Alessandro Baricco
Seda
Anagrama, 1997
Los haikus son una forma de poesía tradicional japonesa compuesto por tres versos de cinco, siete y cinco moras. En ellos, el poeta describe una emoción profunda generalmente provocada por la percepción de la naturaleza, siempre manteniendo un estilo asimétrico caracterizado por la sencillez, la austeridad y la naturalidad de sus composiciones.
«Seda» no solo consigue emular la estructura narrativa de estos versos, también capta la esencia que los inspira, el aware. Cuando Hervé Joncour realiza su primer viaje a Japón, Alessandro Baricco consigue transmitir la nostalgia del personaje por su país natal y, al mismo tiempo, la emoción ante el descubrimiento de una nueva cultura tan alejada de la influencia occidental. Esta conmoción espiritual persiste a su regreso a Francia y se incrementa con cada nueva expedición, convirtiéndolo en un viajero de destino incierto entre ambos países.
El autor ilustra el conflicto existencial de su protagonista a través de una sucesión de detalles de estética sencilla, pero de gran contenido simbólico. La huella de los labios en la taza, el retorno de los pájaros, el roce de la seda… Es decir, la aparente austeridad del texto atesora, en realidad, una riqueza léxica poco empleada en las novelas occidentales.
Es cierto que la novela de Alessandro Baricco requiere una gran paciencia, pero la lectura pausada de sus capítulos nos proporciona una experiencia lingüística irrepetible. De hecho, cuando decidimos retomarla después de un tiempo, observamos que nuestra percepción de las escenas descritas es diferente en base a nuestra experiencia.
En este sentido, los capítulos que describen los sucesivos viajes de Hervé Joncour entre los dos países reflejan ese cambio. El camino no se ha visto alterado por las circunstancias, pero si el viajero que los recorre. Precisamente, la precisión de sus descripciones permite al autor centrarse en la historia sin necesidad de recurrir a diálogos superfluos u otros elementos que pudiesen desviar la atención del lector, como suele ocurrir en la mayoría de las novelas actuales.
A pesar de esta sobriedad, Alessandro Baricco no descuida el contexto en el que se ubica la historia, sabiendo reflejar la evolución experimentada por el país nipón y el contraste cultural, que nos permite introducirse de forma paulatina en una historia de amor y erotismo de gran complejidad.
Si bien, el tratamiento del argumento conlleva el menosprecio de algunos personajes por parte del autor. «Seda» nos describe un triángulo amoroso, la infidelidad de un hombre hacia su país, su cultura y, por en ende, su mujer ante la atracción que ejerce sobre él lo desconocido, el exotismo de lo diferente. Con todo, la presencia de la mujer que despierta su deseo resulta anecdótica, casi inexistente en contraposición con otros personajes.
Esta ausencia condiciona el resto de la novela, dificultando la comprensión de algunos fragmentos que hacen referencia al conflicto interno de Hervé Joncour. De hecho, obsérvese la trascendencia que tienen los escasos diálogos con su esposa frente a la fugacidad de los encuentros con ella.
Con todo, Alessandro Baricco consigue una novela capaz de estremecer al lector con la simple caricia de las palabras. La belleza del verso convertida en prosa a través de un viaje hacia el autodescubrimiento y la complejidad del amor, así como las difíciles elecciones que debemos realizar durante su transcurso. «Seda» es evocadora, sensual y exótica. En definitiva, una experiencia para los sentidos.
Seda
Anagrama, 1997
Los haikus son una forma de poesía tradicional japonesa compuesto por tres versos de cinco, siete y cinco moras. En ellos, el poeta describe una emoción profunda generalmente provocada por la percepción de la naturaleza, siempre manteniendo un estilo asimétrico caracterizado por la sencillez, la austeridad y la naturalidad de sus composiciones.
«Seda» no solo consigue emular la estructura narrativa de estos versos, también capta la esencia que los inspira, el aware. Cuando Hervé Joncour realiza su primer viaje a Japón, Alessandro Baricco consigue transmitir la nostalgia del personaje por su país natal y, al mismo tiempo, la emoción ante el descubrimiento de una nueva cultura tan alejada de la influencia occidental. Esta conmoción espiritual persiste a su regreso a Francia y se incrementa con cada nueva expedición, convirtiéndolo en un viajero de destino incierto entre ambos países.
El autor ilustra el conflicto existencial de su protagonista a través de una sucesión de detalles de estética sencilla, pero de gran contenido simbólico. La huella de los labios en la taza, el retorno de los pájaros, el roce de la seda… Es decir, la aparente austeridad del texto atesora, en realidad, una riqueza léxica poco empleada en las novelas occidentales.
Es cierto que la novela de Alessandro Baricco requiere una gran paciencia, pero la lectura pausada de sus capítulos nos proporciona una experiencia lingüística irrepetible. De hecho, cuando decidimos retomarla después de un tiempo, observamos que nuestra percepción de las escenas descritas es diferente en base a nuestra experiencia.
En este sentido, los capítulos que describen los sucesivos viajes de Hervé Joncour entre los dos países reflejan ese cambio. El camino no se ha visto alterado por las circunstancias, pero si el viajero que los recorre. Precisamente, la precisión de sus descripciones permite al autor centrarse en la historia sin necesidad de recurrir a diálogos superfluos u otros elementos que pudiesen desviar la atención del lector, como suele ocurrir en la mayoría de las novelas actuales.
A pesar de esta sobriedad, Alessandro Baricco no descuida el contexto en el que se ubica la historia, sabiendo reflejar la evolución experimentada por el país nipón y el contraste cultural, que nos permite introducirse de forma paulatina en una historia de amor y erotismo de gran complejidad.
Si bien, el tratamiento del argumento conlleva el menosprecio de algunos personajes por parte del autor. «Seda» nos describe un triángulo amoroso, la infidelidad de un hombre hacia su país, su cultura y, por en ende, su mujer ante la atracción que ejerce sobre él lo desconocido, el exotismo de lo diferente. Con todo, la presencia de la mujer que despierta su deseo resulta anecdótica, casi inexistente en contraposición con otros personajes.
Esta ausencia condiciona el resto de la novela, dificultando la comprensión de algunos fragmentos que hacen referencia al conflicto interno de Hervé Joncour. De hecho, obsérvese la trascendencia que tienen los escasos diálogos con su esposa frente a la fugacidad de los encuentros con ella.
Con todo, Alessandro Baricco consigue una novela capaz de estremecer al lector con la simple caricia de las palabras. La belleza del verso convertida en prosa a través de un viaje hacia el autodescubrimiento y la complejidad del amor, así como las difíciles elecciones que debemos realizar durante su transcurso. «Seda» es evocadora, sensual y exótica. En definitiva, una experiencia para los sentidos.
María Carmen Horcas López
Una hermosa novela con una estupenda adaptación cinematográfica.
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