Un amigo desaparecido en la Guerra de España
Goodbooks, junio 2016
«Pratti se quedó sin habla, realmente sorprendido. A él no le gustaba ninguna forma de dictadura, ni de derechas ni de izquierdas, porque en realidad ambas eran el dominio de una élite sobre el resto de la población. El cambio social que ambos sistemas promovían era, en la práctica, la sustitución de unos mandamases por otros nuevos, que tendrían la misma vida disipada y alejada de sus compatriotas que los que habían sustituido habían mantenido» (Pag. 64).
Tal vez este sea el mensaje que más ha permanecido en mi memoria tras leer la novela que nos ocupa. En ella se mezclan los momentos actuales de la narración, los pasados, el viaje, el reposo, la contienda civil española, las ideas de una parte de España y las ideas de la otra parte.
Con Tristán Bentham, quien busca al maltés Cosme Madryn, y con Eugenio Pratti viajaremos a la España de postguerra, pero a la misma vez a la España en plena Guerra Civil. El segundo, desaperido en la España de la Guerra, fue dejando señales de su paso por Madrid, Toledo, Córdoba, Burgos, Barcelona..., y con él, en escenas que se confunden con la realidad que viven Tristán y Eugenio, estaremos con Durruti, con los hermanos Machado (Antonio, Manuel y Francisco), con Azaña, con Orwell, con Brant, pero también con militares de alta graduación del bando sublevado.
Porque Cosme Madryn nunca se ha decantado por ninguno de los bandos de las guerras que le ha tocado vivir, a pesar de que deja claro que él está con la legalidad vigente, representada por la República.
Tristán Bentham buscará al amigo, acompañado del dibujante de comics, y con ellos dos, en su viaje tras las huellas del maltés, iremos conociendo al personaje, que se acrecenta ante nosotros a medida que pasan las páginas, algo que también le ocurre al dibujante.
Francisco Javier Illán Vivas
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