupo se percató de que algo raro estaba ocurriendo en aquel campo de batalla. Él estaba recibiendo una paliza de cuidado y parecía no defenderse. En uno de aquellos devastadores puñetazos, fue lanzado al interior del bosque que había a su izquierda. Ella aprovechó y se internó en dicho bosque; tenía que ayudar a su compañero antes de que aquella mala bestia lo aplastara.

Lo halló empotrado en una gran secuoya; parecía muerto. Apoyó su oreja contra su pecho y percibió un leve latido.

Al notar una tenue presión sobre su pecho, despertó y, al verla, no supo si había muerto o seguía vivo. Levantó cuidadosamente su mano y la posó cautelosamente sobre la cabeza de ella, que, sorprendida, le preguntó:

—¿Qué te ocurre? ¿Por qué no luchas?

—He tratado de encontrar su punto débil, pero no lo he encontrado —dijo con voz quebradiza—. ¿Y el resto? ¿Dónde está? —preguntó, sorprendido de verla a ella sola.

—No lo sé, últimamente se han comportado como si el combate no fuera con ellos y me preocupa.

—Creo que yo he tenido la culpa de su desánimo —dijo él mientras aquella mole desgajaba los árboles tratando de encontrarlo—. Debes irte —dijo él, saliendo del hueco de aquella secuoya—.

—No te voy a dejar si te enfrentas solo a esa mole; te hará ciscos —refirió ella, nerviosa.

—Todavía me queda un as en la manga —dijo él con una leve sonrisa.

—Prométeme que no te vas a dejar matar —refirió con tristeza ella antes de abandonar el bosque.

—Te lo prometo —respondió él. En su mirada había algo más que determinación; había una furia visceral que despertó al licántropo que llevaba en su interior.

La aterradora criatura que avanzaba hacia él no sabía que lo que le esperaba era una bestia sanguinaria con sed de sangre. Su musculatura, otrora destrozada, se había cuadruplicado; su piel se resquebrajaba, saliendo con una ira inconmensurable. Cuando el licántropo estuvo libre, lanzó un aullido desgarrador. Eso debió de ser suficiente como para que aquella mala bestia se diera la vuelta y huyera, pero era irracional y creía que era inexpugnable. ¡Qué equivocado estaba!

En cuanto llegó al claro, tan solo vio a un extraño ser que lo miraba con desdén y desprecio. Aquello lo cabreó de veras y atacó sin más. No tengo palabras para transcribir la salvaje pelea donde aquel mastodonte fue despedazado sin contemplaciones por el joven que había sido vapuleado hasta hacía 5 minutos.

Continuará…

M. D. Álvarez

viernes, 21 de noviembre de 2025

Mitos en verso, de Guillermina Sánchez Oró (Reseña nº 1127)

 


 

Guillermina Sánchez Oró
Mitos en verso
Ediciones Letra Azul, 2024

Con el subtítulo de Caminamos con nuestros antepasados, es una obra que el lector va a comprobar cómo destaca por la habilidad de su autora para transformar narraciones míticas en poesía, y no en cualquier poesía, sino en sonetos, una de las fórmulas más logradas de la poesía.

He tenido la oportunidad de asistir a varios encuentros poéticos donde ella y su marido, Alberto Pinazo, nos han recitado y luego narrado las aventuras de estos mitos que están enraizados en nuestra cultura, que no olvidemos, es la judeo-cristiana, pero también la greco-romana, por mucho que los actuales reformistas quieran que sea o musulmana o escandinava, que tanto monta.

Hay en este libro una riqueza mítica que hace imprescindible su lectura, su relectura, tanto en recitales como en colegios, y algo así apunta el autor del prólogo, el ínclito Victorino Polo García, catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana en su prólogo.

Las ilustraciones y la portada son de la propia autora, polifacética ella en la creación artística y literaria.

Francisco Javier Illán Vivas

martes, 18 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (3 de 8)


 


John, despierta, ¿me oyes? Despierta. La oía de fondo; me encontraba en la misma cabina, pero había menguado o yo había crecido. Me sentía pesado, pero abrí los ojos lentamente. La vi sonreír y abrir la cabina. Me cogí al borde de la cabina y me alcé. Me sentía repleto y lleno de vitalidad. Miré mi brazo, esperando no hallarlo, pero estaba ahí. No me percaté de que los demás miraban hacia arriba, incluso los dos gigantes que la franqueaban. Incluso Angus me miraba con asombro.

—¿Cuánto llevo dormido? —pregunté.
—Ocho días —respondió, preocupada. Al principio, el suero no surtía efecto; al cuarto día, el suero comenzó a modificar tu metabolismo y regenerar tu brazo.
—¿Puedes aproximarte? —preguntó ella, situada a una gran distancia.
Suavemente avanzó, controlando su cuerpo. En tan solo dos zancadas, estaba situada al lado de ella, que se hallaba subida en una plataforma de 6 metros.
—John, he de hacerte un par de pruebas motoras. Sígueme.
La plataforma se desplazó silenciosamente hacia una gigantesca puerta. Las puertas se abrieron, dejando ver un gigantesco artefacto que le recordaba a una estación de entrenamiento de árbol, pero a tamaño descomunal.
—¿Crees que puedes realizar un par de serie de 5+1?
Me situé frente a aquella estación de entrenamiento y comencé a golpear con una serie de golpes cada vez más y más rápido. Cuando me di cuenta, había reducido a añicos la estación de entrenamiento.
Me giré y la vi; tenía cara de asombro. Mi fuerza era pasmosa; ahora debía comprobar si mi inteligencia había sido mermada o si había aumentado mi coeficiente intelectual.
Las alarmas saltaron; el techo se estaba derrumbando sobre ella. No me lo pensé dos veces: agarré a Angus y a ella y los puse a salvo. Después, con una velocidad de vértigo, me situé entre los pilares que sujetaban la bóveda y extendí los brazos, enderezando las dos columnas.
La oí decir: —Lo has hecho extraordinariamente bien, John. Has calculado el lugar más seguro y nos has dejado a salvo, y acto seguido has enderezado las columnas base que sujetan la bóveda y minimizado los daños. El suero no te ha mermado la inteligencia; es más, creo que sigues siendo el más inteligente de todos.
—¿Y por qué me parece que he sido tu cobaya? —pregunté, acercándome.
—No era mi intención; necesitamos a los mejores y tú eres el mejor.
—¿El mejor para qué? —dije, visiblemente enfadado.
—Hemos recibido un ultimátum de un ente extraterrestre. Enviamos todo lo que teníamos contra él y los borró de un plumazo.
Continuará…

domingo, 16 de noviembre de 2025

Seremos mariposas en el infinito, de Claudia Albaladejo (Reseña nº 1126)

 


Claudia Albaladejo
Seremos mariposas en el infinito
Postdata Ediciones, 2023

Este pequeño libro de la pinatarense Claudia Albaladejo contiene una bella colección de poemas, de frases que podrían ser aforismos o greguerías, en tono poético, pensamientos que la autora comparte con el desconocido lector.

Ciento noventa y cinco, numeradas, para hablarnos del dolor, pero también de un renacer, de una resurrección en forma de mariposa, dejando paso después a los poemas donde desarrolla toda su creatividad.

La autora pretende compartir con todos aquellos "que alguna vez nos hemos sentido como huracanes y también para aquellos a los que arrasó un huracán", los que provocan el dolor, los que lo sufren.

Leerlo me ha llevado varias semanas, pero por un simple motivo: lo he ido disfrutando poco a poco, a breves sorbos.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 11 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (2 de 8)

 


Ya en la cabina de inmersión me lo seguía pensando pero ya no había vuelto a tras además ella me ataba a su pasado aquel pasado tumultuosa y tórrido la quería y no podía defraudarla la vía estaba puesta.
La vi acercarse a la cabina con el rostro sombrío notarás una sensación de pesadez tranquilo es normal.
De pronto, me di cuenta de que me estaban durmiendo. Aún la oía hablarme: «Es mejor que estés dormido; el dolor sería atroz y ya has sufrido más que nadie».
Aún así, me seguía resistiendo, debatiéndome entre la consciencia y la inconsciencia, hasta que me sumí en un perturbador sueño profundo donde seguía oyéndola hablarme para mantenerme tranquilo. No supe cuánto tiempo estuve en aquel estado, pero de pronto algo cruzó mi mente: un estallido de dolor salvaje recorría todo mi cuerpo, incluso mi brazo izquierdo, que perdí en la última batalla. El dolor me atenazaba, retorciéndome de forma brutal.
Entonces, la oí llamarme: «John, John, tranquilo, no luches».
No estaba en mi naturaleza dejarme vencer, pero dejé de resistirme; algo en su voz me calmó.
Ella fue la única que salió indemne del atentado. Sé que me buscó, pero yo había caído en un estado de negatividad. Tiempo atrás, quise quitarme de en medio, pero algo me retenía aquí; los lazos que me unían con ella eran mucho más fuertes que el diamante.
Por eso, cuando Angus me invitó al OCE, ni me lo pensé; sabía que el único sitio donde la encontraría sería ahí.
La oía cantar «Spending My Time» de Roxette; era nuestra canción. Aquello me sumió en un placentero sueño.

Continuará...

M. D. Álvarez 

viernes, 7 de noviembre de 2025

Paisajes y lecturas, de Pedro Diego Gil López y Jesús A. Salmerón Giménez (Reseña nº 1125)

 


Pedro Diego Gil López, Jesús A. Salmerón Giménez
Paisajes y lecturas
Editorial Almadenes, 2024

Una joven editorial, un amigo de años y uno que lo será a partir de ahora, se reúnen bajo la égida de Rosa Campos Gómez que es, además, la autora de las ilustraciones de la portada.

Me hice con este ejemplar en la Feria del Libro de Cieza, aquel nefasto día del apagón nacional, y hace pocas horas que le he puesto el punto y final a la lectura. Un libro a dos manos que, por cierto, veo que cada vez se publican así libros, de dos o más autores.

En efecto, este volumen reúne dos libros : los paisajes que caminaremos junto a Pedro Diego Gil, que nos lleva a los parajes más bellos de Cieza y alrededores, muchos de los cuales he tenido la oportunidad de caminar con amigos de la localidad haciendo senderismo o, simplemente, por el placer de ir a visitarlos.

Y el segundo, las lecturas, él nos lleva más a a sus inicios como escritor, a los lugares que le inspiraron, que conformaron su creatividad literaria, muy influenciada por todos ellos, además de sus lecturas.

Por tanto el lector encontrará lugares cercanos, historias, paisajes que han ido cambiando con el tiempo, y lo que ha influido todo ello en quienes viven allí, en Cieza, bajo la vigilancia permanente de La Atalaya.

Francisco Javier Illán Vivas

miércoles, 5 de noviembre de 2025

El retorno de John Sanders, de M.D. Álvarez (1 de 8)


 

 

En aquel edificio de seis plantas se encontraba la base secreta de la organización de combate exoespacial más conocida como OCE, a la que me habían invitado a visitar. La recepcionista, al verlo entrar, lo miró de hito en hito, preguntándose: «¿Y este de dónde se ha caído?».

—El señor Angus Tyron me está esperando.
La cara de ella cambió; ahora estaba pálida. Se dio cuenta de que debía ser alguien importante, pues tenía la tarjeta de presentación del director general.

—Si espera aquí, por favor, voy a avisarle. Perdón, ¿a quién tengo que anunciar?

—John Sanders —le dije con una sonrisa encantadora.

—John, qué alegría que aceptaras la invitación —dijo aquel armario ropero que sonreía de oreja a oreja.

—Hombre, Angus, tanto me has insistido que he tenido que pasar a visitarte —dije, esquivando el férreo abrazo que pretendía darme.

—Vaya, veo que sigues siendo muy tuyo con las muestras de cariño.

—No, es que tus abrazos son demasiado férreos.

—Ok, ok, me disculpo —y tendió la mano.a modo de disculpa

Su mano estrujó la mía, pero levemente. Ven por aquí, quiero que veas los laboratorios y en lo que estamos trabajando. Nos dirigíamos al ascensor, que curiosamente tenía más pisos subterráneos que los seis superiores.

—Quieto, que te unas a nuestra organización, John. Tú serías una de las mejores bazas y, además, creo que ya conoces a alguno de los otros miembros del equipo, dijo visiblemente satisfecho.Al abrirse las puertas del ascensor, la luz me deslumbró; tuve que adaptar mi vista. Cuando lo logré, la vi allí, junto a dos gigantes.

Ella lo reconoció enseguida y echó a correr en su dirección.

—Creí que habías muerto —comenzó a decir cuando se fijó en la articulación de mi codo izquierdo. —¿Por qué no nos dijo nada, Angus? —dijo, airada.

—Lo siento, doctora Angie, no hay nadie más cualificado para probar el suero.

—Un momento, ¿de qué suero estáis hablando? —pregunté incrédulo ante lo que estaba oyendo.

—¿No le ha dicho nada? Es usted incorregible —terció ella con el rostro sombrío.

Ella me llevó a parte y me explicó que habían descubierto un suero regenerador y modulador de cuerpos. Pero que no había sido probado en humanos de pura cepa. Aquellos dos gigantes eran subhumanos y el suero había cuadruplicado su tamaño, pero no así su inteligencia.

—¿Y pretendes que me someta a este ensayo?— Pregunté visiblemente preocupado ante el cariz que estaba tomando la situación.

—No sabía lo de tu situación; te perdimos cuando el anterior cuartel general fue destruido —quiso calmarme—. Este suero podría devolverte tu brazo.

—Y también podría privarme de mi humanidad —tercí yo con cara de pocos amigos.

—Lo sé, y créeme, estamos desesperados —arguyó con aquella mirada capaz de desarmar al más pintado.

Me separé de ella pensando que, si me necesitaban, estaba dispuesto a arriesgarme.

Continuará… 

M. D. Álvarez 

sábado, 1 de noviembre de 2025

Hojarasca, de Ginés Aniorte (Reseña nº 1124)


 

 

Ginés Aniorte
Hojarasca
La Fea Burguesía, mayo 2025

Un libro hecho de retales, nos explica el autor, poemas que fueron dejados aparte, porque en aquel momento en que los escribió o que fue recopilando para sus libros de poesía anteriores, no les encontró cabida.

Leídos años después (es una recopilación de todos esos poemas de los últimos 20 años) se da cuenta de que son parte de lo que él es, de lo que le define y ha tenido el acierto de reunirlos en esta edición de mayo del presente año.

Divididos en cuatro partes: Aquellos, los de entonces; Del tiempo y sus afanes; Ave Fénix e Inventarios.

Con esta edición nos dice que "libero, pues, estos poemas seguramente recluidos sin razón, esperando que cada cual inicie la andadura que los lectores le consientan".

Creo que es una oportunidad muy interesante para conocer esta parte de la creación poética de Aniorte que permanecía oculta en el "fondo" de su ordenador.

Francisco Javier Illán Vivas 

martes, 28 de octubre de 2025

El valor de dos, de M.D. Álvarez

 


No sabía cuánto terreno habían recorrido, pero se enfrentaba a su primer tabú, aquel del que nadie ni ninguno de sus amigos se había osado enfrentar.  
La noche anterior, fueron recogidos por un camionero que, muy amablemente, les había ofrecido subirse a su cabina. A mitad de trayecto, algo cambió en la afabilidad de aquel transportista; comenzó a toquetearla sin contemplaciones, a pesar de que ella le había dicho que no, que parara el camión. Pero no hubo manera; solo la real defensa de su compañero evitó que la agresión pasara a mayores. El camionero paró en un área de servicio perdida en los páramos, los hechos de la cabina y se largó diciendo: "A ver cómo salís de esta, niñatos".

Él se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros a ella, que todavía seguía traumatizada por los acontecimientos que acababan de ocurrir.  

—"¿Estás bien?", preguntó él, abrazándola con ternura.  

—"Sí, solo quiero salir de aquí", respondió ella entre sollozos..

—Creo que he visto una granja a dos kilómetros de aquí. Allí podrás descansar —dijo él—. Se había quedado con la matrícula del tráiler; cuando la pudiera poner a salvo, se encargaría de localizar a aquel cerdo y ajustarle las cuentas. 

M. D. Álvarez 

viernes, 24 de octubre de 2025

Lucrecia, de Teresa Galeote Dalama (Reseña nº 1123)

 


Teresa Galeote Dalama
Lucrecia. Las orillas del tiempo.
M.A.R. Editor, febrero 2025

He tenido la suerte de ir leyendo a Teresa Galeote Dalama los últimos años, y aquí, en estos no tan abruptos Acantilados de papel hay varias reseñas de sus obras. Si la memoria no me engaña, esta es la tercera novela que le leo.

Y es un poco diferente a las demás, narrada en primera persona, nos cuenta la historia de Lucrecia, pero también la de Bernabé y sus historias o relatos. Me han gustado mucho esas narraciones dentro de la narración general.

¿Quién es Lucrecia? Una mujer llegada desde Hispanoamérica a España en busca de una vida mejor, que se convierte en una vida de trabajo, de lucha, de escapar del acoso de un nefando Julián que la chantajea, de las mentiras de la señora que le promete una y otra vez que tendrá papeles. En resumen: de las personas que se ven obligadas a emigrar. Ahora desde Hispanoamérica a España u otras naciones. Y en su momento, desde España al Nuevo Mundo.

Francisco Javier Illán Vivas 

miércoles, 22 de octubre de 2025

La caída de Troya, de M.D. Álvarez


 

—Yo no me atrevo a llevarle la contraria -objeto Automedonte, al grupo de aurigas que, asustados, observaban cómo el salvaje Aquiles mataba a diestro y siniestro a héroes troyanos en la flor de la vida, una vida que muchos de ellos perderían a manos de Héctor, el teucro de tremolante penacho.

La batalla podría haberse resuelto de un modo diferente si Agamemnón no le hubiera robado a la hermosa sacerdotisa de piel tersa y suave al bravo Aquiles y culpado a Héctor de saciar su apetito con ella. Mal sabía el héroe tesalónico que Agamemnón se la estaba jugando.

Posiblemente, estos dos aguerridos héroes hubieran sido amigos si no se hubiera torcido el enlace de Menelao con la hermosa Helena.

Ahora, en el fragor de la batalla, los dos héroes se enfrentaban por sus respectivos pueblos, todo por la codicia de Agamemnón, que, ávido del poder de Troya, quería destruirla a toda costa; y, si era preciso, sacrificaría a todos los héroes aqueos que fuera necesario hasta lograr que Zeus fulminara la hermosa ciudad consagrada a Atenea, que, airada, ayudó al joven Eneas a huir y fundar la magna ciudad de Roma.

M. D. Álvarez

viernes, 17 de octubre de 2025

En estado de gracia, de Carmelo Guillén Acosta (Reseña nº 1122)

 


Carmelo Guillén Acosta
En estado de gracia
Renacimiento, 2021

La lectura de este poemario me trae luz, que incide directamente en los receptores de la felicidad, de iluminar un camino, aunque para decir la verdad, me ha estado iluminando dos semanas, entre Feria del libro y Feria del libro, los momentos de sentarme relajado al lado de mi caniche Irisfree.

Plenitud, encarnación, vida, fe, pero no ciega, fe en cada momento, ese don que nos canta estando en estado de gracia.

Ya no quiero otra cosa que el cariño.
Después de haber vivido a su cuidado,
ya no quiero otra cosa que el cariño,
que el roce de su mano bienhechora,
que su presencia eterna por mi vida.
Si no a qué se debe este afán noble
de volver de continuo por mis pasos,
de no apartarme nunca de esa senda
en la que me resulta imprescindible
tener a quien querer y que me quieran.

Lo he disfrutado durante tres semanas, pocas veces he hecho eso con un poemario.

Francisco Javier Illán Vivas  

jueves, 16 de octubre de 2025

Amor y pasión, de Harmonie Botella

 


AMOR Y PASIÓN

En el éter de la pasión eterna,

cuando el fervor se entreteje con el alma,

surge el ardor, cual llama imperecedera,

y el afecto como río de aguas cristalinas.

La pasión, vorágine de emociones puras,

se funde en la devoción, altar sublime,

mientras la adoración, cual himno celeste,

eleva el espíritu a cumbres divinas.

En la ternura, nido de susurros tiernos,

florece el cariño, jardín secreto,

y el apego, vínculo de hilos invisibles,

ata los corazones en nudo eterno.

La caricia, brisa de pétalos suaves,

roza el alma con manos etéreas,

mientras el idilio, sueño de armonía,

pinta el cielo con colores incandescentes.

En el afán, hoguera de deseos nobles,

se enciende la estima, luz perenne,

y la predilección, estrella guiadora,

ilumina caminos de éxtasis profundo.

La veneración, cual rezo en templo oculto,

exalta el lazo de almas entrelazadas,

mientras el embeleso, néctar divino,

embriaga los sentidos en danza perpetua.

Así, en el amor, un sinfín de sinonimias cultas.


Harmonie Botella