En el sueño no
se sorprendió al verse con
una imponente rubia que vestía un ajustado traje de licra roja. Hacían el
amor hasta que la insoportable excitación le despertó. En el lecho el
sudor y la dureza de su miembro le impidieron conciliar
el sueño de nuevo. Al día siguiente
conoció a la exuberante mujer de rojo en una cafetería, intimaron pronto e hicieron el amor
de forma
idéntica a su sueño.
Esa misma
noche volvió tener un sueño
diáfano
y
esclarecedor. Esta vez con un número de lotería:
el 3456. Lo buscó impaciente nada más despertar, lo compró y no sin sorpresa ganó unos cuantos millones en el
sorteo de la noche. Durmió tras celebrarlo por todo lo alto.
Y soñó de nuevo. En el sueño veía la entrada de su
propio dúplex. La reconoció al instante. Un desconocido
forzaba la puerta, subía las
escaleras, con sigilo accedía al dormitorio y ponía una suave almohada
sobre su cara. No pudo
respirar, ni despertar para comprobar
que la pesadilla
se cumplía con toda fidelidad de detalles.
Pedro Pujante
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