Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

martes, 6 de mayo de 2025

Héctor y el alien, de M.D. Álvarez


 

Los portales interdimensionales habían comenzado a surgir de improviso, llevando a través de ellos a pobres criaturas que se habían visto sorprendidas por su aparición. 

Una de aquellas criaturas era una de las mayores aberraciones alienígenas; se había colado por un portal que lo llevó a nuestro mundo. Nuestro mundo estaba protegido por nuestro héroe, el hijo de un celestial y una humana: Héctor. Las alarmas comenzaron a sonar, pero él ya había presentado el peligro. CGI lo había avisado. 

Cuando presintió el peligro, buscó el portal por donde se colaría aquel ser. De forma inexplicable, localizó el portal en nuestro planeta gemelo, Marte. Se trasladó al planeta; el portal estaba sobre la cima del monte Olimpo. Allí lucharía contra aquel ser descomunal.

Héctor, con su armadura celestial resplandeciendo bajo el tenue sol marciano, se preparó para la batalla. El aire era denso y cargado de energía mientras el portal comenzaba a abrirse completamente. De él emergió la aberración alienígena, una criatura de múltiples extremidades y ojos brillantes como brasas. Héctor sintió la presión de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también la fuerza de su linaje celestial.

Con un rugido que resonó por las llanuras marcianas, Héctor se lanzó al ataque. Sus movimientos eran rápidos y precisos, cada golpe cargado con la energía de las estrellas. La criatura respondió con furia, sus extremidades golpeando el suelo y levantando nubes de polvo rojo. La batalla era intensa, un choque de titanes en un escenario desolado.

Finalmente, con un golpe certero, Héctor logró herir a la criatura en su punto débil. La aberración emitió un grito ensordecedor antes de desvanecerse en una nube de energía oscura. Héctor, exhausto pero victorioso, cerró el portal, asegurando la paz una vez más.

M. D. Álvarez

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