Un
incendio invisible
Fundación
José Manuel Lara, 2011
En
esta novela, galardonada con el Premio Málaga 2011, de la joven
autora Sara Mesa (1976) encontramos todos los ingredientes necesarios
para conformar una de las voces más esperanzadoras y frescas de la
narrativa actual española. De hecho, en la última edición del
Premio Herralde de Novela fue también finalista su última obra
‘Cuatro por cuatro’.
Mesa
nos adentra en la distópica historia de Vado, un topónimo demasiado
parecido a una ciudad actual que está siendo abandonado por sus
habitantes. Una migración insólita y misteriosa que, sin saber por
qué, está convirtiendo la urbe Vado en una población solitaria,
morada de silencio, sombras, edificios abandonados e incendios. Como
una Comala posmoderna. Una ciudad en la que el asfixiante calor y la
soledad se convierten en únicos habitantes.
A
Vado llegará el doctor Tejada, personaje abrumado por su pasado y
sus fantasmas, para tratar de poner orden a su desastrosa vida.
Director de un centro para la tercera edad decadente, como el resto
de la ciudad, encontrará en su odisea personal una suerte de
dramatis personae estrambóticos y delirantes como la niña
que reinventa su existencia con la imaginación o Benmoussa, el
investigador de migraciones…. También la ajada directora del hotel
Madison Lenox. Una lasciva mujer que trata de sobrevivir a la
catástrofe y caída de Vado. Además de los pacientes del geriátrico
New Life: abandonados ancianos, idos y desquiciados que sirven de
contrapunto histriónico al resto de figuras que Sara Mesa despliega
en esta novela.
La
decrepitud de la ciudad, el abandono y la desidia se muestran como
metáfora de los propios héroes que la habitan. Y a la postre como
una alegoría de los tiempos de crisis en los que vivimos. Un tiempo
desesperanzado recorre las páginas de ‘Un incendio invisible’.
Aunque, detrás de los incendios, como símbolos de regeneración,
detrás del abandono y del sofocante y alargado verano se esconde
cierta esperanza agazapada.
A
medida que nos adentramos en los entresijos de ‘Un incendio
invisible’ tenemos la sensación de que nada es lo que parece. Nos
parece que los mecanismos y la lógica de la narración discurren por
vericuetos inexplicables; que algunos personajes son sombras
fantasmales y que la misma ciudad de Vado es un espejismo
calenturiento de sus propios habitantes. Una especie de limbo
existencial al que sus vidas están ligadas de un modo irresoluble.
Sobre todo, algunos personajes secundarios, como la ladrona del metro
o la pareja de hermanas obsoletas que comparten piso en uno de los
vacuos edificios. De hecho, la novela se mueve en ese margen de
imprecisión y ambigüedad característico del mejor Realismo Mágico
o la ciencia ficción especulativa o ucrónica.
Con
un lirismo dosificado, Mesa ha sabido orquestar un perfecto cóctel
literario en el que no faltan ni sobran ingredientes: personajes bien
perfilados, escenarios deslumbrantes y una dicción y ritmo perfectos
que rozan lo poético sin perder de vista la línea argumental. Una
línea trazada con pulso firme y que nos sumerge en una gran
historia, envuelta en un destilado simbolismo, sobre la decadencia y
sobre la propia crisis existencial.
Pedro Pujante
PD: Esta es la reseña nº 529 desde que la sección Acantilados de papel nació.
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