El
cielo es hoy del color del barro que mis viejos me dijeron del
Sáhara,
va
a llover, lloverá vida en piedra, tierra lejana, arena del Magreb,
dijeron,
cielo
de sabor del desperdicio de la sofocación del hombre,
esta tarde, sí, gris con un viento Sur caliente que mece la seca
desesperación de mi jardín,
pero
no entiendo nada, no lo entiendo...
Yo
debería de tirarme de bruces a las malas hierbas de mi parcela de
niño bien
de
niño destrozado por el abandono de los otros y por su abandono del amor
y
debería oler el petricor que adelanta la avalancha de tierra húmeda,
yo
debería mandar a tomar por culo estos doctos documentos,
andar
por la vereda de esta rambla y esperar al dolor de Arabia,
y
ya no lo puedo comprender...
Qué
cojones hago aquí,
desde
cuando la legalidad urbanística y los planeamientos parciales han comprado
mi alma,
porqué
no destrozo mis lámparas y salgo a empaparme con el llanto del verano
muerto,
cómo
otra tarde he conseguido que mis gritos se ahoguen
en
estas diligencias previas de miles de folios,
qué
soy yo para resolver nada, cómo podré dar palabra al émbolo si
sólo
..........................................................................................quiero
jugar con el cieno,
dejarlo
todo,
dejarte
a ti,
cerrar
los ojos y volver a empezar,
simular
que nada de estos logros que he ansiado han realmente ocurrido,
desnudarme
de tantos trapos que me tapan las heridas,
reír
al deseo y bramar a la sombra,
que
cojones hago aquí...
Acaso
nada mereció la pena.
Hasta
este escrito es morralla, burbujas de la salpa más cerda de estos
.......................................................................................bancos
de ojos miedosos,
hay
caminos, hay salidas, Hades siempre fue misericorde,
pero
yo cierro mi blog, sueño en azules y vivo en negros,
y
me entrego a la comprensión del jodido documento número ciento veintiocho,
al
menos
hasta
que alguien tenga el valor de afirmarme que merezco, siquiera,
unas
pequeñas gotas en la frente.
Andres Carrillo de las Heras
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