Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

domingo, 1 de diciembre de 2013

París, 1945, de José Enrique Canabal (Reseña nº 580)

José Enrique Canabal
París, 1945
M.A.R. Editor, febrero de 2012

Cuando Tom Petit estaba borracho, podía pasar cualquier cosa...

En efecto, la vida común, cotidiana, del pueblo que sufre las alucinaciones de unos indignos gobernantes continua a pesar de la guerra, del hambre, de las calamidades, y esta novela quiere ser un cruce de tramas entre el amor y la muerte, y que personalmente he encontrado muy difícil de leer y de seguir la trama.

Ganó el I premio internacional Alexandre Dumas de novela, es cierto. Ambientada en la Francia ocupada por los nazis y la España de postguerra civil, con momentos de alta violencia:

"Te voy a cortar los cojones y esa mierda de poya, te los meteré en la boca, dejaré que te desangres, mientras te iré grabando con este cuchillo en la mejilla la palabra violador y en la otra, ladrón. Lo mismo haré con tus secuaces" (Pág 144).

Y de amor de una madre hacia su hijo, de supervivencia, de aguantar, de esperanza:

"Notaba como la vida se le iba, le ató con cuidado el cordón umbilical, lo cortó de la placenta y agotada perdió el sentido" (Pág 118).

Y sobre esas escenas de la vida, la Guerra Mundial, el avance de las tropas nazis, la entrada en guerra de los Estados Unidos: "El presidente Roosvelt ha declarado la guerra al Japón" (Pág 155), de lucha contra la opresión de un pueblo que se había olvidado de que la libertad, la igualdad, la fraternidad era algo por lo que merecía luchar todos los días.

Nosotros acompañaremos al Marqués de Moll y a su joven esposa en su regreso a París, tras el juicio de Nüremberg, rememoraremos con ellos todo lo arrostrado desde aquellos lejanos días anteriores a la guerra y, sabremos que "los años enseñan muchas cosas que los días no saben" (Pág 183).

Francisco Javier Illán Vivas

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