La
mar y tú, la rosa, sois fugaz
crucifixión
de un cuerpo que se exhala.
Crucifixión
y muerte del amor
de
esa frágil rosa que es el mar,
la
esposa aquella de las curvas formas
de
los ojos heridos por gaviotas,
de
la frente lluviosa y pensativa;
la
mar contemplación, luego misterio,
como
un milagro que llorara al hombre
siempre,
que lo cercara siempre, amándolo,
odiándolo
sin pizca de odio,
sólo
azotando su aventura, su ira
por
llegar más allá de lo soñado,
dejando
al tiempo atrás como un gran can
dando
ladridos rojos, dando rosas.
La
rosa y tú, que rizas tus cabellos
para
lanzar espumas al galope
contra
las sombras que la noche alberga.
Déjame
herirte de aves, de sucesos
de
amor, para una iniciativa de olmo
que
en beso acabe, en comunión, gemido.
¿Si
digo una palabra, si la creo
alta
y azul, anuncio el mar? ¿Si digo
“la
mar”, pronuncio todas las palabras,
como
“hueso”, “cerezo”, “álbum” o “tris”;
o
“a moi”, o “credere” o simplemente
“rosa”.
Si digo una palabra, y
la
creo hermosa y me conmuevo, y miro
más
allá de mis ojos extendiéndola,
y
no hay lunas que la adormezcan, ni horas
que
su vejez desnuden; si me lleno
de
amor por ella, de alas, de bocados,
y
a ella a la vez del mismo amor la colmo,
luz,
casi amargo, casi sangre o risa,
quizás
palabra hiriéndose de pájaros,
es
el mar y su llama lo que digo:
y,
allí, la rosa, quieta, en su silencio
esperando,
no dicha, sin milagro
aún,
hasta el concierto con la muerte.
Puedes ver la publicación original de este poema pinchando AQUÍ.
Vicente
García Hernández (Molina de Segura, 1935) poeta, dramaturgo y
escritor, es sacerdote católico. En 1965 fue accesit al premio
Adonais de poesía con Los pájaros.
Materia elemental
fue publicado en 2012.
Qué bonito y que bien lo hace mi amigo
ResponderEliminarD. Vicente, le mando muchos recuerdos
de mi familia.
Un fuerte abrazo acompañado de mis
mejores deseos al que para mí ha sido
el mejor párroco que ha pasado por
san Pedro. Hasta siempre.
Te leo hoy, Paco, y te doy las gracias, emocionado. Sé que soy mayor, porque me emociono; pero también niño, por lo mismo. Un abrazo.
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