Dolores Leis Parra
El último Bernal
Círculo
Rojo Editorial – 2013
Los
amores no correspondidos, las dudas y los secretos, la distinción de la clase
social… todos estos elementos se dan cita a lo largo de las casi setecientas
páginas que componen El último Bernal.
Ubicada
a finales del siglo XIX, la historia se
desarrolla en un pequeño rincón andaluz tapizado de verdes olivares. A través
de una cómoda lectura somos testigos de los acontecimientos que se desarrollan
alrededor de Jimena Martínez del Rosal, joven rebelde que no escatima ninguna
ocasión para mostrar el malestar que le produce la separación del que fuera su
ambiente, en la capital española, para recluirla en lo que considera una
especie de cautiverio. En esa reclusión ve pasar las horas en medio del tedio
sin más aliciente que los paseos hasta una pequeña cala. Será Luisa, la esposa
de su padre, quien pacientemente habrá de afrontar los arrebatos de la joven en
aquellos momentos de mayor resentimiento.
Con
la llegada de un reducido grupo de ciudadanos británicos a quienes acompaña la
señorita Tamara, la vida de Jimena recuperará algo de la distracción que
abandonara en su casa de Madrid. No obstante, lo que le depara el destino no
será precisamente tiempo de ocio y diversión del brazo de un entusiasta
enamorado. Deberá sufrir una inesperada transformación que la convertirá en
mujer libre e independiente económicamente; algo inconcebible en la época.
En
el transcurso de esa transformación, tendrá que despejar las dudas que la
asaltan desde que escuchara, involuntariamente, una conversación en la casa
principal del cortijo La Bernalesa. Será precisamente el dueño del cortijo,
Emiliano Bernal, amigo personal de Estefanía Sandoval, madre de Jimena, un
personaje clave en esa transformación en la que la joven se desprenderá de su
carácter de niña consentida y obstinada y se convertirá en mujer íntegra y
dueña de sí misma, capaz de sacar adelante su legado sin recurrir a la potestad
de un marido que gestione sus bienes y su vida…
La
autora se muestra parca en descripciones innecesarias y presenta una novela muy
bien hilvanada, para la que emplea un lenguaje sofisticado a la vez que un
particular modo narrativo, en el que intervienen, a lo largo de la obra,
algunas secuencias a modo de confidencialidad entre narrador y lector que
intensifican la labor narrativa y genera un vínculo entre ambos.
Personalmente
no sabría clasificar la historia, pues no es de amor aunque éste está presente
a lo largo de la trama. Tampoco es una historia sobre el ámbito rural a pesar
de que se desarrolla en un núcleo rural, cuyo nombre desconocemos, lo único que
se nos indica es que no está muy lejos de Sevilla; no se trata de una saga
familiar a pesar del volumen de páginas ni tampoco de una historia donde el
tema principal sea el papel reivindicativo de la libertad de la mujer…
Me
parece una obra con un buen nivel de cohesión y adecuación en su estructura y
me resulta simpática esa particularidad en el estilo narrativo que no solo se
pone de manifiesto a través de lo sofisticado del léxico empleado, acorde a la
época en la que se desarrolla los hechos, sino también en esas espontáneas
aportaciones internarrativas.
Actualmente
Dolores Leis Parra sigue trabajando concienzudamente y ganando premios, como
así lo atestigua el primero de los certámenes literarios organizado por
Acantilados de Papel. Está también muy involucrada en la Asociación Letras Vivas (Rivas-vaciamadrid) donde colabora muy activamente.
Para
finalizar este comentario y siguiendo con mi costumbre de
entresacar algunas líneas de los trabajos que comento, me permito transcribir
aquellas que me merecieron especial atención: […] me enseñó que hay amor después del amor […], confesión que la
autora pone en boca de Darío Martínez del Rosal en alusión a la relación con su
segunda esposa. […] Fomentar el ego con
falsas palabras, a la larga es más doloroso.[…], sentimiento expresado por
la propia protagonista, Jimena Martínez del Rosal y Sandoval.
Lola Estal
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