Adrián Tejeda Cano
Decadencia
Ediciones Irreverentes, 2018
Hay autores muy valientes y creo que Adrián Tejada es uno de ellos. No sé si por lo que ha escrito anteriormente, pero sí por atreverse a encarar, escribir y publicar, con éxito, una novela de ciencia ficción que es también filosófica, que tiene mucho de su pensamiento, de la sociedad que le gustaría, pero sin alejarse mucho de la sociedad en la que vive.
No sé si por esos motivos, o por otros que se encuentran en la profundidad del texto que nos ocupa, el jurado del II premio 451 de novela de ciencia ficción, consideró, entre las decenas de obras presentadas, que ésta era merecedora de ser la ganadora. Y se publicó el pasado año en la colección 2099, con la cual tengo una relación muy especial desde su nacimiento.
Tal vez sea cierto que la realidad siempre supera a la ficción, porque en la novela del sanvincenteño (nació en San Vicente de Alcántara, una ciudad que me encanta), el estado es el guardián del bien común, algo que la historia mundial ha conocido en diferentes zonas geográficas y cuya conclusión final nunca ha sido lo que se esperaba. Pero, además, este estado se apoya sobre otra columna, la religión, y un preciso adoctrinamiento. ¿Acaso fue ese el gran error de los estados mundiales que aplicaron el primer principio, no apoyarse en la religión? Puede que algunas respuestas las encuentre el lector en esta novela.
Sí, puede que otros autores hayan tratado temáticas semejantes, pero Adrián Tejeda lleva a sus protagonistas fuera del mundanal ruido, en busca de la sombra de cada uno de ellos, porque están convencidos que en esa inseparable sombra están la respuestas para encontrar al hombre que todo lo solucionará.
Insisto, lectura profunda, ciencia ficción con mucha filosofía, mucho pensamiento nietzscheano y él, el autor, que tras la publicación de la novela nos ha sorprendido a conocidos y ajenos: no sabemos si Iker Jiménez podrá encontrar su rastro, ¿ha sido el sanvicenteño abducido por su propia novela...?
Francisco Javier Illán Vivas
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