Putas de fin de siglo
Ediciones
Irreverentes, 2008
Antes
de empezar a hablar de este libro debería advertir que no es apto (aunque sí
recomendable) para espíritus pusilánimes, almas maniqueas o seres hipócritas.
Sobre todo porque esta fauna se verá ultrajada en estas páginas de Miguel Ángel
de Rus (Madrid, 1963), escritor, editor y periodista que desde hace ya más de
cuatro lustros viene removiendo el mundo cultural y literario de este país. De
hecho este vademécum de meretrices es un explosivo que pretende dinamitar
nuestra sociedad, remover conciencias y hacer saltar por los aires la falsa
moral que impera en este siglo (como imperó el siglo pasado e imperará durante
toda la historia).
En
forma de capítulos, como si se tratase de una antología de obscenos relatos o
un diccionario de golfas o un manual de rameras o una enciclopedia grosera de
furcias, o un catálogo de fulanas, se presenta este delicioso y divertido
libro. Con humor quevedesco, adjetivación umbraliana, prosa emparentada con la
lírica del más canalla Sabina y cinismo exacerbado de Rus expone en esta
compendio de Putas de fin de sigloun
retrato de la España berlanguiana que todos conocemos pero que muchos desoyen
por comodidad, por costumbre, por doblez. Pero no solo estamos ante un
inventario de prostitutas genitales. Hay en estas páginas una honda y ácida
mirada a España, a su intrahistoria de lupanares y moralidades soterradas, a
sus putones de lujo, de barrio, de carrera, del pop, de la calle, de las altas
esferas del papel cuché y de la existencia. Delgada ironía y un estilo directo,
casi oral, gran conocimiento del alma humana y franqueza demoledora son las
herramientas que maneja este autor para hablarnos, casi de tú a tú, de algo que
nadie ignora: las putas, mujeres y hombres que siempre han estado ahí. Pero las
putas no son solamente hembras y machos que venden su cuerpo y su alma a cambio
de dinero. También se incluyen en este listado de prostituciones a la editora
literaria y a la puta intelectual (hay
intelectuales que tienen el cerebro que parece un coño), animales medradores
sociales que empeñan su espíritu y su dignidad por la gloria en el mundillo de
las letras y la cultura, por un escaño en el altar de la fama. Como este gremio
de Mesalinas esculto, su prostitución deviene la más deshonesta de las que
existe porque se perpetra a conciencia. Como se puede deducir, de Rus se vale
de estos relatos para hacer una crítica a todo lo que él juzga corrompido,
prostituido, alienado: el mundo del arte, la cultura, la moral, la sociedad al
completo… Establece incluso una jerarquía de seres putíferos: ‘La puta tirada está en lo más bajo de la
escala social del puterío.’ Y de ahí habremos de ascender hasta llegar a la
cortesana, el águila imperial de la cetrería. Pasando por las putas sin moral y
postmodernas; las niñas de agarro, amateurs de pueblo, muy parecidas a las
discretas, esas promiscuas que operan en la clandestinidad más palpable. Las drag queens, las telemáticas, las
dominicanas. Estas últimas reflejan la
incidencia de la inmigración y las consecuencias que se derivan de una sociedad
maniquea que obvia los derechos de las personas en connivencia con proxenetas y
otros ignominiosos entes del universo de
lenocinios.
En
definitiva, libro desternillante, atrevido, imprescindible y genial; pero libro
irreverente que afila sus dientes y muerde con su sarcasmo en la yugular de
esta España nuestra, tan hermosa y tan puta. Porque al término de su lectura
todos tendremos la sensación de ser un poco, aunque sea solo un poco,
prostitutas en esta casa de citas que es la vida.
Pedro Pujante
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