Roble
amigo.
Caricia
de tus hojas
sagradas
entre
mis manos;
tersura
de tu piel
rugosa
y
delicada me desviste
la
inocencia arcana
en
la espesura de mi alma
herida.
Resbala
el musgo
por
tu frente
como
por la mía,
tupido
en
verde suave
frente
a un abismo,
o
la huella
y
el símbolo desvanecido
que
me asola
ante
la tumba espesa
de
mis muertos.
Olor
suave
ante
el rocío
levanta
la mañana,
azul
álgido,
nubes
y ríos
de
silencio en la dicha
de
contemplar las cosas.
Las
pobres palabras
de
mi vida entroncan
el
silencio
en
verde que pregunta…
¿Qué
prometes?
Inocencia
la llama
en
mi fatiga a golpes
del
corazón cansado
busca
tu presencia
tropezándose,
lágrimas
de un rostro
al
fondo
del
silencio en atisbo
de
ocasos
o
dolor.
Tañe
una campana
ante
los perros
lejanos
y
grises que me impulsan
ciegamente
lejos
de
mi tierra y de mi hogar…
Lento
paso del día
asume
el instante,
como
un umbral
despierto
ante el paisaje
que
se ofrece
y
se oculta
junto
a ti.
Jesús Cánovas Martínez
De su poemario Kyrie Eleison
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