Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

martes, 4 de febrero de 2014

La última cita

Reparó en ella nada más entrar en el bar. Ocupaba un lugar al final de la barra, sentada en el alto taburete, mostrando generosamente sus largas piernas cruzadas.
Se sentó algo apartado pero en un lugar desde el que podía observarla. Era hermosa como pocas y parecía ausente, con la mirada clavada en el frente y el semblante serio. La elegante copa de bordes escarchados, que contenía un líquido de vistoso color, permanecía intacta ante ella.
Siguió observándola durante largos minutos, en los que apuró un whisky con hielo, mientras se preguntaba quién sería aquella mujer, qué hacía allí y, sobre todo, cuál sería la causa de la tristeza que mostraba su hermoso rostro.
Mientras se tomaba la segunda copa, llegó a la conclusión de que ella estaba esperando a alguien, un hombre con toda seguridad, al que envidió sinceramente; una mujer como ella era un exquisito regalo para cualquiera.
“Si continuaba retrasándose -se dijo-, los habituales ligones comenzarían a pulular alrededor de ella como moscas sobre la miel, y ni su triste semblante o el invisible cartel de “no molesten” que su actitud delataba, serían suficientes para detenerles”.
Con el tercer whisky se decidió a acercarse a ella. No soportaba verla allí, sola, desvalida, abandonada por aquel desconsiderado, fuera quien fuese. Una mujer como ella no se merecía ese trato.
Caminó algo tambaleante hasta llegar a su lado, sintiendo una opresión en el pecho y un sudor frío extendiéndose por todo su cuerpo. Tanta belleza le aceleraba los latidos del corazón, pensó entusiasmado.
-Has tardado en llegar –dijo ella como en un susurro.
-¿Me esperabas a mí? –le preguntó asombrado. No podía creer en su suerte.
-Sí. Hoy te esperaba a ti –respondió con enigmática sonrisa.
Él sintió un fuerte dolor en el brazo izquierdo y dejó caer el vaso que sujetaba. La miró con una muda pregunta en sus aterrados ojos mientras se desplomaba.
-¿Quién eres? –demandó con su último aliento de vida.
El bello rostro de ella se transformó en horrible máscara sepulcral y, con siniestra carcajada, respondió:
-La Muerte.



Fuensanta Vidal. Cartagena, 1956. Licenciada en Historia. Ha publicado varios relatos, novelas cortas y poemas en libros colectivos y revistas, obteniendo también algún premio. Sus obras más conocidas son las novelas románticas publicadas bajo el seudónimo de Amber Lake: Estrategias del destino, El escolta, Atrapada en el engaño, Buscando a la esposa perfecta.

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