En aquel infierno de hielo, él y sus cuatro amigos tuvieron que acampar y dormir juntos, pegados unos a otros, y en medio de los cuatro chicos estaba su compañera, a la que protegían con mimo.
Él
se levantó, dejando su manta a su compañera que dormía plácidamente,
mientras ellos dormían, él hizo la guardia de todos. Desde la última
acampada, él no necesitaba dormir más de dos horas. De pronto, sintió un
leve crujir de la nieve; era ella, que le traía una taza de café
caliente.
- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -preguntó ella.
- Las necesarias -dijo, tomando la taza de café de sus manos.
- ¿Cuándo llegaremos al campo base?
- En unas horas. Cuando amaine el temporal, saldremos.
Habían
transcurrido cuatro horas desde que salieron y se encontraban a 500
metros del campo base. Al día siguiente comenzaría la escalada por la
ruta más difícil de todas. Estaban a punto de comenzar la escalada del
K2 por la ruta de los polacos, la vía más difícil que discurre por el
espolón central de la cara sur.
Él era el guía más experimentado, había coronado con éxito y sin ninguna baja los 7 ochomiles.
Salieron
del campo base el día 1 de marzo, él los guió por la vía de los polacos
en la cara sur. El parte meteorológico preveía buen tiempo, así que
salieron del campo base el 16 de marzo.
Tras
haberse aclimatado, la ascensión fue dura y laboriosa, pero toda la
cordada confiaba en él y lo seguían hasta coronar la cumbre del K2 el
día 22 de marzo. Comenzando el descenso, tardaron en llegar al campo
base cuatro días.
Al
llegar, todos sanos y salvos, y además por la vía más complicada, era un
hándicap inigualable para él, les había mostrado de lo que eran capaces
si se lo proponían.
M. D. Álvarez
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