El próximo sábado, 5 de octubre, a partir de las 19,30 horas, se presentará, en la Casa de Cultura de Yecla, la novela del yeclano Pedro Ortuño Ibáñez, Las hijas del eclipse, editada por la joven editorial murciana Editorial ADIH.
Pedro Ortuño Ibáñez nació en Yecla (Murcia), en el año 1943, en el seno de una familia humilde. A los nueve años queda huérfano de padre y la vida empuja a la familia (su madre, dos hermanos mayores y él) a emigrar en busca de un trabajo que en su localidad escasea.
Recalan en Bocairent (Valencia), y allí se desarrolla la segunda parte de su infancia, su adolescencia y su juventud. Así mismo, conoce a la que será su esposa. Los avatares de la vida le devuelven a su tierra natal donde la carretera se convierte en su trabajo continuo. Y es allí donde, en los tiempos muertos, entre repartos y horas de soledad en la cabina del camión surge una vena creativa que marcará, hasta la actualidad su vida y su retiro.
Comienza a escribir poesía, y pronto se atreve con la narrativa. Escribe también dos obras de teatro de las cuales una está representada, “Wind” (El disco duro) y la otra “¡Cómo está el patio!” aguarda su momento. Edita un libro de poesía, Después de la niebla. Otros dos poemarios esperan turno. A la deriva y Testimonio. Un libro de cuentos, En blanco y negro y dos novelas cortas, Manolo Salero y Los gatos de don Melitón. Este último, en fase de finalización.
Hoy su tiempo lo reparte entre la lectura, la escritura, los largos paseos y el recuerdo de sus hijos y nietos que, casi todos viven en distintos lugares más o menos alejados de su Yecla natal.
Las hijas del eclipse, Murcia, 2013, trata de cinco mujeres de distinta edad y condiciones, unidas por un denominador común: el valor, y golpeadas todas ellas de diferentes formas por las circunstancias de la vida, se reúnen en un entorno rural con el fin de darnos a conocer sus vivencias extremas. No pretenden con ello que compartamos o dejemos de compartir sus penas y sus alegrías, lo que pretenden es, sencillamente, explicarnos que empleando el arrojo y el coraje como bandera es posible sobreponerse a las más difíciles situaciones siempre que no claudiquemos y demos por perdida la batalla de antemano.
El curso del río Vinalopó, y el entorno del monte Arabím se entrelazan para dotar a sus historias del contraste tierno y rudo de su misteriosa grandeza, a la vez que se irán fusionando con las vidas de los diferentes seres humanos que habitan en sus proximidades.
Pedro Ortuño Ibáñez nació en Yecla (Murcia), en el año 1943, en el seno de una familia humilde. A los nueve años queda huérfano de padre y la vida empuja a la familia (su madre, dos hermanos mayores y él) a emigrar en busca de un trabajo que en su localidad escasea.
Recalan en Bocairent (Valencia), y allí se desarrolla la segunda parte de su infancia, su adolescencia y su juventud. Así mismo, conoce a la que será su esposa. Los avatares de la vida le devuelven a su tierra natal donde la carretera se convierte en su trabajo continuo. Y es allí donde, en los tiempos muertos, entre repartos y horas de soledad en la cabina del camión surge una vena creativa que marcará, hasta la actualidad su vida y su retiro.
Comienza a escribir poesía, y pronto se atreve con la narrativa. Escribe también dos obras de teatro de las cuales una está representada, “Wind” (El disco duro) y la otra “¡Cómo está el patio!” aguarda su momento. Edita un libro de poesía, Después de la niebla. Otros dos poemarios esperan turno. A la deriva y Testimonio. Un libro de cuentos, En blanco y negro y dos novelas cortas, Manolo Salero y Los gatos de don Melitón. Este último, en fase de finalización.
Hoy su tiempo lo reparte entre la lectura, la escritura, los largos paseos y el recuerdo de sus hijos y nietos que, casi todos viven en distintos lugares más o menos alejados de su Yecla natal.
Las hijas del eclipse, Murcia, 2013, trata de cinco mujeres de distinta edad y condiciones, unidas por un denominador común: el valor, y golpeadas todas ellas de diferentes formas por las circunstancias de la vida, se reúnen en un entorno rural con el fin de darnos a conocer sus vivencias extremas. No pretenden con ello que compartamos o dejemos de compartir sus penas y sus alegrías, lo que pretenden es, sencillamente, explicarnos que empleando el arrojo y el coraje como bandera es posible sobreponerse a las más difíciles situaciones siempre que no claudiquemos y demos por perdida la batalla de antemano.
El curso del río Vinalopó, y el entorno del monte Arabím se entrelazan para dotar a sus historias del contraste tierno y rudo de su misteriosa grandeza, a la vez que se irán fusionando con las vidas de los diferentes seres humanos que habitan en sus proximidades.
Mmmh... no me atrae... Pero espero que disfrutéis la presentación
ResponderEliminarBesos desde Neverland y, ¡te sigo!
Seguro que lo haremos, Morgana. Te diré que a mí me pareció una historia desgarradora, que nos unía a muchas de las vivencias que tenemos quienes ya frisamos determinada edad.
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