Descendí en la pequeña lanzadera, sintiendo el
peso de mi decisión. Al llegar al mundo que tanto amaba, fui recibido
con sorpresa y desconfianza. Sin embargo, mi determinación y el poder
que había demostrado en la nave comenzaron a ganarme el respeto de
aquellos que antes no habían creído en mí.
Angie,
al verme, corrió hacia mí con lágrimas en los ojos. "Pensé que te había
perdido para siempre", susurró, abrazándome con fuerza.
"Jamás
te dejaría, Angie. He luchado contra mi propia familia para proteger
este mundo y a ti", respondí, acariciando su rostro con ternura.
Con
el tiempo, me convertí en un líder respetado y temido. Mi familia,
desde la distancia, observaba con orgullo y tristeza. Sabían que no
podían intervenir más, pero también comprendían que había encontrado su
verdadero propósito.
Siriel,
en su soledad, murmuró: "Hijo mío, siempre estaré observándote, pero
ahora sé que eres capaz de proteger lo que amas. Que los hados te guíen
siempre".".
Y así, viví
mi vida dedicándome a defender a mi mundo y a mi amada Angie, sabiendo
que, aunque mi familia estaba lejos, comprendían que mi legado y mi amor
estarán siempre con el mundo al que me exiliaron para protegerme.
Fin
M. D. Álvarez
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