Os
habéis llevado todo el cobre de las farolas del polígono,
has
metido en el trullo la farlopa que tu novio va a vender
(nueve
bolas de horror en el culo que han terminado ascendiendo),
dices
que es mentira que has robado a cuchillo cuatro móviles a esas
cuatro
...........................................................................................pobres
crías,
e
insistís en que vuestras huellas dactilares no son esas de la casa
reventada
al
gritar de los niños que dormían.
No
sé ni porqué os sigo luchando.
He
conseguido que algunos de vosotros piséis la prisión,
me
digo que con ello vais a dejar de depredar a las gentes inocentes
(¿quienes
son las gentes inocentes?),
quince
horas seguidas de preguntas, de autos, de mentiras y paraísos
.......................................................................................devastados,
a
veces el caballo, otras veces el agrio viento que cría la amistad,
otras la
...........................................................cuna
que, cadena, se os arrastra,
pero
siempre a la noche la mar silencia el chillar de los últimos
calabozos,
y
no sé de dónde vinieron estos alfabetos de putos políglotas
pero
sé que he aprendido todos estos idiomas que son aún menos que las
.......................lenguas
muertas.
Dices
que este debe seguir siendo mi sendero.
Mucho
me dices cuando ya mis hachas se están tornando romas.
La
guerra se ha perdido, esa en la que mis almenas creía inexpugnables.
No
quiero, no quiero, seguir cantando mis altísimas insignias, seguir
contándoos
mis siempre
últimas
pírricas
victorias.
Andrés Carrillo de las Heras
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