Parte de ti, parte de mí
Editorial ADIH, febrero 2014
Cuando reseñé su libro de cuentos - Felah Mengus - quedé impresionado por la
lógica del hombre de campo. Por la sabiduría ancestral de quien vive en
contacto permanente con la naturaleza. Una sabiduría que tiene mucho de
instinto. Quien goza de esa intuición, de ese sentido común tan poco común en
este mundo ultra moderno en el que todo es tan relativo y nada es seguro, tiene
las ideas mucho más claras a la hora de actuar. Tiene mucha más decisión y
seguridad a la hora de elegir un camino y de tomar una decisión.
Es posible, también, que tenga menos
opciones a la hora de elegir. Sin embargo, tengo cada vez más claro que en
muchos casos, menos es más. Menos problemas se transforman en más alegrías,
menos horas de televisión o de ordenador se transforman en más horas de aire
libre, de vida sana y mente sana también. Esa fue la primera lección que saqué
de la lectura de Tomás Bravo Vicente.
En la recomendación de hoy - Parte de ti parte de mí – me encuentro
la otra cara de la moneda. Tiene que ver con la vida rural y una realidad
bastante frecuente. Muchos jóvenes que pueden empezar a ganar dinero muy
pronto, poca facilidad para acceder a estudios superiores en universidades
próximas y una situación que llevó a un profesor en un pueblo de Castilla la
Mancha a escuchar algo que, aunque no sea textual, reproduzco de la manera más
fiel posible: <Puedes suspender a mi hijo todo lo que quieras que el año que
viene va a cumplir 16 años y se va a poner a trabajar ganando el doble que tú
sin tantos estudios ni tanta tontería>
No le faltaba razón a aquel padre pero
esa situación ha llevado a escenarios muy similares al que relata la novela de hoy.
Chicos que no acaban de cumplir 18 años y ya tienen coche, un buen dinero en la
cartera y mafias organizadas con los dientes suficientemente afilados para enredar
a los adolescentes en prostitución, droga, alcohol…
Sin embargo, el protagonista de este
libro nos cuenta una historia de superación. Un viaje fatal que le llevó a
Colombia para conocer, ya en el penal de Carabanchel, qué era aquello de la
BBC. A saber, Bogotá, Barajas, Carabanchel. Algo tan frecuente entonces que se
bautizó con unas siglas que igual valen para un canal de televisión, para una
delantera, para esto y vaya usted a saber para qué más.
Una vez en el penal, el protagonista
logra reinsertarse pero deja muy claro que no se trata de una buena labor del
sistema sino de que el sistema le permite a quien quiera la reinserción. Es
decir, la reinserción no se consigue, de hecho entiendo que es imposible, a la
fuerza. Es la persona la que tiene voluntad de reinsertarse y aprovecha los
mecanismos del sistema y a las buenas personas que pueda haber en él para
lograrlo. De hecho, otra de las claves del libro tiene que ver con la autoayuda
ya que el mensaje nos dice que, aunque el contexto y la situación sean los
peores, si uno logra ponerse en positivo, atraerá a las personas adecuadas y
las circunstancias necesarias para salir de esa mala racha.
El libro es ligero, ágil y útil. No
solamente nos va a entretener, no solamente nos va a evadir a una realidad muy
distinta de nuestro día a día cotidiano sino que también nos va a aportar un
mensaje positivo y nos va a alertar sobre los riesgos de que los más jóvenes de
la familia tengan demasiado dinero en los bolsillos y demasiado poco que hacer
en su día a día. En la cubierta, unos barrotes forzados por la voluntad y el
buen hacer de quien quiso salir a la luz y a la esperanza. Que lo disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado
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