Plop
Salto de Página, 2007
El autor de este libro es de esos
escritores raros, tardíos y poco conocidos que no frecuentan las listas de Bestsellers y que por lo tanto suelen parecernos a los
bibliófilos joyas en estado puro cuya luz ha sido sepultada por la historia y
el tiempo. Rafael Pinedo falleció en 2006 con tan solo 54 años. Plop es su primera novela y le valió el
Premio de Novela Casa de las Américas 2002. Junto a Subte y Frío (ambas
publicadas en Salto de Página), Plop
forma una trilogía que, en palabras de su autor, plantea como tema central la
destrucción de la cultura.
Plop es el ruido que hace un niño
al caer al barro cuando nace. Por eso le llaman así. Esta es la historia de
Plop. Una historia que tiene lugar en un futurible y extraño mundo lluvioso,
fangoso, gris y sucio en el que la vida se resume en sobrevivir un día más. La
geografía que dibuja Rafael Pinedo es raquítica: una planicie en la que casi
nunca deja de llover. El suelo cubierto de barro y escombros. La vida vegetal y
animal es escasa. Varios grupos de hombres (se nos dice que hay diez o doce
pero tenemos la impresión de que el mundo alberga más) recorren las planicies
pútridas en busca de un gato que matar, otra tribu que atacar o un hierro que
usar para defenderse. Y en uno de esos grupos está Plop. La narración, dividida
en breves capítulos, nos va detallando escenas y ritos que tienen lugar en un
extraño y apocalíptico mundo que parece subsistir tras una supuesta catástrofe
ecológica. Los grupos, en un segundo génesis existencial, se atienen a rituales
de iniciación, a códigos compartidos y tabúes que resultan de lo más
sorprendente. Por ejemplo, en el clan de Plop, la boca abierta es un tabú, al
igual que chupar o enseñar los dientes al comer. Sin embargo, el sexo es primario,
instintivo y público; parte de la cotidianidad y narrado con tal naturalidad
que casi no difiere de la violencia animal. La cultura ha dejado de existir y
algunos de los miserables habitantes de este mundo han comenzado a descubrir la
palabra escrita. Plop, que nació en el
barro irá ascendiendo en la escala social del clan hasta convertirse en su
Comisario General, o lo que es lo mismo, en el jefe.
En esta narración, en la que las
descripciones son escuetas y las acciones detalladas con concisión, hay cierta
animalidad e intensidad que no dejarán al lector impasible. No obstante, y a
pesar de la grisura del hábitat húmedo y sucio en el que la tribu se
desenvuelve, hay algo exótico que atrapa y convierte Plop en una lectura sugestiva y repleta de matices. El estilo que
Pinedo desbroza es delgado, de frases cortas y contundentes, de párrafos breves
y capítulos sucintos que encajan perfectamente con la narración. Una narración
en la que la mísera existencia de sus personajes y las condiciones en las que
se desenvuelven son áridas y desoladoras. El autor, en este sentido, parece
haber querido emular a sus criaturas y escribe de forma descarnada, austera,
precisa y económica. No hay una palabra superflua en Plop, y toda la novela sirve como diagrama para establecer las
coordenadas de un mundo post-apocalíptico original y bien planteado en el que
la ‘nueva vida’ parece discurrir de forma natural y comprensible. Además, hay
mucho que no se cuenta y que de forma elíptica se superpone a la sí dicho conformando
el sólido argumento y el entramado novelesco de Plop.
Si no han leído a Rafael Pinedo
se están perdiendo algo.
Pedro Pujante
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