Aires del sur (tercera tanda)
Diego Marín Editor, 2018
Llevo unas semanas de cine, y conforme iba avanzando en esta tercera entrega de Aires del sur, me venía al recuerdo, como en segundo término, Seinfeld, la exitosa serie de Larry David y Jerry Seinfeld. Quienes la conozcan, sabrán de qué les hablo, pues cuando lees estos relatos, más parecidos algunas veces a novelas cortas, donde el autor eleva a la categoría de sublime lo más trivial que puedas encontrarte en una charla de amigos.
Ese es el caso del primer relat, De Amicitia, donde unos amigos se reúnen en una tarde de las que el sur nos regala muchos días al año, y se entabla una charla, alrededor de la mesa donde ellos han "elucubrado sin ánimo de molestar a nadie", hasta que se produce la gran pregunta, "¿qué función cumple la poesía en el contexto social?", y aquello es más que una bomba.
¡Y nadie lo puede entender tan bien como un murciano! ¿Por qué? En Murcia, región, es de los pocos lugares del mundo donde hay más poetas que habitantes. Jesús Cánovas, con su fino humor y cierto punto de ironía va respondiendo a esta pregunta en boca de sus personajes... hasta que uno de ellos sentencia: "la imensa mayoría son una mierda que se creen que escriben poesía, pero lo que escriben es una mierda". Y desde ese momento puede ocurrir cualquier cosa, como hablar de homosexualidad o de armas, y admirar el romanticismo del rifle respecto a la metralleta.
Espero que el lector comprenda con estos ejemplos que Jesús Cánovas nos muestra con fina ironía, con un lenguaje muy cuidado, como le caracteriza, la amenidad de sus relatos, desenfadados, transcendentales en muchos momentos, pero riéndose al mismo tiempo hasta de su propia sombra, con el claro objeto de hacernos pasar un rato muy agradable de lectura.
Nos reencontraremos con personajes reconocibles a quienes hemos leído las tandas anteriores, como son el famoso Cagarrutio, Miguel, para más señas; o la inevitable Grulí Mochuelar, que a alguno de los personajes les da escalofríos solo pensar en ella.
Jesús es Catedrático de filosofía, y en el último de los relatos, nos regala un desternillante, al menos para mí, relato titulado Diálogo hacia el final de la filosofía, con un final sorprendente con multitud de onomatopeyas, para que cerremos el libro con las ganas de abrir la que será, en su momento, la cuarta tanda de estos aires.
¿Cómo que cuarta tanda? Pues sí, nos lo dice su hermana Magdalena en la contraportada, un descuido, o un aviso agradable para quienes estamos disfrutando con estos relatos desenfadados, pero transcendentes, que a quienes vivimos en el sur nos pone ante nuestra propia realidad.
Francisco Javier Illán Vivas
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