Crimen en La Torre de Montijo
Ediciones Irreverentes, noviembre de 2013
José María López Conesa alcanza, con su novena novela, un lugar entre los escritores que deberían encontrarse, por méritos propios y no ajenos, en el Paseo de las Letras de Molina de Segura porque, a diferencia de alguno de los que están, nadie le ha regalado nada y ha sido su perseverancia creativa, su empeño en el escribir, lo que le ha llevado a que su novela más reciente se publique en la inquieta editorial madrileña Ediciones Irreverentes.
Desde el último título que dio a la imprenta han pasado unos años en que ha madurado Crimen en La Torre de Montijo. Lo ha leído, releído, lo ha dejado a lectores -yo fui uno de los privilegiados- ha aceptado los elogios y las críticas de tales lectores, y ha mejorado su trama hasta convertirla en una novela que en estas fechas se pasea, entre otros lugares, por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).
Me recuerdo leyendo varias obras de Agatha Christie para una conferencia a la que había sido invitado, cuando me llegó el voluminoso manuscrito que José María quería que leyese con ojo crítico.
Observé que aquella trama, que acontecía en un diminuto núcleo urbano situado entre Molina de Segura y El Llano de Molina, se asemejaba mucho a lo que podía imaginar la Christie con St. Mary Mead de su inquieta señorita Marple.
López Conesa nos desvela, con buena pluma, que en los núcleos de población muy reducidos no hay hecho, por muy insustancial que parezca, que no sea motivo de comentario... y una violación es más que un notición. Todos los vecinos se arrogarán el derecho de voz y voto para emitir su veredicto particular.
Los personajes de esta corta novela no tienen nombres de difícil pronunciación o lectura, muy al contrario, algunos han caído en el olvido de tanto utilizarlos en el pasado: Julián, Miguel, Antonio, Enriqueta, Florita, Custodia, Gaspar... incluso la autoridad militar y policial tiene un nombre de los más arraigado en el subconsciente popular: Marcelino, tan unido al pan y al vino de la memoria colectiva.
En efecto, un pequeño núcleo de población -en noviembre de 2013 en él sólo vive una familia-, una única taberna, la belleza de una joven casadera, la enemistad acérrima entre dos pretendientes, Miguel y Antonio (éste, casado), conducirá a la tragedia que tendrá a la joven como víctima de una violación.
Sabremos, en ese momento de la novela, cuál es el crimen, quién el violador y quién la ultrajada y violada... pero estamos en la página 57 del libro, y aún nos quedan casi cien para terminarlo.
A partir de ese momento José María juega con el lector, con la sencillez de su prosa para, incorporando nuevos personajes, enredar la trama: la huida del violador, la sospecha latente entre todos los vecinos, las reformas de una de las casas y un nuevo y acaudalado vecino que llega al lugar...
Planeando alrededor de todo esto, un personaje imprevisto, no sospechado, el descubrimiento de lo inimaginable en un lugar como La Torre de Montijo, una Florita que no es tan casta como parece, y un desenlace que pocos lectores se esperan.
Un cúmulo de sensaciones, como podemos leer en la contraportada, terribles.
PD: La novela va precedida de un excelente prólogo del sacerdote Vicente García Hernández, el poeta más relevante que jamás ha dado Molina de Segura.
Francisco Javier Illán Vivas
PD segunda: José María López Conesa presenta su novela el próximo martes, 3 de diciembre, día de San Francisco Javier, en la Biblioteca Salvador García Aguilar.
Sólo puedo decir que gracias por el regalo, amigo.
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