Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

lunes, 16 de diciembre de 2013

Requiem



      En el tocadiscos de Sam, sonaban atronadoras las primeras notas de “Rex tremendae” del Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart, mientras tanto en el aparato  de radio de la cocina, la voz artificialmente compuesta de, no se sabía que general del ejercito, ponderaba el valor y el patriotismo de los soldados destacados en el frente. Marta, la esposa de Sam no pudo contener las lagrimas que resbalaron por sus mejillas al recordar a James: su hijo, que recién salido de la universidad e impulsado por un vivo fervor en defensa de su nación, que según recientes noticias, corría grave peligro de ser invadida, se había incorporado a filas.
      A los pocos meses de su alistamiento fue enviado a un lejano país, formando parte de un contingente militar, con la misión, dijeron, de iniciar una guerra preventiva que evitase un ataque a la seguridad nacional.
      Era el “Confutátis” lo que sonaba cuando Marta entró en el salón.
      -Sam estoy muy preocupada por nuestro hijo, hace una semana que no sabemos nada de él y eso no es normal, él, que siempre nos ha llamado cada tres o cuatro días. ¿Crees que le habrá pasado algo?
      -¡Que va mujer! Eso es que el chico se ha despistado un poco, veras como llama hoy por todo el día.
      Respondió Sam, que se sentía lleno de satisfacción, pensando en que a James pronto le concederían la medalla al valor por sus gestas en el frente.
     -Ojala no te equivoques.
      Dijo ella, con los ojos humedecidos mientras en el equipo de música empezaba a sonar el “Lacrimosa dies illa”.
     Pocos minutos después, el sonido de la llamada los sobresaltó inexplicablemente y mientras Marta corría a descolgar el teléfono, Sam  le dijo en tono alegre.
     -Mira, ya le tienes ahí.
       Levantó ella el auricular, y el ¡Dígame! Sonó a felicidad, pero enseguida Sam notó algo raro en el gesto de Marta y preguntó.
        -¿Qué ocurre mujer?
        No contestó ella, enmudecida por lo que estaba escuchando, Sam vio que los ojos de Marta se desorbitaban espantados y al momento, un grito desgarrador salió de su garganta. Mientras se tambaleaba, pareció que invadían todo el espacio de la vivienda, las escalofriantes notas de “Comunio: Lux aeterna”.

Pedro Ortuño Ibáñez

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