Toca
el vecino el pianoforte. Forte
ejecuta
y pienso: ¡Qué bastardo! Tardo
para
más inri ¡Que el mavorte aborte!
Le
llamo; haré que el picaporte aporte
a
mi lujuria su gran dardo. Ardo
con
ese print
de leopardo pardo
que
espero que hoy como deporte porte.
Abre
la puerta y dice: pasa, pasa.
(Yo
nunca doy el primer paso). Paso
a
su elegante y nada escasa casa;
me
recibe en batín de craso raso
que
con sigilo se despasa: asa
pequeña,
enorme mi fracaso...acaso.
Luis Miguel Rubio Domingo
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