Juan Gil Palao, (Yecla, Murcia, 1970).
Escribe su primera novela a los 18 años, “La Sierra del Cuervo”, a la que le siguieron “Vulpes” (1994), “Aracil” (1998) y “Hay cosas
que tiran mas” (2004). Ha escrito más de cuarenta cuentos de diferentes
géneros, sintiéndose desde siempre impulsado a escribir. Tras diversos trabajos
y estudios a principios de 2001 comienza a trabajar como interino en la
administración de justicia, hasta que en
2004 supera las oposiciones e ingresa definitivamente. A principios 2005 se traslada, por motivos de trabajo a
Sevilla, ciudad en la que vive hasta finales de 2007, cuando regresa a Yecla.
Tuve el placer de conocerle personalmente
en Molina de Segura, en Guabábana Jam, una tarde que esperábamos el inicio de
una de las postreras sesiones de Los
martes de Luna Llena, que la crisis se llevaron.
“Hay
cosas que tiran mas” es la primera novela que publica estando, hasta el
momento, el resto de sus trabajos inéditos. Creo que por poco tiempo.
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.
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Pregunta.- Juan Gil Palao ha sido, hasta el pasado año
2013, un desconocido en el mundo literario, tanto regional como local. Tu
primera novela la escribiste a los 18 años, pero han tenido que pasar 25 años
para ver publicada tu primera novela. ¿Por qué tanto tiempo?
Respuesta.- Porque no me he preocupado
excesivamente en publicar. Practicaba la escritura igual que practico otras
aficiones. Es cierto que la primera novela la escribí a los dieciocho
años, aunque la estuve modificando y
retocando varios años, la envié a varias editoriales y a algún certamen
literario, pero esas editoriales eran de
las grandes y conocidísimas y ese certamen era de los gordos, con lo cual ante
un primer rechazo ya no insistí. Con la segunda novela fue algo parecido.
Después empecé a escribir cuentos y relatos cortos, de varios géneros,
probando, ensayando, experimentando, y sin salir de un pequeño círculo de
lectores amigos y familiares; así tanteaba los gustos y la aceptación; cuando
veía las bases de algún certamen literario de cuentos y tenía algún relato que
encajara en esas bases lo presentaba, en algunos certámenes estuvieron todos
los años enviándome las bases, y aún lo siguen haciendo. Con la satisfacción de
mi pequeño público me era suficiente. Pero no tiraba la toalla. Seguía
escribiendo por inercia. Me salían solos los relatos y las novelas, incluso
algunas rimas. Había veces que no escribía sino para mí, para mi propio gozo y
satisfacción, a veces desahogándome, otras experimentando o tratando de imitar
tras leer a algún autor o una obra estrambótica que me diera una idea. La
tercera novela (Aracíl), tan solo fue
enviada a un certamen de novela corta, y ahí se quedó, no la envié a ninguna
editorial ni hice ningún intento de publicarla. Y “Hay cosas que tiran más”, fue escrita en un buen momento para mí,
fue presentada al mismo certamen de novela corta y ahí se quedó, pero en cambio
noté en esta novela más aceptación y me dio la sensación de haber conseguido
atraer la atención del lector de una forma diferente a las otras novelas y
cuentos. Una amiga que en aquellos momentos estaba conmigo compartiendo destino
eventual en Sevilla me dio la dirección
de una editorial en Lérida, lugar de donde ella era, diciéndome que le había
gustado mucho y que podría publicarla. Pero también se quedó ahí la cosa. Tuvo
que ser Editorial ADIH quien me abriera las puertas, quien me dijera que sería
interesante publicarla y quien me facilitara todo sin ningún ánimo de lucro y
con el único fin de fomentar la cultura y abrir las puertas a autores inéditos.
P.- Sí, en efecto, interesante que, entre toda tu obra,
apuestas por publicar primeramente “Hay cosas que tiran más”, que la
terminaste de escribir hace ya diez años.
R.- Porque yo creo que es
la que mejor me salió y pensé que por la temática tal vez fuera la que más
pudiera interesarle al público. Además creo que había alcanzado a la hora de
escribirla una madurez en la narrativa que no tenía desarrollada en las
anteriores novelas.
P.- Una novela que trata sobre la violencia de género y
que, por cierto, fue presentada con bastante éxito en su debut, en Yecla.
R.- La verdad es que no esperaba tanta
aceptación y éxito, todo fue muy rápido, y no me terminaba de creer ver el
salón de actos de la casa municipal de cultura de Yecla lleno. También influyó
bastante mi hermana Lourdes, que es muy conocida en el ámbito local y fue la
que organizó el acto y le dio difusión en los medios. Pero fue para mí un
trance emocional grande, el ver la gente que fue, gente que estaba mucho tiempo
sin ver y que fueron al acto, viejos amigos, vecinos y conocidos. Fue como ver
un sueño cumplido, el de ver publicada
una de mis novelas.
El tema de la violencia de género es un
tema que hoy por hoy sigue despertando mucha sensibilidad, pero a veces tratando de arreglar un problema
se legisla en caliente sin pensar en otras consecuencias que puede acarrear la
ley produciendo por otro lado otras situaciones injustas. Por eso creí en aquel momento interesante
enfocar la violencia de género desde otros puntos de vista y ver las
situaciones que se podían producir intentando erradicar esta terrible lacra. Surgiendo en mi imaginación esta historia y
estos personajes y teniendo ya conocimiento jurídico sobre esta materia.
P.- En qué se parecen Andrés, el personaje que nos
cuenta su experiencia en Hay cosas que
tiran más, y Juan Gil Palao, su autor.
R.- Se parecen bastante en muchas cosas,
pero no en otras, yo creo que quien se parece más a Juan Gil Palao es el protagonista pasivo, el amigo que
escucha en silencio lo que Andrés le cuenta, ese es realmente el vivo retrato
del autor y con más elementos comunes.
Pero la vida nunca deja de sorprendernos, y
unos años después Juan Gil Palao se vería en un trance algo parecido al que se
ve Andrés en la novela. El autor tropezó con la misma piedra que el personaje,
aunque de forma diferente y con circunstancias diferentes.
Tal vez en lo que más se parezcan Andrés y
Juan sea en la forma de pensar y de de
ver muchas cosas, y en la inocencia, en pensar por lo general bien de toda la
gente y tardar en ver la maldad. En ser confiados. En la ingenuidad.
P.- La siguiente pregunta es casi obligada, ¿en qué no
se parecen Andrés y Juan?
R.- Juan piensa de manera más racional que
Andrés, tiene más personalidad y más carácter, y a la larga no se deja dominar ni absorber.
El problema que tuve en la vida real a diferencia del de Andrés fue
precisamente por no dejarme absorber ni dominar, y aguanté hasta un cierto
punto hasta ser yo quien decidiera poner fin a la relación de pareja, cuando
respecto al protagonista de la novela fue precisamente al contrario, y fue ella
la que dejó a él ante circunstancias adversas.
Juan no permitió que su pareja le aislara
de sus familiares y amigos, justamente al contrario que ocurre con Andrés, el
protagonista de la novela. Juan despertó
antes de ese encantamiento.
P.- Tengo una gran curiosidad. ¿Qué ha aprendido Andrés
tras la experiencia personal y profesional que nos narra en Hay cosas que tiran más?
R.- Andrés, al igual que más tarde el
autor, recibió una gran lección de la vida. Yo creo que aprendió básicamente
que las primeras impresiones sobre una persona engañan, que hay que tratarla y
conocerla a fondo. Que no siempre es oro lo que reluce. Que no existen rosas
sin espinas, aunque muchas parejas pese a las diferencias y circunstancias se
terminan entendiendo para una eterna convivencia aceptándose tal y como son cuando
ambos actúan de buena fe. Y que ciertamente sí que tiran más que dos
carretas. Podemos cegarnos y tardar en
ver las realidades sin pensar en las futuras consecuencias.
P.- ¿Pretendías en algún momento que tu novela fuese
polémica?
R.- Nunca escribo nada con intención de
sembrar polémica. Es algo que sale de dentro y se expresa en el papel. Ante
alguna vivencia, un hecho, una crónica, algo que nos han contado, o cualquier cosa, surgen en la mente una
historia y unos personajes pidiendo vida, y yo les doy vida de esa manera.
Después de estar escribiendo la historia o cuando la estoy escribiendo es
cuando llego a pensar en eso. Cuando
escribí la novela no pensaba ciertamente
en la polémica, pensaba que era
diferente y que podría gustar. Pero en el momento de publicarla, sabiendo todo
que aprendí y viví en los años siguientes, sí que pensé que la polémica podía
estar servida. Pero no obstante pienso que hay que ser valiente y atreverse a
enfocar las cosas desde todas las perspectivas y todos los puntos de vista,
barajar todas las consecuencias y ver todas las posibilidades para tratar de
corregir errores y evitar injusticias que he comprobado que se producen a la
inversa.
P.- Es polémica hasta tal punto que hay lugares –donde
tradicionalmente se presenta libros- que no han permitido que se presente.
R.- Eso es lo que no termino de entender. La
censura hace tiempo que terminó. Tenemos una democracia que yo creo que ya es
veterana y avanzada, y la libertad de expresión es un derecho fundamental de
nuestro ordenamiento jurídico. Yo creo que nadie se debe de sentir ofendido ni
ofendida con la novela y si alguien se siente así se está delatando. Es un tema
que despierta mucha sensibilidad, y los medios de comunicación se siguen
haciendo eco de las mujeres muertas a manos de sus parejas o sus ex parejas. Y
parece que hablar de este tema de una forma diferente al perfil de la mujer
herida, víctima y afligida sea un tabú. Yo estoy totalmente en contra de la
violencia y pienso que a la mujer realmente maltratada hay que poner todos los
medios para protegerla y que todo el peso de la ley debe de caer sobre el
agresor. Pero los escritores, mediante la literatura, encontramos una forma de
denunciar injusticias, como Vicente Blasco Ibáñez denunciara en sus novelas la
injusticia social y la desigualdad y como lo hicieron Víctor Hugo y otros
muchos, yo he visto desde que escribí la novela con la emergencia de la ley de
medidas de protección integral contra la violencia de género y sobre todo años
después trabajando en un juzgado con competencias en esta materia muchas
injusticias sobre hombres absolutamente inocentes y he visto abusos en algunas
mujeres que puede que ni sean maltratadas ni víctimas de violencia de genero de
los beneficios de esta ley, mientras otras que realmente sufren la lacra y
realmente necesitan ayuda y protección no denuncian, y mientras agresores
potenciales siguen maltratando y asesinando mientras otros que no lo son sufren
las consecuencias de la mala aplicación de la ley.
Curiosamente la mayoría de las
felicitaciones que he recibido por la novela han venido de mujeres que les ha
gustado y me dan la razón, lo cual revela que la obra no es nada machista, y
las pocas criticas vienen precisamente de quienes la han conocido pero no la
han leído, por ese rechazo inicial al enfocar el tema desde el otro lado. Yo
creo que debe de ser el lector quien la lea y quien juzgue y saque sus propias
conclusiones. Y me parece lamentable que haya lugares en los que se niegue
darla a conocer cuando sería bueno con el fin de abrir un abanico, abrir un
punto diferente de observación y reflexión,
y en definitiva enriquecer el
debate. Esa negativa tal vez sea por
miedo a sembrar polémica o por miedo a no ser políticamente correcto, pero yo
creo que se debe de dar cabida a todo y verlo todo, poner de manifiesto todas
las situaciones y circunstancias y juzgar oyendo a las dos partes.
P.- Contéstame a una última pregunta relacionada con
esta novela, ¿realmente la realidad supera con creces la ficción, como podemos
leer en la contraportada?
R.- Sin duda alguna, y lo digo con
propiedad y con tristeza porque he tenido la oportunidad de verlo, de sufrirlo
y de comprobarlo de forma contundente.
P.- Juan Gil escribe novela, pero también tiene un buen
número de relatos inéditos. Haruki
Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un
placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín.
¿Dónde se encuentra mejor Juan Gil, plantando un bosque o plantando un jardín?
R.- En los dos lugares y haciendo
cualquiera de las dos cosas me encuentro igual de bien. Una novela desarrolla
una historia de una forma más amplia,
desde luego es un reto, construir una historia y ver la forma de
desarrollarla mediante la narrativa y de estructurar la historia. Un verdadero
placer. Pero el cuento causa también el placer de contar una historia en corto
espacio, a veces de transportar un trozo
de vida al papel, de desarrollar una idea o un pensamiento. El bosque es más
vasto pero el jardín más pequeño y coqueto.
P.- Pasamos ya a preguntas más generales que me agrada
plantear a los autores que entrevisto, siempre buscando aprender ¿Cuándo sabes
si un texto es bueno o malo?
R.- Si te refieres a un
texto que se está escribiendo, te diré que por intuición, la autocrítica no es
fácil. A veces no sé si soy capaz de distinguirlo. Al releerlo y ponerse en el
lugar del lector se aprecia si se ha conseguido llevar un hilo conductor que
consiga atraer la atención y si las expresiones y descripciones son adecuadas.
Si la pregunta es referida al texto que se
está leyendo. Yo creo que pronto se
aprecia la calidad de la escritura, la forma de expresarse, transmitir,
describir. Y el hilo conductor que hace que el lector lo sigua sin perderse,
consiguiendo atraer su atención sin que se aburra o se harte. Lo de si es bueno
o si es malo no se si soy ciertamente capaz de distinguirlo porque también
depende de los gustos y de la forma de ver las cosas.
P.: ¿La buena
literatura está hecha por gente desobediente?
R.- Creo que sí, de la rabia contenida y de
la rebeldía pueden salir muy buenas obras. Yo creo que el escritor escribe de
lo que le motiva o de lo que siente, y algunas veces en forma de desahogo, con lo cual la
frustración y la limitación son
completas enemigas. Pienso que no sale igual escribir libremente y como se
siente que escribir con condiciones y limitaciones o prohibiciones. Basta que
limiten o condicionen para que sin pensarlo se salten las normas y se
desobedezca.
P.- ¿Usas mucho la papelera? Te lo pregunto por que en
una anterior entrevista Blanca Andreu
nos decía que publicar un libro al año a toda costa para estar en el candelero
va en detrimento de la obra, que ella usa mucho la papelera: hay que
pensárselo mucho para poner en el papel algo que merezca la pena ser leído.
R.- Sí, cuando escribía a máquina tiré muchos folios a
la papelera. Ahora es diferente, ya no se tira papel a la papelera, pero sí se
suprimen y se insertan muchos párrafos y a veces incluso se borra casi todo lo
escrito en una página. Releyendo siempre se encuentran fallos o se ve que lo
escrito puede ser mejorado, mejor expresado o mejor redactado o detallado.
P.- Anuradha Roy,
la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una
opresión. ¿Cómo lo ves?
R.- Yo no lo veo como una opresión. A veces
la opresión viene al querer terminar el relato o la novela y no encontrar el
momento para hacerlo, o ver como se alarga.
Por eso creo que para escribir no hay que tener prisa ni frustración,
soltar lo que se lleva y expresarlo como mejor se pueda o mejor se sepa. A veces es mejor no complicarse y dejar que
salga como salga sin esmerarse demasiado. Un regalo desde luego que lo es,
tener la facilidad o la facultad de contar historias y expresarlas mediante la redacción.
P.- Francisco Gijón puso en boca de uno de los
personajes de sus novelas: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el
arte de ningún ser pleno.
R.- Yo creo que no es así,
escribe el atormentado y el frustrado, pero también escribe quien es feliz y
desarrolla su imaginación creando mundos diferentes y ficticios.
P.: Tú que has
escrito cuentos, ¿te identificas con estas palabras de Cristina Fernández Cubas
que definió el cuento como “algo misterioso y titánico, que va siempre más allá
de la extensión que tiene”?
R.- Sí. Hay cuentos que no se quedan en su corta
extensión, sino que hacen pensar o dejan pensando, hacen reflexionar, y hacen
que la imaginación del lector vaya más allá de lo expresado.
P.- No sólo de letras vive el hombre. ¿Dónde podemos
encontrar a Juan Gil Palo en la red? ¿Le dedica mucho tiempo a ella?
R.- No demasiado, lo podemos encontrar el las
redes sociales, porque yo creo que hoy por hoy se han convertido en una
herramienta más del escritor. Sobre todo en Facebook, que se ha convertido en
la forma de comunicarme con muchas personas. Utilizo más el ordenador como
máquina de escribir y como base de datos. Y me dedico más a leer en papel,
viajar, tocar la guitarra, pasear y hacer ejercicio andando y montando en
bicicleta. En las redes sociales a veces paso más tiempo que el que quisiera,
pues a veces también se convierten en un quita-tiempo, pero es que en ellas
también se encuentran muchos enlaces y muchas cosas interesantes que nos pueden
enriquecer intelectualmente.
R.- Podría decir muchas, pero aconsejaría “La Misión”.
P.- Una obra de teatro.
R.- Don Juan Tenorio.
P.- Y una canción.
R.- Podría decir muchas, pero digo Imagine, de
John Lennon, por el mensaje y contenido.
P.- ¿Un libro?
R.- El
libro es un campo muy amplio y muy extenso, hay demasiados, pero aconsejaría Los Pilares de la Tierra. Por ser una
novela muy extensa, ambientada en la
Edad Media, y que atrae la atención del
lector sin aburrirlo en ningún momento durante cientos de páginas.
Fotografía: Virginia Leal, la modelo de portada.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros,
¿qué nos preparas para el futuro, literariamente hablando?
R.- Estoy preparando dos selecciones de
cuentos y relatos, y estoy revisando y
digitalizando las otras novelas. También
tengo en mente muchos cuentos y relatos más y muchas ideas que algún día
saldrán. Y una novela que trata el tema de la violencia de género de forma
mucho más amplia que tengo parada y que algún día retomaré y desarrollaré hasta
darle fin.
Muchas gracias.
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