Agustín García Meana
Nueve
milímetros (asesino a sueldo)
Libralia, 2014
Tuve ocasión de comentar a
este autor hace unos meses, tras la lectura de otra de sus obras: Quinquis. Me
gustó su narrativa y la puesta en escena de sus personajes, y no descarté leer
sus publicaciones posteriores.
Este autor asturiano ha
vuelto a escoger la ciudad de Gijón como escenario de la obra, y la época en
que se desarrolla nos lleva a situarnos en los últimos años del pasado siglo, a
tenor de la moneda de cambio empleada por el protagonista (las antiguas pesetas
en lugar del actual euro).
En Nueve milímetros (asesino a sueldo) el autor narra los
acontecimientos que se suceden en torno a la figura de «Cardo», un asesino a
sueldo que regresa a su ciudad decidido a dar por finalizada su etapa de
sicario mediante un último trabajo. Desea comenzar una nueva vida, más estable
emocionalmente a la vez que alejada del ámbito criminal y policial a la que
está habituado. No obstante, el precio que habrá de pagar por su decisión será
muy alto. Las circunstancias de las últimas horas constituirán un gran
obstáculo que harán impensable la realización de ese proyecto de vida reposada
y tranquila.
La lucha por el control
del narcotráfico, la prostitución como algo habitual en el entorno del
personaje principal, la lealtad consigo mismo y con aquellas personas tan
desarraigadas como él, y el celo profesional de un comisario, más atento a las
idas y venidas del sicario que a la relación con la esposa, hacen de esta
novela una gran fuente de entretenimiento a la que el lector se verá sujeto
irremediablemente o, como se suele decir: enganchado a su lectura.
Personalmente me gusta la
facilidad con la que Agustín García es capaz de narrar gran cantidad de
acontecimientos que transcurren en tan corto espacio de tiempo. Apenas unos
días, los navideños. Sabe manejarse con el léxico correspondiente al ámbito
social en el que ubica los hechos y en el perfil de los personajes, en las
descripciones en las que intervienen escenas sexuales, sin remilgos
lingüísticos… Y sabe, asimismo, hacernos empatizar con el personaje principal,
a quien dota de una sensibilidad extraordinaria a pesar de su profesión de asesino.
Quizá los lectores
encuentren un exceso de muertes en esta historia, aunque tal vez mi opinión a
este respecto se deba a mis pocas lecturas de este género negro del que no soy
precisamente asidua. No obstante, es una obra que recomiendo y de la que dejo
estas breves líneas que el autor pone en boca de su protagonista Ricardo Sánchez Montoya (Cardo):
La
vida en sí, toda ella, es una jodida mierda. O no, quién sabe. Por lo que a mí
respecta me tocó la parte fea, esa con la que nadie quiere bailar. Quizás mi
destino era acabar vagando por la vida. ¿Hay algo más triste que caminar por la
vida sin rumbo? Sí, sufrir ese camino. Esa ha sido la parte que me ha tocado
jugar y, joder, para mi desgracia, la he sabido jugar tan bien que hoy, me miro
en el espejo y no veo más que un andrajo de mierda. No soy más que una piltrafa
cada día un poco más hundida en el fango; en un fango que alguien me dispuso y
en el que yo, sin oposición, me sumergí. La vida me robó la ilusión, me hurtó
los sueños y me dispuso un camino, equivocado, pero fácil para alguien cuya
moral no era más que un residuo del pasado.
Lola Estal
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