David J. Skinner
August. Pecado mortal
M.A.R. Editor, junio de 2014
Robert August Robertson es el encargado de contarnos su propia vida en esta novela que firma David J. Skinner, y que tendremos que esperar hasta la conclusión para conocer los motivos por los cuales la historia llegó a él, una historia que no puede ser muy larga, pues el mencionado Robert August cuenta treinta años cuando nos la narra.
Unos acontecimientos que comienzan aún antes de su nacimiento, en el verano de 1940, violentos sin lugar a dudas: su padre encontrado ahorcado en una viga del desván y su madre -a la que él llama Mary Ann, nunca madre-, presa del nerviosismo cuando buscaba al doctor, estrellándose contra un centenario árbol, lo que la llevó a la unidad de cuidados intensivos para, dos semanas después, dar a luz a nuestro protagonista.
Su vida, como veremos en las primeras páginas, no podía comenzar peor. Tal vez por ese acontecimiento, o por los que el propio Robert August nos va narrando, o por que Mary Ann realmente no quiso jamás a aquel niño, le proporcionó una violenta infancia de castigos y palizas, guiada por su ultra ortodoxa fe materna, y siempre poniendo como ejemplo que esto o aquello no lo hubiese permitido el Reverendo, su padre.
Robert August, o August, para simplificar, cree que su vida cambia cuando conoce a Clara, nombre apropiado para alguien que será una oleada de claridad en su vida, y que le regala un diario para que escriba en él lo que le acontece a lo largo de la vida. Un diario que le llevará al corredor de la muerte porque, a su alrededor se dan sucediendo las muertes violentas, sin que nadie sepa cómo ocurren ni quien es el asesino. Él si lo sabe, pero nadie le creerá cuando confiese que es su padre, el Reverendo, quien simuló su muerte, para poder vengarse de su madre.
David J. Skinner, depositario de esta autoconfesión donde nada parece ser lo que es, nos describe una sorprendente historia de amor, de odio, de violencia que nos dejará sin resuello cuando avancemos a lo largo de las páginas, mientras August se apresura en narrar su vida antes de que sea llevado ante la silla eléctrica.
Francisco Javier Illán Vivas
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