I
Todos los hombres son
estúpidos, pero nobles. La mujer carece de nobleza. Somos las herederas de una
Eva despechada, es más que lógico que ellos sean así: en la ignorancia y en el
desinterés de indagar en nuestra verdadera naturaleza son felices.
II
Todas las mujeres, sin
excepción, son unas decepcionantes mentirosas. Y sí, también yo. Y mis
hermanas, y mi madre. Y ésta última, la que más: me prometió que ser mujer es
un regalo del cielo. Y yo sólo veo mucha
mierda en el suelo que piso.
III
Existen tres tipos de
hombres: el insensible, el que tiene pavor al compromiso, el que sólo entiende
del instinto de su entrepierna. Y tres tipos de mujeres: la que se conforma, la
dominante, la triste sumisa. La anónima,
Lilith y Eva. Desde tiempos remotos, la humanidad permanece inmutable.
IV
En clase de religión
decían que todas éramos Eva. Eva, que nació a partir de una costilla masculina,
que fue compañera leal hasta que devoraron la manzana. Por castigo divino,
tenemos que ser esclavas de Adán. Pero yo ya me liberé. Soy como Lilith: puta, pero libre.
V
El demonio, dentro del
cuerpo de la sibilina, tentó a Eva con un sabroso fruto. ¿Y si realmente la
serpiente era Dios, que quería quedarse solo en el paraíso? Dios es un padre
desnaturalizado y egoísta. La soledad es condición inherente del ser humano:
estamos arrojados al mundo.
VI
Lo dice la Biblia: Adán
y Eva se complementan. Yo soy una Eva desorientada: no recuerdo la última vez
que un Adán me complementó.
VII
Complementar en el
sentido de encajar: el hombre encaja en la mujer gracias a su miembro. Dos
piezas de puzzle perfectas, aparentemente: hay huecos que ninguna polla jamás
podrá llenar.
VIII
Las mujeres somos piel,
los hombres son piel. La comunión de las pieles es la unión más perfecta: la
piel se transforma, se adapta, profundiza, devora, ama. Blasfemia para los
recatados: me da igual que me castiguen por ser tan honesta. La palabra no
demuestra: la piel, sí.
(Poema
de “Yo soy lo que dicen mis manos”).
Ana Patricia Moya
Imagen: Lilith, de John Collier
Has olvidado un cuarto tipo de mujer, que no es EVA, SINO AVE, ni se conforma, ni domina, ni quiere consentir, eso sí, ¡se equivoca!, ¡como todos!, o quizás más que todos ("si yerro soy"), cae en infiernos ardientes de los que resulta renovada, como aquel ave FENIX, y sabe que, tras el venidero cielo, habrá otro infierno que la renueve.
ResponderEliminarDemasiado cielo debe ser muy aburrido (lo cierto es que no tengo ni idea, pues jamás lo he experimentado).
Bonita entrada
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Cecília.
Pero tampoco hay únicamente tres tipos de hombres.
Son generalizaciones que no hay más remedio que hacer.
Enhorabuena ! ! ! !