CANCIÓN DE LA ESPOSA DEL SOLDADO
En nuestra tierra ahogada de sangre y
odio,
en los surcos recónditos de nuestras
vidas dolidas,
busco la caricia de tus labios, la
sonrisa de tu mirada,
persigo la suavidad de tu cuerpo amante
y amado.
En nuestra tierra que llenaste de
simiente
me tumbo y lloro por no oír los
estallidos de la contienda,
por no ver los desgarros sangrientos de
la triste noche,
por no oler los efluvios pestíferos de
la muerte.
En nuestra tierra que vio cómo
concebimos a nuestro hijo
dejo caer las lágrimas punzantes de la
desesperanza,
rasco con mis uñas rotas la tierra que
encubre las semillas,
ensucio mis manos con el lodo inmundo
de la guerra.
En nuestra tierra envenenada por el
odio,
yo, la esposa del soldado, espero tu
retorno
espero que veas nacer el fruto de mis
entrañas
espero que regales la paz a nuestro
hijo.
De: Y me desnudo lentamente
(2008)
IDILIO
ILÍCITO
Idilio ilícito con el poder adverso,
coqueteo con el político omnipotente
para vengarse de la amarga traición
y castigar al sultán obsoleto.
Agrio despertar del día áspero
que esparce ceniza decadente
y nutre a una ávida población
envenenada y cegada por el embustero.
COLORES SIN EJE
La luna lúbrica se licua en verde
el sol angelical se torna
en blanquiazul
el cielo de fuego en hielo
amarillo
y la lluvia translucida vira al
negro.
Los colores que ya no tienen eje ni meta
se pierden debajo del sonrosado
tul
del albino bailarín africano
indocumentado
cuando aúlla la desvergonzada
sirena del rio seco.
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