Carlos María Cabrerizo
Paraje para olvidados
Editorial Chiado, 2012
Es esta novela la carta de presentación de Carlos María Cabrerizo (Palmas de Gran Canaria, 1973) y su debut en el mundo de la narrativa larga. Ya había escrito algún cuento y varios poemas y además, recientemente ha visto la luz su segundo trabajo novelístico, ‘Las reglas del azar’ (Editorial Amarante, 2013).
El argumento de ‘Paraje para olvidados’ (Chiado, 2012) versa sobre las vicisitudes de un anciano cuya pacífica existencia se verá interrumpida por los avatares comunes que rigen la cotidiana realidad. Su nuera Sofía, al parecer, quiere deshacerse de él y enviarlo a una residencia de ancianos. Idea que nada agrada a Juan, nuestro héroe, y que servirá de motor de arranque de las peripecias de esta entretenida historia que comienza de manera lenta para disparar, poco a poco, toda su artillería de misterios. Porque en la residencia Juan se enfrentará a oscuras situaciones a las que deberá hacer frente de forma estoica y que desvelarán un submundo insospechado.
Como contrapunto dramático al heroico protagonista de avanzada edad, Cabrerizo nos regala una suerte dramatis personae pintorescos. Izumi, una adolescente japonesa de vida atormentada y su propio nieto, Roberto. La narración, como la misma solapa del libro nos advierte, es ‘una montaña rusa en la que nada es lo que parece’. Sus personajes aparecen bien delineados, sobre todo Juan que es el narrador de sus propios avatares y demiurgo constante de este paraje para seres olvidados que es la sociedad actual y la novela en particular. En este sentido, hallará el lector entre estas páginas, cierta crítica social a los modelos que nos rigen, a los roles y estigmas que la sociedad actual nos impone y a la imperante mediocridad que la hipocresía nos quiere hacer asimilar. Y es que todos, en nuestra condición de humanos, queremos ser lo que no somos, trascender y dejar parte de nosotros en el mundo. Como nos dice el protagonista-narrador: ‘Todo el mundo se mueve por la necesidad imperiosa de dejar huella, vestigios que pervivan a la mortalidad del propio ser humano, algo que se perpetúe a través del incansable reloj del tiempo que a tantos atormenta (página, 152) ’
La novela avanza sin cortapisas. Hay multitud de momentos álgidos y episodios de tensión que Cabrerizo ha sabido dosificar de manera magistral en un entramado de gran suspense y con dosificadas gotas de humor inteligente que aligeran la carga emocional de relato. Su dicción es correcta y su estilo directo, sin ambages ni adjetivos superfluos o sobrantes que obstruyan el propósito de contar una buena historia de elevada calidez humana que radiografía de manera precisa nuestros días. Incluso deja lugar para bellas reflexiones sobre la vida, el azar, la enfermedad, la cultura, la soledad, la vejez o la muerte; o acertadas metáforas de estilizada belleza poética: ‘Me voy sumergiendo en un espacio profundo, en una dimensión donde sólo existen silencio y una niebla muy espesa… (página 204)’.
Pedro Pujante
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