José Antonio Pamies
Afonías
LapizCero ediciones, 2012
José A Pamies (Cox, Alicante, 1981) es una joven voz que conocí en mi etapa de codirector de la revista Ágora papeles de arte gramático, esa prestigiosa publicación que el actual equipo de Acantilados de papel mantuvimos durante unos años, impidiendo su cierre y dándola a conocer, con el director de toda la vida, a lugares que la edición impresa jamás hubiese llegado.
Quiero con ello decir que ya conocía su obra poética, y que agradecí cuando se puso en contacto conmigo para enviarme un ejemplar de Afonías, un libro para el que escogería la frase "poeta, un oficio que nadie elige" para titular la reseña, y de lo que el lector encontrará mucho en los poemas del libro.
La poesía, escribe el autor, en sus palabras iniciales, tal y como él la concibe, "está lejos del histrionismo y de otras formas suicidas de manifestación del ego", lo cual, al leerlo, no pude evitar una sonrisa de complicidad. Ojala fuese así, amigo Pamies, y te lo dice quien ha visto todo lo contrario a su alrededor.
Y en este punto me parecen muy apropiados tus versos:
Renunciaste así a la lucha
del ego y de la carne.
sin llegar a comprender entonces
que todo es necesario para el arte
que nada es suficiente cuando danzas
en este caos arañavidas
al que llaman poema.
No lo había visto definido de esa manera, pero debería haber estado preparado cuando, tu prologuista, ya nos dice desde el primer renglón que la voz de los rapsodas "siempre resulta ajena a la intención afónica del poeta que nunca trama versos para ser recitados ni planea escenarios, atriles o micrófonos desde el callar preciso de una página en blanco".
Hay, por tanto, en este libro, miedo por ser "sentenciados como poetas", pues te preguntas, no sin temor, "¿qué autor ha madurado lo suficiente como para encajar semejante sentencia?". Entonces, tu poesía también es un grito, casi una denuncia, a todos esos autores y autoras que se autodefinen como poetas. ¿Qué sabrán de la poesía? Y hay también, en este mismo libro, la alegría del agua corriendo, los reflejos azules y blancos, espejos de un sol a pleno día.
Afonías es un río alegre, paseando junto a mis pies, que pueden ser los de cualquier lector, y que se abre paso, inexorable, a la vida.
Ama la vida en cada beso,
no llores el calor distante
de aquel idioma viejo
que ya no sabe hablar,
aparca tu soledad, el miedo
que esta farsa abyecta
nos obliga a sentir.
Es un río, sí, que me ha traído a la memoria aquellos paseos junto al Vivonne que nos narrara Marcel Proust.
Francisco Javier Illán Vivas
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