José Luis Morante
Ninguna parte
Ediciones La Isla
de Siltolá, 2013
Ninguna Parte llega tres años después de la antología
personal Mapa de Ruta (Maillot
amarillo, 2010). Como indica el propio autor en una anotación final, el volumen
contiene algunos de los poemas que ya aparecieron en revistas y en la
mencionada antología; junto a los inéditos componen una reflexión, fruto de un
lustro de trabajo lírico, que se subdivide en diferentes apartados, agrupados
por temática y estilo, que defienden una apuesta poética común centrada en la
observación del entorno cotidiano y la reflexión respecto al mismo.
Suelen moverse las
composiciones de José Luis Morante en torno a ese postulado crítico y sosegado
donde el sentimiento intenso se deja tamizar por el paso del tiempo hasta que
retorna preparado para su compresión y posterior aceptación definitiva en forma
de objeto artístico. El ojo poético de este autor es uno analítico y el Tiempo,
así como el recuerdo, uno de sus principales temas de cohesión.
Nos movemos en una
propuesta estética clásica en el autor que defiende una línea clara cuyas
imágenes se alejan de cualquier artificio ostentoso pero también de la
arbitrariedad y de la experiencia poética centrada en exclusiva en lo meramente
anecdótico. Una pluma que tiende al aforismo en la que se percibe un deseo más
elevado; el de un buscador de metales que, con paciencia, tamiza la tierra
basta en su cedazo para destilar lo intelectual y el gozo de lo erudito que
habita en las cosas más banales. Buena prueba es el apartado Piedra caliza, epitafios. Al final sólo
quedará de nosotros una suerte de sentencia grabada en nuestra lápida.
Este libro se aleja,
no obstante, de los anteriores respecto a una perspectiva de aceptación de lo
común y cierta ponderación de lo más emotivo en lo cotidiano y la experiencia
más personal. Pese a ejercitar todas las perspectivas focales (el tú, el ellos,
el nosotros) hay un yo narrador del
poema que canta con evidencia vibrante desde la misma piel de ese escritor real
y físico, la persona detrás de la página. Esto se percibe en poemas de gran
brillantez como Otitis, Alzheimer o el extraordinario Trenes.
Estamos ante la
reflexión de un hombre que se plantea los problemas de la vida con una cierta
sensación de haberse esforzado al máximo, que ahora duda tanto de sí mismo como
de la autenticidad del entorno y que muestra cierta (falsa, infundada)
preocupación de haber alcanzado el cenit de su vida personal y creativa hace un
tiempo y, con resignación y estoicismo, se plantea apartarse de la agotadora y
vacía lucha que lo desgasta todo, de ese eterno caminar en círculos y ciclos
que conduce al acertado título del libro: a
ninguna parte.
El volumen está
bien editado, tamaño manejable, resistente, una cubierta con solapas que
muestra un caleidoscópico damero en llamativos y variopintos colores. La letra
es clara, de cómoda lectura. El papel es muy grueso, firme y rugoso, color
hueso, muy agradable al tacto. Buen trabajo editorial.
En resumen, un
libro para los amantes de una poesía reposada, de línea clara, reflexiva,
comprensible pero elevada y que, como toda poesía, transita en la duda y la
incertidumbre humana. Una mirada contemplativa junto al mar de la existencia y,
en sus propias palabras, desde el oficio
artesano del poema.
Fernando López Guisado.
Cada libro sugiere al lector un diálogo en voz baja, lleno de emoción y sosiego. Así que sólo puedo manifestar mi gratitud por la lucidez de la reseña y por el afecto cordial que transmite.
ResponderEliminarUn abrazo