Un hombre vaga
Un hombre vaga entre
la niebla
de una mañana de
invierno,
apenas puesto en
movimiento
el rodar de febrero.
Buscará las huellas
de alguno
que impresas en el
viento,
de alguna mañana
arrollada
en los pliegues del
tiempo.
A quien quiera,
vagaroso ser,
que busquen tus ojos
ciegos
en la escritura de la
niebla,
no hallarás el
sendero.
Que sus pasos se extraviaron
en algún día de
invierno,
y su destino final
no lo sabe ni el
viento.
Desde cero
Cualquier día del
remolino
de los meses
vertiginosos,
soltar todas las
amarras,
incendiar todas las
naves,
cortar todos los
puentes,
bloquear todos los
caminos,
borrar todas las
imágenes,
y volver a empezar de
cero.
Olvidar que
estuvimos, que fuimos,
que pasamos por aquel
sendero,
que dormimos con ella
en un puerto
en algún lugar de los
mares,
que atravesamos la
noche
tenebrosa de una
cruel infancia,
y volver a empezar de
cero.
Cualquier día quemar
los cuadernos,
quemar las letras de
la ira,
quemar el talismán,
la cruz,
quemar las ropas
usadas,
las maletas del largo
viaje,
y volver a empezar de
cero.
Salir desde alguna
mañana
cantando por las
nuevas sendas,
libres de toda culpa,
livianos de toda
carga,
vacíos de todo
reproche,
renacidos desde las
cenizas,
y volver a empezar de
cero.
Algún día levantarnos
y haber olvidado
todo,
haber cortado las
amarras,
volver a empezar
desde cero,
y ya nunca más mirar
atrás.
Canta, bardo
Inédito el alegre
bardo
por los caminos
vírgenes,
de una vida recién
emergida
desde las tibias
cenizas.
Canta a la tarde
inmolándose
sobre el horizonte en
llamas,
canta a los ágiles
arroyos
fluyendo hacia los
frescos valles,
canta al labriego en
el barbecho,
canta al albañil y su
argamasa.
Canta al águila
precipitada
como un rayo sobre su
presa,
canta a la aurora
elevándose
desde las tinieblas
de la noche,
canta al pan, al
vino, a los cereales,
al músculo del recio
portuario.
Canta, bardo, a los
marineros
en la gran tormenta
oceánica,
canta al rugido del
león,
canta a la lluvia
ramificando
su linfa ancestral
por los campos,
canta al trigo y su
virtud vital,
canta al arriero por
los montes.
Canta, inédito
rapsoda,
con tu lira recién
salida
de la metalurgia de
los vientos,
canta a la vida aún
soberana
sobre las dolencias
del planeta,
canta, canta al nuevo
amanecer.
No me abandones
No me abandones,
poesía,
ahora que he salido de
mi tumba,
y comienzo a dar los
nuevos pasos
hacia un destino
todavía en brumas,
sostén sobre tu recio
andamio
ésta, mi vida
rescatada
desde una hoguera
ardiendo sin tregua
en una profundísima
hondonada,
no me abandones,
poesía,
ahora que mis pies
resolutos,
ahora que mis retoños
despiertan
y echan a andar por
el ancho mundo.
Pertenecientes a su libro Cartas del ausente
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