La
experiencia dramática
Editorial
Candaya, 2013
Félix
y Rose acuden a su encuentro semanal. A través de sus
conversaciones, de sus dilatados silencios y de las percepciones que
tienen la una del otro, el lector irá hilvanando el mapa mental y
emocional que rige sus existencias. Porque si bien se nos cuenta que
hay tales citas, que tienen lugar en determinados bares u ocurren en
largos paseos por la ciudad, la trama se verá sepultada por la
fluencia de ideas, recuerdos y reflexiones de la pareja o del propio
narrador omnisciente. Es por lo tanto esta novela una historia densa
en la que la acción es lo de menos. Su autor ha reducido al mínimo
la expresión argumental para regalarnos un magnífico episodio de
intrincados vericuetos mentales y sensoriales.
Sergio Chejfec (Buenos
Aires, 1956), autor con una extensa y reconocida carrera literaria,
apuesta por un estilo depurado y dicción perfecta para trazar una
atmósfera artificial, teatral en el que sus personajes se mueven,
respiran y divagan en imprecisiones de una profundidad aparentemente
banal pero que, a medida que la narración se consuma, descubrimos
que son la esencia misma de la novela. Los pensamientos y diálogos
que van entramando esta Experiencia dramática son una especie
de guión arbitrario que sus personajes, los actores teatrales que
Chejfec enfrenta al público-lector, improvisan a cada página, a
cada paseo por la borrosa ciudad. Es por lo tanto este libro, como
ya anuncia su título, una metáfora extendida en la que el mundo y
sus habitantes se presentan como un gran teatro con sus actores. El
propio Chejfec afirmó en una entrevista: ‘Siempre me ha gustado
concebir mis novelas como relatos de representaciones escénicas’.
Son por lo tanto Rose y Félix conscientes de su precariedad
existencial; deambulan por la ciudad/escenario, pronunciando sus
diálogos ficticios y comprobando la imposibilidad de una
comunicación real. ‘…cada conversación se desarrollaba como
una escena misteriosa donde el diálogo era la forma de un rumor…’
En su pose actoral son de algún modo felices y asumen sus precarias
y adulteradas vidas como la gran escena en la que representar su
‘experiencia dramática’, buscando esa intensidad que los
justifique de algún modo. Una suerte de certificación de que nada
es totalmente cierto a pesar de ser ellos mismos parte de ese todo
vivencial pero irracional que los diluye: ‘Todo el mundo asume
de un modo u otro algún papel. Él mismo (Félix) se
considera una representación de sí mismo.’
Con
una mirada distinta, original y moderna Sergio Chejfec nos regala
esta impresionante novela en la que sus dos protagonistas pasean por
el escenario íntimo de sus propios dramas cotidianos. Paseantes, no
como Walser, sino más bien como ese otro viajero más insólito que
fue Chatwin o como alguno de los personajes distorsionados de
Gombrowicz.
Una
historia en la que la trama se desvanece, se evapora en pos de un
cúmulo de impresiones, pensamientos y reflexiones detalladas del
mundo interior de sus personajes en un ambiente cotidiano bañado por
la luz de lo insólito. Una experiencia literaria inolvidable y que
se puede inscribir en el catálogo de joyas literarias de mayor
intensidad y sobrada calidad en nuestras letras contemporáneas.
Pedro
Pujante
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