René de la Barra Saralegui
Barrio bullicioso
Bubok, 2012
El cirujano chileno René de la Barra Saralegui, a quien conocí gracias al primer número de nuestra revista digital Acantilados de papel, nos regala una serie de relatos que tienen en común que pueden ocurrir en cualquier lugar, cercano eso sí, entre la gente que nos rodea, a los que les une, a alguno de ellos, unos pequeños detalles que nos ponen sobre aviso de lo peligroso de pasearse por la ciudad recién cobrado (en metálico) o perseguir sueños que los protagonistas saben, los lectores saben, que son sólo quimeras.
En el primero, descubriremos lo pesado que es subir la breve cuesta del camposanto, aunque sea tras un partido de fútbol. Por cierto, un relato que os invito a leer pinchando aquí.
El segundo relato, el que da título al libro, nos recordará lo difícil que es dormir durante el día en una ciudad, o más aún, en un barrio bullicioso. Y que las soluciones a este problema no deben tomarse a la ligera.
Una pregunta, pronunciada en voz alta o no, recorre todos los lugares por donde ella andaba: ¿dónde estará Clementina?, mientras las gotas caen, pesadas, una a una...
Nos contará también, y ya lo adelantamos al principio, que no es bueno soñar despierto en una terminal de autobuses, y menos con todo el sueldo en el bolsillo. Una recomendación que también nos servirá para el relato Amor enardecido, donde cambiaremos la terminal por un autobús repleto de pasajeros.
Relatos costumbristas, no exentos de misterio, y de terror alguno, como el que nos cuenta sobre la bendición que significa la floración de la quita, y al tiempo, la asesina maldición que puede implicar su sequía.
El relato El peso de los días me ha traído recuerdos de aquella frase "vuelva usted mañana", que Larra nos contó, sobre todo cuando la voz vinagre de una auxiliar de enfermería le espetó a Rubelindo: "va a tener que volver la próxima semana..."
En Historia con doble fondo descubriremos lo importante de contar y contar, agregando cada detalle, perfeccionando los arcanos matices del miedo, la amargura y el dolor, darle forma a lo contado, amasándolo, porque ya se sabe que de tanto repetirlo, aunque fuese mentira, ésta, se convierte en verdad.
El relato que cierra el libro, El circo, reitera el peligro de llevar la cartera llena, mezclar vino amargo, sueños y circo, porque al final, puedes quedar convertido en el mayor espectáculo del mundo.
Relatos todos ellos para pasar una agradable jornada de lectura.
Francisco Javier Illán Vivas
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