Su pueblo les debía de estar agradecidos por ser los
únicos que los acogieron en su territorio cuando nadie más lo hizo.
Fueron acogidos por el sufrimiento sufrido a manos del mal.
Pero,
henchidos de un poder que creían suyo, fueron incrementando su número,
que creció como los granos de arena en el desierto. No recordaron de
dónde procedían; eran un pueblo sin tierra y, viéndose acogidos por un
pueblo hermano, lo sojuzgaron y expulsaron, dejando tan solo una pequeña
franja donde malvivían.
A
pesar de todo, su pueblo inocente permitió que se asentaran. No sabían
cuál sería el cruel castigo del asilado: destruyó sistemáticamente todos
y cada uno de los pueblos y privó de alimentos a sus habitantes,
esperando que la muerte les otorgara la total erradicación de su pueblo
hermano, y todo por una promesa divina de una tierra prometida donde
manaran la leche y la miel.
Pero
nadie preguntó al pueblo de origen si les gustaría ser deportados o
exterminados. ¿Qué clase de dios se permite asesinar a niños, mujeres y
ancianos inocentes?.
Y qué clase de dirigentes son capaces de todo para conseguir permanecer en el poder y no ser juzgados por genocidio.
Solo
espero que el karma los alcance y sufran como sufrió su pueblo en el
campo de exterminio, donde ahora destruyen a sus hermanos.
Deseo
y espero que no lo permitamos el resto de las naciones, que ofrezcamos
alimentos y presionemos al gobernante para que desista en su empeño de
aniquilar al pueblo que los acogió cuando nadie más lo hizo.
Deberemos
despertar o todo esto terminará siendo una mancha aterradora en nuestra
alma que no será lavada en nuestras generaciones venideras, porque
habremos borrado de un plumazo este maravilloso mundo con el arsenal
prohibido que albergamos en el
Tenemos
cada vez más endurecido nuestro atribulado corazón. No sabemos
imponernos ante las atrocidades cometidas hacia nuestra propia especie.
Para cuando nos demos cuenta de lo que estamos haciendo, ya será tarde y
habremos arrasado este maravilloso planeta azul en el que fuimos
creados como hermanos.
Si
hay alguien ahí arriba, solo espero que nos perdone el no saber cuidar
de nosotros mismos y, mucho menos, de respetar a toda su creación, que
con tanto mimo nos otorgó un único mandato: "Amaos los unos a los otros
como yo os he amado; cuidaos como yo os he cuidado; respetad a toda la
creación, pues la vida es el bien más sagrado y maravilloso ".
M. D. Álvarez
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