VARIOS AUTORES, coordinado por Diego Trelles.
El futuro no es nuestro
En la mayoría de los
libros se viaja al pasado, se entabla un diálogo con un escritor que
ya no está y que nos dejó una especie de mensaje en su obra.
Paradójicamente, al leer El futuro no es nuestro (Eterna
Cadencia, 2009) se tiene la sensación contraria. Uno parece estar
mirando hacia el porvenir de la literatura, en concreto al de la
narrativa latinoamericana.
Es cierto que los
presupuestos del relato breve parecen estar ya asentados y que poca
maniobra se pudiera ejercer para rebasar las fronteras de este género
tan inmediato, contundente y directo. No obstante, Diego Trelles
(Lima, 1977), coordinador de esta fabulosa antología, ha sabido
seleccionar veinte relatos de veinte autores latinoamericanos
jóvenes, con veinte registros distintos y cuya factura, originalidad
y frescura son apabullantes.
Esta dispar y heterogénea
antología de cuentos está escrita por autores que han nacido entre
el 70 y el 80, y por lo tanto, son testigos de los mayores cambios de
nuestra sociedad. Brota, pues, este libro con intención rupturista,
con un halo de cinismo, modernidad, descreimiento y nihilismo. No
aspiran, se nos advierte en el prólogo, a colaborar en ‘la
construcción de la novela total’, idea tan manida entre los
escritores del Boom. Tampoco hay presuntuosidad y negación de la
herencia recibida. De hecho, muchas son las influencias literarias y
culturales de estos jóvenes pero exitosos autores (Juan Gabriel
Vásquez, Premio Alfaguara de Novela 2011, entre ellos). Yo he
percibido la sombra de Borges sobrevolando, con el tema del doble
incluido, en un relato de estructura cíclica que firma Tryno
Maldonado. He intuido la voz irónica de Bolaño y el principio de
literatura como artefacto lúdico de Cortázar. También la clara
influencia de los clásicos, en una revisión posmoderna y
fragmentaria, en el relato ‘Náufraga en Naxos’ de Ariadna
Vásques. He creído barruntar cierto aire alegórico con referencias
al mito de la creación en el perturbador e incestuoso cuento ‘Arból
genealógico’ de Andrea Jeftanovic. Pero la secuencia de temas es
inagotable en estas páginas: la violencia y la denuncia social, el
erotismo, la política, la lucha de clases, el feminismo, fantasía,
el mito, el humor, la vida, la literatura. Aunque ya los temas poco
importan. Más peso tiene la forma de tratarlos. Se percibe en este
libro esa fuerza, esa inercia emancipadora que tiende a la
originalidad y que rompe con las formas más gastadas. Presupuestos
novedosos de gran calidad estilística (‘Espinazo de pez’ de
Santiago Nazarian), enfoques inverosímiles y tonos que parecen
disonar con el argumento en antítesis o contradicción. Como en el
relato, de atmósfera simbólica, ‘Rapiña’ de Yolanda Arroyo
que nos cuenta la violación de una menor en la que el
narrador-testigo acaba siendo partícipe del deleznable acto en una
especie de admonición de lo terrible.
Si el mundo existe para
llegar a un libro, como afirmó Mallarmé, ¿qué no podrá caber en
un tomo con veinte ventanas que miran de veinte formas distintas y
originales a la literatura actual y futura? Asómense y contemplen
este espectáculo antes de que este huidizo presente se convierta en
pasado.
Pedro Pujante
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