A
la murcianía de José María Falgas Rigal
(29 de diciembre
de 2009)
D |
oña Sardina, color plata intenso
brillando con la luz de la luna,
irisaciones con ritmo que aúna
deslumbrando todo el espacio inmenso.
Falgas, maestro del pincel excelso,
plasmando en un mar olas y calma,
imperante matiz, luz la del alma,
muy lejos del triangulismo de Delso.
Engrandecen a las fiestas murcianas
tus carteles de lozana belleza,
cautivando esas límpidas mañanas.
Sin caer en el tiempo diáfanas,
desplegando el color su altiveza
e inspirándote las musas cristianas.
Aborto
F |
lotando,
encerrado
en el globo de
mi madre,
recibo
mensajes
de muerte.
Descanso en el
amor celeste
y alabo su
gracia,
su gratuidad,
con mudas
palabras
que emite mi
mente.
Impedido
estoy
que hablar no
puedo,
solo la
esperanza
cambiará mi
suerte,
me librará de
la muerte.
Me
ha invadido una pena infinita
al sentir el
desdén de mi madre,
vacilante y
convencida,
en esta
sórdida situación
de ley del
desastre.
Que
ya no puedan asirme sus brazos,
que se
marchite el amor consagrado,
y al sentirme
despreciado,
me amparo en
mi alma,
el regalo más
grande
que Dios me ha
otorgado.
Soneto al Puente de los Peligros
C |
ontemplo
tus dos ojos bien abiertos
con tus
dedos y tus manos tendidas,
auspiciando
entre los pueblos sus vidas
deseando
poder y verlos ciertos.
De la
niebla mañanera cubiertos,
emergen
tus sapiencias transmitidas,
las
herencias de antaño concedidas
por
Alfonso décimo y sus aciertos.
Lamidas
están ya tus gruesas piedras
por las
riadas, que han ido llegando,
y
disimuladas entre las hiedras.
Vigilando
el peligro entre las nanas,
la
Virgen, al niño le va arrullando,
y con
Ella te alegras, porque ganas.
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