Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

domingo, 6 de octubre de 2024

Delirios de oro, conquista, amor y muerte, de José Mª Fernández-Luna (Reseña nº 1084)

 


José Mª Fernández-Luna
Delirios de oro, conquista, amor y muerte.
HRM Ediciones, 2024

En estos tiempos de revisión histórica, donde se supone que hay pedir perdón por lo que hicieron los abuelos de quienes viven en México, donde no sé si deberemos solicitar a Roma que pida perdón por lo que hicieron los romanos, o a los fenicios, o a los celtas o..., bueno es leer una novela como la que nos presenta Fernández-Luna, que nos muestra la realidad, como hace la verdadera Historia, de lo que ocurrió.

Nueve años es lo que abarca esta novela, desde febrero de 1510 a enero de 1519, desde la irrupción de Vasco Núñez de Balboa hasta su ejecución, y nos va a ir demostrando lo que supongo que ya sabíamos, y que podemos seguir viéndolo en la actualidad: el mayor enemigo de los españoles son los españoles.

Allí fueron llegando hombres que "estaban dispuesto a luchar por codicia, por avidez de aventura, incluso por venganza. Al cabo de unos meses lo harían sólo para sobrevivir" (página 57), creo que es la mejor definición de lo que vivieron los primeros que dieron el paso para cruzar la Mar Océana.

Y en medio de esa codicia, esa envidia entre españoles, el amor, que también lo hubo, entre Núñez de Balboa y Anayansi, lo que la llevó también a ser ajusticiada por el impecable gobernador apodado Furor Domine.

Una historia, diez años, como nos avanza el título, de conquista, amor y muerte. Y delirios de oro que, aquellos primeros españoles, nunca disfrutaron.

PD: Excelente encuadernación, papel de alta calidad, espacios entre párrafos para hacer más agradable la lectura. .

Francisco Javier Illán Vivas

martes, 1 de octubre de 2024

El monstruo, de M.D. Álvarez


 

El monstruo era aterrador con sus 500 metros de altura, su apariencia horrible: un torso de rinoceronte, patas de jabalí y brazos de orangután cuajados de tentáculos que terminaban en cabezas de serpientes. Aunque lo más espantoso era su nauseabunda cabeza de cocodrilo; sus dientes eran aterradoramente gigantes y sus ojos no eran dos, sino ocho, todos de un color rojo sangre.


El mundo estaba a su merced. Solo podíamos esperar la llegada de nuestro salvador, el hijo de los dioses: Héctor.

Este había desaparecido desde la última misión que le encomendaron, y no supimos nada más de él.

Un momento: ¡hay algo sobre esa descomunal criatura! Él, haciendo acopio de toda su fuerza, la agarró y se elevó hasta el espacio donde todavía lucha con la cruel criatura. Gane o pierda, su vida será la más heroica de la tierra.

Héctor, el amado hijo de una humana y un ser celestial, siempre estará en nuestros corazones.

Mientras Héctor se enfrentaba a la monstruosa criatura en el vasto vacío del espacio, recordaba las palabras de su madre, quien siempre le había enseñado que la verdadera fuerza no solo reside en los músculos, sino también en el corazón. Con cada golpe que daba al monstruo, sentía la energía de su pueblo fluyendo a través de él, un recordatorio constante de que no estaba solo en esta batalla.

El monstruo, furioso y temido por muchos, lanzó un rugido ensordecedor que resonó en todo el universo. Sus tentáculos se retorcían como serpientes venenosas, intentando atrapar a Héctor. Pero él era ágil y astuto; esquivó cada ataque con gracia divina, mientras su mente trazaba un plan.

En ese momento de desesperación, recordó una antigua leyenda sobre un artefacto escondido en el corazón de una estrella lejana: el Escudo del Destino. Se decía que quien lo portara podría canalizar la fuerza de los dioses mismos. Con determinación renovada, Héctor decidió que tenía que encontrarlo.

Con un último vistazo a la tierra que amaba y a su gente que lo apoyaba desde abajo, se lanzó hacia la estrella más cercana. El monstruo lo siguió de cerca, dejando una estela de destrucción a su paso. Pero Héctor sabía que no podía dejarse vencer; su destino era ser el héroe que todos esperaban.

Mientras atravesaba el espacio, sintió cómo las estrellas le susurraban secretos antiguos y cómo el poder del universo se acumulaba en su interior. Con cada pulso de energía estelar, su confianza crecía. ¡Pronto tendría el poder necesario para enfrentar al monstruo!

Continuará...

M. D. Álvarez