El
horror según Lovecraft
SIRUELA,
2013
Imagine
el lector que H.P. Lovecraft, el gran escritor americano de terror
cósmico que falleció en 1937, se levantase de su húmeda tumba una
noche lluviosa de invierno para seleccionar sus lecturas favoritas
más terroríficas, organizar un volumen con estos cuentos de horror
que tanto le impresionaron en vida y así editar una antología.
Exactamente eso es lo que ha hecho Siruela, ponerse en la piel del
grandísimo narrador de terror de Providence para, seleccionando
cuentos que le gustaron y añadiendo uno suyo propio, El
testimonio de Radolph Carter, lanzar esta antología en la que
podemos desgustar a Ambrose Bierce, Lord Dunsay, Machen, M.R. James,
Le Fanu o Maupassant, entre otros. Algunos como su amado Poe, Shelley
o Hoffmann prestan su ausencia. No obstante, una recopilación total
que incluya todos los autores lovecraftianos es una tarea demasiado
vasta para un solo volumen, y en compensación otros autores menos
conocidos podrán ser descubiertos. Hallará aquí el ávido lector
impagables joyas literarias que por sí solas ya merecen un lugar en
la historia de la literatura de terror. En orden cronológico
primero leeremos ¿Qué fue eso? de Fitz-James O`Brien, un
antecedente de Maupassant, en el que una presencia invisible pero
tangible aterrorizará al narrador. Un cuento sigue del conocido
genio irlandés Sheridan Le Fanu titulado El pacto de sir
Dominick, aderezado con las acostumbradas atmósferas
desasosegantes del autor y mimbres fáusticos. Un escritor poco
conocido en los circuitos ‘terroliterarios’ es Francis Marion
Crawford de cuya historia La litera de arriba Lovecraft afirmó
haber recibido ‘un tremendo y auténtico mazazo’ al
leerla. De Maupassant se incluye uno de los relatos más
representativos de su producción fantástica, ¿Quién sabe?,
que incide en la locura y las obsesiones a través de una trama
envolvente y muy sugestiva. Le sigue todo un clásico, El papel
amarillo de Charlotte Perkins Gilman, pieza que encaja una ácida
crítica a la sumisión de la mujer, alucinaciones y locura demencial
y un retrato psicológico de acertada y dolorosa agudeza. De Ambrose
Bierce, un escritor que no es estrictamente de género pero sí que
pergeñó algunas historias de fantasmas y terrores, podemos leer La
muerte de Halpin Frayser, una variación moderna y libre del
tema edípico. Arthur Machen, célebre autor de obras cargadas de
misticismo y presencias sobrenaturales, firma El gran dios Pan una
pieza extensa, casi una nouvelle, en la que se desatan unas
poderosas fuerzas extrañas a través de un experimento. Otros
escritores consagrados completan la nómina lovecraftiana de este
volumen: M.R. James, Walter de la Mare o Hanns Heinz Ewers. Otros
menos conocidos, como son los casos de M.P. Shield o Clark Ashton
Smith, nos deleitará con extraordinarias historias del género de
terror y misterio. El primero de estos ignotos cuentistas nos acerca
a una estética muy en la línea de Poe con el relato La mansión
de los ruidos. De Ashton Smith sólo resta decir que fue uno de
los más alabados y queridos escritores de Lovecraft. Como colofón
de esta terrorífica y fantástica antología de cuentos macabros se
incorpora El testimonio de Randolph Carter, obra
paradigmática, de connotaciones góticas y cósmicas, basada en un
sueño que tuvo el propio Lovecraft.
Sería
interesante, para acompañar estas lecturas, tener cerca el ensayo El
horror en la literatura, en el que el escritor de Providence
analiza los pormenores del género y comenta sus libros y autores
favoritos, en un estudio histórico pero muy personal, que es ya,
junto a este volumen que comentamos, todo un clásico.
Pedro
Pujante
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