Aquella mariquita era muy especial; tenía en sus alas la
friolera cantidad de 22 puntos, que equivalían a un año por cada punto.
Estaba tomando el sol sobre una gran margarita cuando un atronador corta césped se acercaba inexorablemente hacia su territorio.
Todos
los demás insectos huían del devastador monstruo de dientes de hierro,
pero aquella valiente mariquita se quedó a defender su primorosa flor.
Cuando
faltaban algo más de diez metros para que el monstruo engullera su
flor, ella se lanzó en un salvaje y furibundo ataque al gigantesco ser
de devoradores dientes.
Su final fue trágico; murió al ser seccionada por la mitad, pero pudo ver cómo su bella flor se salvaba.
M. D. Álvarez
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