viernes, 23 de mayo de 2014

Hablando de libros con Juan Gil Palao



Juan Gil Palao, (Yecla, Murcia, 1970). Escribe su primera novela a los 18 años, “La Sierra del Cuervo”, a la que le siguieron “Vulpes” (1994), “Aracil” (1998) y “Hay cosas que tiran mas” (2004). Ha escrito más de cuarenta cuentos de diferentes géneros, sintiéndose desde siempre impulsado a escribir. Tras diversos trabajos y estudios a principios de 2001 comienza a trabajar como interino en la administración de justicia,  hasta que en 2004 supera las oposiciones e ingresa definitivamente. A principios  2005 se traslada, por motivos de trabajo a Sevilla, ciudad en la que vive hasta finales de 2007, cuando regresa a Yecla.

Tuve el placer de conocerle personalmente en Molina de Segura, en Guabábana Jam, una tarde que esperábamos el inicio de una de las postreras sesiones de Los martes de Luna Llena, que la crisis se llevaron.

Hay cosas que tiran mas” es la primera novela que publica estando, hasta el momento, el resto de sus trabajos inéditos. Creo que por poco tiempo. 
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.

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Pregunta.- Juan Gil Palao ha sido, hasta el pasado año 2013, un desconocido en el mundo literario, tanto regional como local. Tu primera novela la escribiste a los 18 años, pero han tenido que pasar 25 años para ver publicada tu primera novela. ¿Por qué tanto tiempo?

Respuesta.- Porque no me he preocupado excesivamente en publicar. Practicaba la escritura igual que practico otras aficiones. Es cierto que la primera novela la escribí a los dieciocho años,  aunque la estuve modificando y retocando varios años, la envié a varias editoriales y a algún certamen literario,  pero esas editoriales eran de las grandes y conocidísimas y ese certamen era de los gordos, con lo cual ante un primer rechazo ya no insistí. Con la segunda novela fue algo parecido. Después empecé a escribir cuentos y relatos cortos, de varios géneros, probando, ensayando, experimentando, y sin salir de un pequeño círculo de lectores amigos y familiares; así tanteaba los gustos y la aceptación; cuando veía las bases de algún certamen literario de cuentos y tenía algún relato que encajara en esas bases lo presentaba, en algunos certámenes estuvieron todos los años enviándome las bases, y aún lo siguen haciendo. Con la satisfacción de mi pequeño público me era suficiente. Pero no tiraba la toalla. Seguía escribiendo por inercia. Me salían solos los relatos y las novelas, incluso algunas rimas. Había veces que no escribía sino para mí, para mi propio gozo y satisfacción, a veces desahogándome, otras experimentando o tratando de imitar tras leer a algún autor o una obra estrambótica que me diera una idea. La tercera novela (Aracíl), tan solo fue enviada a un certamen de novela corta, y ahí se quedó, no la envié a ninguna editorial ni hice ningún intento de publicarla. Y “Hay cosas que tiran más”, fue escrita en un buen momento para mí, fue presentada al mismo certamen de novela corta y ahí se quedó, pero en cambio noté en esta novela más aceptación y me dio la sensación de haber conseguido atraer la atención del lector de una forma diferente a las otras novelas y cuentos. Una amiga que en aquellos momentos estaba conmigo compartiendo destino eventual en  Sevilla me dio la dirección de una editorial en Lérida, lugar de donde ella era, diciéndome que le había gustado mucho y que podría publicarla. Pero también se quedó ahí la cosa. Tuvo que ser Editorial ADIH quien me abriera las puertas, quien me dijera que sería interesante publicarla y quien me facilitara todo sin ningún ánimo de lucro y con el único fin de fomentar la cultura y abrir las puertas a autores inéditos.




P.- Sí, en efecto, interesante que, entre toda tu obra, apuestas por publicar primeramente  “Hay cosas que tiran más”, que la terminaste de escribir hace ya diez años.

R.- Porque yo creo que es la que mejor me salió y pensé que por la temática tal vez fuera la que más pudiera interesarle al público. Además creo que había alcanzado a la hora de escribirla una madurez en la narrativa que no tenía desarrollada en las anteriores novelas.




P.- Una novela que trata sobre la violencia de género y que, por cierto, fue presentada con bastante éxito en su debut, en Yecla.

R.- La verdad es que no esperaba tanta aceptación y éxito, todo fue muy rápido, y no me terminaba de creer ver el salón de actos de la casa municipal de cultura de Yecla lleno. También influyó bastante mi hermana Lourdes, que es muy conocida en el ámbito local y fue la que organizó el acto y le dio difusión en los medios. Pero fue para mí un trance emocional grande, el ver la gente que fue, gente que estaba mucho tiempo sin ver y que fueron al acto, viejos amigos, vecinos y conocidos. Fue como ver un sueño cumplido,  el de ver publicada una de mis novelas.

El tema de la violencia de género es un tema que hoy por hoy sigue despertando mucha sensibilidad,  pero a veces tratando de arreglar un problema se legisla en caliente sin pensar en otras consecuencias que puede acarrear la ley produciendo por otro lado otras situaciones injustas.  Por eso creí en aquel momento interesante enfocar la violencia de género desde otros puntos de vista y ver las situaciones que se podían producir intentando erradicar esta terrible lacra.  Surgiendo en mi imaginación esta historia y estos personajes y teniendo ya conocimiento jurídico sobre esta materia.




P.- En qué se parecen Andrés, el personaje que nos cuenta su experiencia en Hay cosas que tiran más, y Juan Gil Palao, su autor.

R.- Se parecen bastante en muchas cosas, pero no en otras, yo creo que quien se parece más a Juan Gil Palao  es el protagonista pasivo, el amigo que escucha en silencio lo que Andrés le cuenta, ese es realmente el vivo retrato del autor y con más elementos comunes.

Pero la vida nunca deja de sorprendernos, y unos años después Juan Gil Palao se vería en un trance algo parecido al que se ve Andrés en la novela. El autor tropezó con la misma piedra que el personaje, aunque de forma diferente y con circunstancias diferentes.

Tal vez en lo que más se parezcan Andrés y Juan sea en la forma de pensar y  de de ver muchas cosas, y en la inocencia, en pensar por lo general bien de toda la gente y tardar en ver la maldad. En ser confiados.  En la ingenuidad.




P.- La siguiente pregunta es casi obligada, ¿en qué no se parecen Andrés y Juan?

R.- Juan piensa de manera más racional que Andrés, tiene más personalidad y más carácter,  y a la larga no se deja dominar ni absorber. El problema que tuve en la vida real a diferencia del de Andrés fue precisamente por no dejarme absorber ni dominar, y aguanté hasta un cierto punto hasta ser yo quien decidiera poner fin a la relación de pareja, cuando respecto al protagonista de la novela fue precisamente al contrario, y fue ella la que dejó a él ante circunstancias adversas.

Juan no permitió que su pareja le aislara de sus familiares y amigos, justamente al contrario que ocurre con Andrés, el protagonista de la novela. Juan  despertó antes de ese encantamiento.




P.- Tengo una gran curiosidad. ¿Qué ha aprendido Andrés tras la experiencia personal y profesional que nos narra en Hay cosas que tiran más?

R.- Andrés, al igual que más tarde el autor, recibió una gran lección de la vida. Yo creo que aprendió básicamente que las primeras impresiones sobre una persona engañan, que hay que tratarla y conocerla a fondo. Que no siempre es oro lo que reluce. Que no existen rosas sin espinas, aunque muchas parejas pese a las diferencias y circunstancias se terminan entendiendo para una eterna convivencia aceptándose tal y como son cuando ambos actúan de buena fe. Y que ciertamente sí que tiran más que dos carretas.  Podemos cegarnos y tardar en ver las realidades sin pensar en las futuras consecuencias.




P.- ¿Pretendías en algún momento que tu novela fuese polémica?

R.- Nunca escribo nada con intención de sembrar polémica. Es algo que sale de dentro y se expresa en el papel. Ante alguna vivencia, un hecho, una crónica, algo que nos han contado,  o cualquier cosa, surgen en la mente una historia y unos personajes pidiendo vida, y yo les doy vida de esa manera. Después de estar escribiendo la historia o cuando la estoy escribiendo es cuando llego a pensar en eso. Cuando  escribí la novela no pensaba ciertamente  en la polémica,  pensaba que era diferente y que podría gustar. Pero en el momento de publicarla, sabiendo todo que aprendí y viví en los años siguientes, sí que pensé que la polémica podía estar servida. Pero no obstante pienso que hay que ser valiente y atreverse a enfocar las cosas desde todas las perspectivas y todos los puntos de vista, barajar todas las consecuencias y ver todas las posibilidades para tratar de corregir errores y evitar injusticias que he comprobado que se producen a la inversa.




P.- Es polémica hasta tal punto que hay lugares –donde tradicionalmente se presenta libros- que no han permitido que se presente.

R.- Eso es lo que no termino de entender. La censura hace tiempo que terminó. Tenemos una democracia que yo creo que ya es veterana y avanzada, y la libertad de expresión es un derecho fundamental de nuestro ordenamiento jurídico. Yo creo que nadie se debe de sentir ofendido ni ofendida con la novela y si alguien se siente así se está delatando. Es un tema que despierta mucha sensibilidad, y los medios de comunicación se siguen haciendo eco de las mujeres muertas a manos de sus parejas o sus ex parejas. Y parece que hablar de este tema de una forma diferente al perfil de la mujer herida, víctima y afligida sea un tabú. Yo estoy totalmente en contra de la violencia y pienso que a la mujer realmente maltratada hay que poner todos los medios para protegerla y que todo el peso de la ley debe de caer sobre el agresor. Pero los escritores, mediante la literatura, encontramos una forma de denunciar injusticias, como Vicente Blasco Ibáñez denunciara en sus novelas la injusticia social y la desigualdad y como lo hicieron Víctor Hugo y otros muchos, yo he visto desde que escribí la novela con la emergencia de la ley de medidas de protección integral contra la violencia de género y sobre todo años después trabajando en un juzgado con competencias en esta materia muchas injusticias sobre hombres absolutamente inocentes y he visto abusos en algunas mujeres que puede que ni sean maltratadas ni víctimas de violencia de genero de los beneficios de esta ley, mientras otras que realmente sufren la lacra y realmente necesitan ayuda y protección no denuncian, y mientras agresores potenciales siguen maltratando y asesinando mientras otros que no lo son sufren las consecuencias de la mala aplicación de la ley.

Curiosamente la mayoría de las felicitaciones que he recibido por la novela han venido de mujeres que les ha gustado y me dan la razón, lo cual revela que la obra no es nada machista, y las pocas criticas vienen precisamente de quienes la han conocido pero no la han leído, por ese rechazo inicial al enfocar el tema desde el otro lado. Yo creo que debe de ser el lector quien la lea y quien juzgue y saque sus propias conclusiones. Y me parece lamentable que haya lugares en los que se niegue darla a conocer cuando sería bueno con el fin de abrir un abanico, abrir un punto diferente de observación y reflexión,  y  en definitiva enriquecer el debate. Esa  negativa tal vez sea por miedo a sembrar polémica o por miedo a no ser políticamente correcto, pero yo creo que se debe de dar cabida a todo y verlo todo, poner de manifiesto todas las situaciones y circunstancias y juzgar oyendo a las dos partes.




P.- Contéstame a una última pregunta relacionada con esta novela, ¿realmente la realidad supera con creces la ficción, como podemos leer en la contraportada?

R.- Sin duda alguna, y lo digo con propiedad y con tristeza porque he tenido la oportunidad de verlo, de sufrirlo y de comprobarlo de forma contundente.




P.- Juan Gil escribe novela, pero también tiene un buen número de relatos inéditos. Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Dónde se encuentra mejor Juan Gil, plantando un bosque o plantando un jardín?

R.- En los dos lugares y haciendo cualquiera de las dos cosas me encuentro igual de bien. Una novela desarrolla una historia de una forma más amplia,  desde luego es un reto, construir una historia y ver la forma de desarrollarla mediante la narrativa y de estructurar la historia. Un verdadero placer. Pero el cuento causa también el placer de contar una historia en corto espacio,  a veces de transportar un trozo de vida al papel, de desarrollar una idea o un pensamiento. El bosque es más vasto pero el jardín más pequeño y coqueto.




P.- Pasamos ya a preguntas más generales que me agrada plantear a los autores que entrevisto, siempre buscando aprender ¿Cuándo sabes si un texto es bueno o malo?

R.- Si te refieres a un texto que se está escribiendo, te diré que por intuición, la autocrítica no es fácil. A veces no sé si soy capaz de distinguirlo. Al releerlo y ponerse en el lugar del lector se aprecia si se ha conseguido llevar un hilo conductor que consiga atraer la atención y si las expresiones y descripciones son adecuadas.



Si la pregunta es referida al texto que se está leyendo. Yo creo que pronto  se aprecia la calidad de la escritura, la forma de expresarse, transmitir, describir. Y el hilo conductor que hace que el lector lo sigua sin perderse, consiguiendo atraer su atención sin que se aburra o se harte. Lo de si es bueno o si es malo no se si soy ciertamente capaz de distinguirlo porque también depende de los gustos y de la forma de ver las cosas.



P.: ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?

R.- Creo que sí, de la rabia contenida y de la rebeldía pueden salir muy buenas obras. Yo creo que el escritor escribe de lo que le motiva o de lo que siente, y algunas veces  en forma de desahogo, con lo cual la frustración  y la limitación son completas enemigas. Pienso que no sale igual escribir libremente y como se siente que escribir con condiciones y limitaciones o prohibiciones. Basta que limiten o condicionen para que sin pensarlo se salten las normas y se desobedezca.




P.- ¿Usas mucho la papelera? Te lo pregunto por que en una anterior entrevista Blanca Andreu nos decía que publicar un libro al año a toda costa para estar en el candelero va en detrimento de la obra, que ella usa mucho la papelera: hay que pensárselo mucho para poner en el papel algo que merezca la pena ser leído.

R.-  Sí,  cuando escribía a máquina tiré muchos folios a la papelera. Ahora es diferente, ya no se tira papel a la papelera, pero sí se suprimen y se insertan muchos párrafos y a veces incluso se borra casi todo lo escrito en una página. Releyendo siempre se encuentran fallos o se ve que lo escrito puede ser mejorado, mejor expresado o mejor redactado o detallado.




P.- Anuradha Roy, la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión. ¿Cómo lo ves?

R.- Yo no lo veo como una opresión. A veces la opresión viene al querer terminar el relato o la novela y no encontrar el momento para hacerlo, o ver como se alarga.  Por eso creo que para escribir no hay que tener prisa ni frustración, soltar lo que se lleva y expresarlo como mejor se pueda o mejor se sepa.  A veces es mejor no complicarse y dejar que salga como salga sin esmerarse demasiado. Un regalo desde luego que lo es, tener la facilidad o la facultad de contar historias y expresarlas mediante la redacción.




P.- Francisco Gijón puso en boca de uno de los personajes de sus novelas: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de ningún ser pleno.

R.- Yo creo que no es así, escribe el atormentado y el frustrado, pero también escribe quien es feliz y desarrolla su imaginación creando mundos diferentes y ficticios.




P.: Tú que has escrito cuentos, ¿te identificas con estas palabras de Cristina Fernández Cubas que definió el cuento como “algo misterioso y titánico, que va siempre más allá de la extensión que tiene”?

R.-  Sí. Hay cuentos que no se quedan en su corta extensión, sino que hacen pensar o dejan pensando, hacen reflexionar, y hacen que la imaginación del lector vaya más allá de lo expresado.




P.- No sólo de letras vive el hombre. ¿Dónde podemos encontrar a Juan Gil Palo en la red? ¿Le dedica mucho tiempo a ella?

R.-  No demasiado, lo podemos encontrar el las redes sociales, porque yo creo que hoy por hoy se han convertido en una herramienta más del escritor. Sobre todo en Facebook, que se ha convertido en la forma de comunicarme con muchas personas. Utilizo más el ordenador como máquina de escribir y como base de datos. Y me dedico más a leer en papel, viajar,  tocar la guitarra, pasear  y hacer ejercicio andando y montando en bicicleta. En las redes sociales a veces paso más tiempo que el que quisiera, pues a veces también se convierten en un quita-tiempo, pero es que en ellas también se encuentran muchos enlaces y muchas cosas interesantes que nos pueden enriquecer intelectualmente.




P.- Aconséjanos una película.

R.- Podría decir muchas, pero aconsejaría “La Misión”.




P.- Una obra de teatro.

R.- Don Juan Tenorio.




P.- Y una canción.

R.-  Podría decir muchas, pero digo Imagine, de John Lennon, por el mensaje y contenido.




P.- ¿Un libro?

R.-  El libro es un campo muy amplio y muy extenso, hay demasiados, pero aconsejaría Los Pilares de la Tierra. Por ser una novela muy extensa,  ambientada en la Edad Media, y que atrae la atención del lector sin aburrirlo en ningún momento durante cientos de páginas.



Fotografía: Virginia Leal, la modelo de portada.

P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, ¿qué nos preparas para el futuro, literariamente hablando?

R.- Estoy preparando dos selecciones de cuentos y relatos,  y estoy revisando y digitalizando las otras novelas.  También tengo en mente muchos cuentos y relatos más y muchas ideas que algún día saldrán. Y una novela que trata el tema de la violencia de género de forma mucho más amplia que tengo parada y que algún día retomaré y desarrollaré hasta darle fin.



Muchas gracias.

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