Su torpeza estuvo a
punto de costarle un disgusto hasta que la bella Hadriel se apiadó de
él. Se lo llevó a parte y le dijo: «Eres encantador y tienes unos
prontos irresistibles, pero tienes que calmarte si no quieres que te
expulsen del grupo.»
Iris
no sabe cómo comportarse cuando estás tú presente; siento como si mi
cuerpo se revolucionara, me hirviera la sangre y me comportara de forma
bobalicona, acertó a decir, muerto de vergüenza.
«Oh, mi lindo Ares, eres encantador hasta cuando no lo sabes», refirió Iris, rozando con sus dedos el rostro de Ares.
Él enseguida se puso tenso; el leve roce hizo que sintiera un arrebato, pero logró contenerse.
«Sabes, esta noche te voy a enseñar algo que te ayudará a comportarte como un caballero.»
Ares la miró con cautela; a ella era a la que más temía, pero aceptó.
Continuará…
M. D. Álvarez

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