El quinto camino
Diego Marín Librero Editor, 2019
El primer camino es el del faquir,
trabaja el cuerpo físico. El segundo camino es el del monje, el de la
devoción. El tercero es el del intelectual, el cuerpo mental. El cuarto es
del hombre astuto, mezcla los tres anteriores, pero los supera. El quinto
camino es el del amor. Pero un amor que trasciende a lo divino.
Este es el fundamento de El quinto camino, la primera novela de
Jesús Cánovas Martínez, hellinero de nacimiento, aguileño por placer y murciano
de adopción, y que nos lo descubre gracias al monólogo de la protagonista, una
mujer que sale de una «depresión contumaz que se ha llevado cinco años de mi
vida», mientras pasea por las calles de la ciudad de Murcia a primeras
horas de una primavera cercana.
Oyendo sus recuerdos y sus
pensamientos conoceremos a Jorge, su marido, que vive y no vive con ella,
porque es muy especial: «Jorge llega los fines de semana; pasa los sábados y
los domingos conmigo, en el pisito que me compraron mis padres; esos días
hacemos vida familiar: él, yo y la niña»; pero hay entre la pareja una
sensación de extrañeza, «de sentirlo cada vez más distante» cuando
regresa.
Mientras deambula por esas calles que
huelen a primavera, nuestra protagonista nos va contando sus recuerdos, sus
vivencias, porque siente que «saltan, vivos, los recuerdos». Pero no
querrá detenerse en el pasado «herido que aparece como glorificado»,
porque sabe que quedó definitivamente atrás «y muerto, él también, como mis
antepasados, como mis abuelos y todos aquellos que les precedieron y forman la
cadena que llega hasta mí».
Hay mucho de amor y de muerte en esta
novela, monólogo interminable con los recuerdos y vivencias de la protagonista,
de su fe perdida y recuperada en un determinado momento de su vida, de sus
coqueteos con el esoterismo en busca de ese quinto camino enunciado por
Mouravieff, al que Jorge, su pareja y después marido, la lleva. Hay en esta
novela transcendencia, plenitud de sentimientos, espiritualidad («no puede
ser que tanto sufrimiento no tenga un sentido»).
Y al final del camino, de su deambular
por las calles primaverales de una Murcia casi dormida, ella, la protagonista,
se acuerda de su hija, la pequeñita.
El ancla, la seguridad, el regresar al
mundo que le ha tocado vivir.
Francisco Javier Illán Vivas
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