Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

miércoles, 18 de septiembre de 2024

La isla, de M.D. Álvarez


 


Se preocupó cuando vio que no volvía, aunque él siempre regresaba y, si tardaba mucho, le dejaba un mensaje para que no se preocupara. Aquella misión lo llevó a una isla desierta donde lo más seguro es que lo atraparan. 

Se dirigió al alto mando para que enviaran una misión de rescate, pero como única contestación le dijeron que se había perdido en las comunicaciones y lo más seguro es que hubiera muerto. 

No se dio por vencida y fletó un jet privado para trasladarse a una isla cercana, donde alquiló un yate para acercarse a la isla donde él había desaparecido. 

Tardó en encontrarlo, pero lo halló visiblemente deshidratado pero vivo. Corrió hacia él, lo abrazó y besó con ternura.

 - No me vuelvas a hacer esto -dijo entre lágrimas.

- Siento haberte preocupado, cielo -respondió él, acariciando su mejilla con ternura. No tenía cobertura y no podía descubrir mi ubicación.

La isla estaba envuelta en un misterio que parecía emanar de su densa vegetación. Los árboles altos y retorcidos se inclinaban hacia el cielo, como si quisieran susurrar sus secretos al viento. La arena de la playa era blanca y fina, pero bajo su superficie, ocultaba algo más que conchas y corales.

El hombre, aún débil por la falta de comida y agua, le contó a su amada lo que había descubierto. "Hay una cueva en el centro de la isla", dijo con voz ronca. "Parece antigua, como si hubiera estado allí desde tiempos inmemoriales. Pero no puedo entrar. Hay una extraña inscripción en la entrada, y no entiendo el idioma".

La mujer miró al horizonte, pensativa.  
-Quizás sea un lugar sagrado, sugirió. -O tal vez esconde un tesoro perdido. Decidieron explorar juntos la isla al día siguiente, cuando él estuviera más fuerte.

Al amanecer, partieron hacia el corazón de la isla. Siguiendo las indicaciones del hombre, llegaron a la entrada de la cueva. La inscripción tallada en la roca era indescifrable, pero tenía un aire de antigüedad y sabiduría. La mujer sintió un escalofrío al tocarla.

Empujaron la pesada puerta de piedra y entraron en la penumbra. La cueva se abría en una amplia cámara, iluminada por una luz tenue que provenía de una grieta en el techo. En el centro, sobre un pedestal de piedra, yacía un objeto brillante: un colgante de cristal azul.

La mujer se acercó con cautela y lo tomó en sus manos. El cristal parecía contener el mar en su interior, con olas danzando y peces nadando en su interior. -Es hermoso, susurró. -¿Qué crees que significa?.

El hombre negó con la cabeza. -No lo sé, pero siento que es importante. Como si estuviera conectado a algo más grande. Se acercó a la inscripción en la pared y la estudió detenidamente. -Quizás esta cueva es un portal a otro mundo, o una llave para desvelar un antiguo poder.

Decidieron llevarse el colgante consigo y estudiarlo con más detalle. Mientras salían de la cueva, la mujer miró atrás una última vez. ¿Qué secretos ocultaba la isla? ¿Y cómo estaba relacionada con el hombre que amaba?

El colgante formaba parte de la misión que le habían impuesto desde el alto mando. Él no estaba dispuesto a entregarlo sin más. Antes de hacer nada, debía estudiarlo. Según lo que descubriera, se lo entregaría o lo devolvería a la isla. La investigación duró dos semanas y dio varios indicios: la piedra no era de este mundo, era de una dureza superior al diamante. Ella lo observaba mientras él realizaba varias pruebas, lo veía absorto en sus indagaciones, casi no comía ni dormía, lo estaba minando. Ella era la única que lograba separarlo del trabajo.

- La piedra no es de este mundo y su dureza es superior a la del diamante -dijo él cuando ella lo interrogó con la mirada. -Debo volver a la isla.

- De eso nada, iremos los dos -dijo ella después de que casi te pierdo, no irás solo.

Él aceptó de buena gana, ella podía serle de ayuda. En la isla instalaron un campo base y habían llevado víveres para un mes. Se dirigieron a la cueva, donde fotografiaron la inscripción y los bajorrelieves del pedestal, y luego volvieron al campo base e introdujeron las fotos en el portátil. Instalaron una tienda de campaña y encendieron una fogata donde prepararon una suculenta comida. Se sentaron los dos en un tronco, comieron y hablaron.

Ella quería estar con él y ayudarle en lo que necesitara. "Es hora de dormir, mañana iremos a explorar los alrededores de la gruta", dijo él con signos de cansancio.

A la mañana siguiente amaneció un día precioso. Se dispusieron a explorar los alrededores con machetes, fueron despejando el camino hasta que se toparon con unas ruinas de piedra basáltica negra. Eran construcciones piramidales, con forma de dodecaedro y otras figuras geométricas. Despejaron la zona y descubrieron que las construcciones habían sido hechas con precisión milimétrica.. En cada edificación, a la entrada de cada una de ellas, tenían una inscripción propia. Algunas de ellas eran en lenguas muertas o desconocidas, pero otras, sin embargo, estaban en griego, amárico, drogi y hebreo. Ella era profesora de lenguas antiguas, había sido una bendición que fuera con él.

La primera construcción a la que se dirigieron fue un gran edificio cuadrado cuya inscripción estaba en griego y decía así:

Οι λεγόμενοι στρωτήρες θα οδηγηθούν στο βωμό.

Ella lo tradujo sin dificultad. Decía así: Los llamados durmientes serán llevados al altar.

El segundo edificio tenía forma de triángulo isósceles. Estaba escrita en amárico y decía así: ለጥፋታቸው መስዋዕትነት ይከፈላሉ.

Traducido por ella: Serán sacrificados por sus ofensas.

La tercera edificación tenía forma octogonal y su inscripción estaba en dogri y decía así:

मदद स्वर्ग से आ जाएगी

Su traducción decía: 

La ayuda vendrá de los cielos.

El cuarto edificio, de forma oboidal, la inscripción estaba en hebreo y decía así:

הוא יידע כשהוא יראה את זה מגיע מלמעלה. 

Traducido, ella decía así:

Él lo sabrá cuando lo vea llegar desde lo alto.

Por último, el edificio piramidal que tenía una de las últimas inscripciones en una de las lenguas muertas que ella conocía era en hawaiano y decía así: 

E ʻae ʻia kāu hāʻawi a wehe ʻia ka puka. 

Ella dibujó una sonrisa porque ya sabía para qué era la piedra del colgante.

Su ofrenda será aceptada y se abrirá el portal.

Se fue corriendo hacia Arthur y le dio toda la información.

- Sabía que me vendría bien tu ayuda, preciosa -le dijo dándole un cariñoso beso-. Yo he descubierto otra cosa. Ven, mira esta roca, ¿no le notas nada raro?

A primera vista no le noto nada.

Él se acercó a la extraña roca y sopló con todas sus fuerzas; la capa de polvo voló por los aires y apareció una serie de grabados que representaban una gran cacería de lo que parecían ser monstruosos seres voladores. -Arthur, ¿crees que podemos descubrir qué abre esta piedra? -preguntó ella cabizbaja.

Estoy seguro de que sí. Mira la formación de las estrellas que aparecen en el grabado. He introducido esa formación de estrellas y la variación aproximada del tiempo, y me ha dado esta fecha 2/6/2050 Es como si nos estuvieran invitando a cruzar el umbral
El día antes de la llegada durmieron profundamente descansaron y explotaron la isla a las 12 de la noche cuando las estrellas estaban tal y como estaban situadas en el grabado aparecio una luz que se fue a situar encima del pedestal y aparecio una figura de luz . Él le ofrecio el colgante y se abrio al fondo de la caverna un portal de singulares proporciones.

Se preocupó cuando vio que no volvía, aunque él siempre regresaba y, si tardaba mucho, le dejaba un mensaje para que no se preocupara. Aquella misión lo llevó a una isla desierta donde lo más seguro es que lo atraparan. 

Se dirigió al alto mando para que enviaran una misión de rescate, pero como única contestación le dijeron que se había perdido en las comunicaciones y lo más seguro es que hubiera muerto. 

No se dio por vencida y fletó un jet privado para trasladarse a una isla cercana, donde alquiló un yate para acercarse a la isla donde él había desaparecido. 

Tardó en encontrarlo, pero lo halló visiblemente deshidratado pero vivo. Corrió hacia él, lo abrazó y besó con ternura.

 - No me vuelvas a hacer esto -dijo entre lágrimas.

- Siento haberte preocupado, cielo -respondió él, acariciando su mejilla con ternura. No tenía cobertura y no podía descubrir mi ubicación.

La isla estaba envuelta en un misterio que parecía emanar de su densa vegetación. Los árboles altos y retorcidos se inclinaban hacia el cielo, como si quisieran susurrar sus secretos al viento. La arena de la playa era blanca y fina, pero bajo su superficie, ocultaba algo más que conchas y corales.

El hombre, aún débil por la falta de comida y agua, le contó a su amada lo que había descubierto. “Hay una cueva en el centro de la isla”, dijo con voz ronca. “Parece antigua, como si hubiera estado allí desde tiempos inmemoriales. Pero no puedo entrar. Hay una extraña inscripción en la entrada, y no entiendo el idioma”.

La mujer miró al horizonte, pensativa. “Quizás sea un lugar sagrado”, sugirió. “O tal vez esconde un tesoro perdido”. Decidieron explorar juntos la isla al día siguiente, cuando él estuviera más fuerte.

Al amanecer, partieron hacia el corazón de la isla. Siguiendo las indicaciones del hombre, llegaron a la entrada de la cueva. La inscripción tallada en la roca era indecipherable, pero tenía un aire de antigüedad y sabiduría. La mujer sintió un escalofrío al tocarla.

Empujaron la pesada puerta de piedra y entraron en la penumbra. La cueva se abría en una amplia cámara, iluminada por una luz tenue que provenía de una grieta en el techo. En el centro, sobre un pedestal de piedra, yacía un objeto brillante: un colgante de cristal azul.

La mujer se acercó con cautela y lo tomó en sus manos. El cristal parecía contener el mar en su interior, con olas danzando y peces nadando en su interior. “Es hermoso”, susurró. “¿Qué crees que significa?”

El hombre negó con la cabeza. “No lo sé, pero siento que es importante. Como si estuviera conectado a algo más grande”. Se acercó a la inscripción en la pared y la estudió detenidamente. “Quizás esta cueva es un portal a otro mundo, o una llave para desvelar un antiguo poder”.

Decidieron llevarse el colgante consigo y estudiarlo con más detalle. Mientras salían de la cueva, la mujer miró atrás una última vez. ¿Qué secretos ocultaba la isla? ¿Y cómo estaba relacionada con el hombre que amaba?

El colgante formaba parte de la misión que le habían impuesto desde el alto mando. Él no estaba dispuesto a entregarlo sin más. Antes de hacer nada, debía estudiarlo. Según lo que descubriera, se lo entregaría o lo devolvería a la isla. La investigación duró dos semanas y dio varios indicios: la piedra no era de este mundo, era de una dureza superior al diamante. Ella lo observaba mientras él realizaba varias pruebas, lo veía absorto en sus indagaciones, casi no comía ni dormía, lo estaba minando. Ella era la única que lograba separarlo del trabajo.

- La piedra no es de este mundo y su dureza es superior a la del diamante -dijo él cuando ella lo interrogó con la mirada. -Debo volver a la isla.

- De eso nada, iremos los dos -dijo ella después de que casi te pierdo, no irás solo.

Él aceptó de buena gana, ella podía serle de ayuda. En la isla instalaron un campo base y habían llevado víveres para un mes. Se dirigieron a la cueva, donde fotografiaron la inscripción y los bajorrelieves del pedestal, y luego volvieron al campo base e introdujeron las fotos en el portátil. Instalaron una tienda de campaña y encendieron una fogata donde prepararon una suculenta comida. Se sentaron los dos en un tronco, comieron y hablaron.

Ella quería estar con él y ayudarle en lo que necesitara. "Es hora de dormir, mañana iremos a explorar los alrededores de la gruta", dijo él con signos de cansancio.

Al día siguiente amaneció un precioso día. Se dispusieron a explorar los alrededores con machetes, fueron despejando el camino hasta que se toparon con unas ruinas de piedra basáltica negra. Eran construcciones piramidales, con forma de dodecaedro y otras figuras geométricas. Despejaron la zona y descubrieron que las construcciones habían sido hechas con precisión milimétrica.. En cada edificación, a la entrada de cada una de ellas, tenían una inscripción propia. Algunas de ellas eran en lenguas muertas o desconocidas, pero otras, sin embargo, estaban en griego, amárico, drogi y hebreo. Ella era profesora de lenguas antiguas, había sido una bendición que fuera con él.

La primera construcción a la que se dirigieron fue un gran edificio cuadrado cuya inscripción estaba en griego y decía así:

Οι λεγόμενοι στρωτήρες θα οδηγηθούν στο βωμό.

Ella lo tradujo sin dificultad. Decía así: Los llamados durmientes serán llevados al altar.

El segundo edificio tenía forma de triángulo isósceles. Estaba escrita en amárico y decía así: ለጥፋታቸው መስዋዕትነት ይከፈላሉ.

Traducido por ella: Serán sacrificados por sus ofensas.

La tercera edificación tenía forma octogonal y su inscripción estaba en dogri y decía así:

मदद स्वर्ग से आ जाएगी

Su traducción decía: 

La ayuda vendrá de los cielos.

El cuarto edificio, de forma oboidal, la inscripción estaba en hebreo y decía así:

הוא יידע כשהוא יראה את זה מגיע מלמעלה. 

Traducido, ella decía así:

Él lo sabrá cuando lo vea llegar desde lo alto.

Por último, el edificio piramidal que tenía una de las últimas inscripciones en una de las lenguas muertas que ella conocía era en hawaiano y decía así: 

E ʻae ʻia kāu hāʻawi a wehe ʻia ka puka. 

Ella dibujó una sonrisa porque ya sabía para qué era la piedra del colgante.

Su ofrenda será aceptada y se abrirá el portal.

Se fue corriendo hacia Arthur y le dio toda la información.

- Sabía que me vendría bien tu ayuda, preciosa -le dijo dándole un cariñoso beso-. Yo he descubierto otra cosa. Ven, mira esta roca, ¿no le notas nada raro?

-A primera vista no le noto nada.

Él se acercó a la extraña roca y sopló con todas sus fuerzas; la capa de polvo voló por los aires y apareció una serie de grabados que representaban una gran cacería de lo que parecían ser monstruosos seres voladores. 

-Arthur, ¿crees que podemos descubrir qué abre esta piedra? -preguntó ella cabizbaja.

-Estoy seguro de que sí. Mira la formación de las estrellas que aparecen en el grabado. He introducido esa formación de estrellas y la variación aproximada del tiempo, y me ha dado esta fecha 2/6/2050 Es como si nos estuvieran invitando a cruzar el umbral.

El día antes de la llegada durmieron profundamente descansaron y explotaron la isla a las 12 de la noche cuando las estrellas estaban tal y como estaban situadas en el grabado aparecio una luz que se fue a situar encima del pedestal y aparecio una figura de luz . Él le ofrecio el colgante y se abrio al fondo de la caverna un portal de singulares proporciones.

La figura de luz se alzó ante ellos, su forma etérea y sus ojos brillando como estrellas. Parecía esperar, como si conociera su propósito. Artur y Mia intercambiaron miradas, llenas de asombro y determinación.

-¿Quién eres? preguntó él, su voz temblorosa pero firme.

La figura sonrió, y su voz resonó en sus mentes. -Soy el Guardián del Umbral. Vuestro valor y vuestra búsqueda han sido observados. El colgante es la llave que os permitirá cruzar.

Él extendió el colgante hacia la figura. -¿Qué hay al otro lado?

- Un mundo olvidado, respondió el Guardián. - Un lugar donde los sueños y las pesadillas se entrelazan. Donde los antiguos dioses aún caminan y los secretos ancestrales aguardan. Pero también es un mundo en peligro, y vuestra llegada podría cambiar su destino.

Ella tomó la mano de Artur. -¿Por qué nosotros?

- Porque sois los elegidos”, dijo el Guardián. “Vuestra unión, vuestra valentía y vuestra curiosidad son necesarias. El colgante os guiará a través del portal, pero una vez allí, deberéis tomar decisiones que afectarán a ambos mundos.”

Artur miro a Mia. “¿Estás lista?”

Ella asintió. “Lo estamos.”

El Guardián extendió sus manos hacia el portal. “Que vuestro viaje sea bendecido. Y recordad: no todo lo que brilla es oro en el otro lado.”

El colgante comenzó a brillar intensamente, y el portal se abrió ante ellos. Sin dudarlo, tomaron aliento y cruzaron el umbral. La luz los envolvió, y sintieron como si sus cuerpos se deshicieran en partículas de energía. El mundo que conocían se desvaneció, y el nuevo mundo se materializó a su alrededor.

M. D. Álvarez

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