David Fernández Rivera
Amargord ediciones
Madrid, 2021
Solo la poesía regala al autor la posibilidad de escribir con libertad, en el más amplio sentido de la palabra: en lo que escribe, en como lo escribe, en la extensión de los poemas, en las formas, formatos, imágenes, mensajes, incluso le permite no utilizar la palabra y aún así, decir tanto que no dejará a nadie indiferente.
El autor del prólogo, José Luis Zerón Huguet lo señala en el primer párrafo: David Fernández Rivera no dejó a nadie indiferente.
El poemario que nos ocupa es breve, muy breve, apenas 66 páginas, maquetadas de tan forma, con tanta libertad, que la poesía sólo ocupa un poco más de la mitad, incluída un desplegable que puede ser todo un homenaje a la libertad suprema.
En su dedicatoria, el autor nos confiesa que este libro busca la salida de un laberinto oscuro, ruidoso y frío, y nos deja unos puntos suspensivos para que encontremos, con el lector, hacia donde lleva la esperanza, escondida en sus páginas.
No es un poemario fácil. En efecto, es oscuro, discrepo de lo ruidoso (o no, todo depende del poema Zashima, en su propia voz), doloroso; el mismo autor nos lo avisaba, encontrarás desánimo, impotencia o sufrimiento.
E insisto, a nadie dejará indiferente.
Francisco Javier Illán Vivas
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