Cuando abrió la puerta, se encontró con un paquete de
gran tamaño envuelto en papel de regalo. Estaba dirigido a ella por la
única persona a la que respetaba; llevaba desaparecido tres años y
aquella era la única muestra de que seguía vivo.
Cogió
el paquete y lo depositó en la mesa del salón, quitó el papel de
embalaje y encontró una caja de cartón meticulosamente cerrada. Cortó la
cinta adhesiva y abrió la caja; lo que encontró la maravilló. Se dio
cuenta de que él la escuchaba, aunque pareciera que nadie lo hacía.
La
escuchó cuando decía que las primeras culturas no eran las de
Mesopotamia, sino las de Mohenjo Daro, del valle del Indo. Al parecer,
había descubierto un antiguo pergamino que relataba las aventuras del
primer rey de la dinastía mitológica de Harappa, Vishnu.
Ya
me diréis que Vishnu es uno de los dioses del hinduismo, pero según
este pergamino, no era el primer rey-dios de todo el valle del Indo.
Ella
se encariñó aún más con él, ya que era el único que, aunque estuviera
en una misión, siempre encontraba tiempo para encontrar algo del agrado
de ella. Aquel pergamino lo encontró mientras exploraba una de las
ruinas de la ciudad de Mohenjo Daro, cuyo nombre significa "montículo de
la muerte", haciendo referencia a la gran batalla que se llevó a cabo
entre los ejércitos del rey-dios Vishnu y los ejércitos invasores.
Devoró
con avidez los escritos ricamente elaborados. Dos semanas después,
alguien llamó a su puerta; era él, que había vuelto a su lado.
M. D. Álvarez
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